lunes, 8 de junio de 2009

LA ESTRATEGIA: “ MÁS PAÍS, MENOS URIBE”

Atisbos Analíticos, Santiago de Cali, junio 2009, Humberto Vélez Ramírez, profesor del Programa de Estudios Políticos, IEP, Universidad del Valle; presidente de ECOPAZ, Fundación Estado*Comunidad*Paz, “Por un nuevo Estado para un nuevo País”.


Ensayo
LA ESTRATEGIA: “ MÁS PAÍS, MENOS URIBE”.

Hacia un Movimiento Programático
Anti-reeleccionista.

(Especial para “Columnistas Libres”.)

Primera Parte

1

Uno de los rostros más fascinantes de la política es el de ser consentida con sus practicantes: los mima, permitiéndoles ingresar a ella por los más variados caminos y, ya adentro, se les abre a múltiples posibilidades. Les permite realizar, construir y avanzar. También les posibilita sentirse derrotados, levantarse y rectificar. Podemos hablar entonces de los complacientes y maleables caminos de la política. Esta nunca marcha por un solo carril. Como a la libertad personal, a toda hora la retan las opciones.
Más que en cualquier otra actividad, los caminos de la política no son los de una línea de ferrocarril a la que, de antemano y para siempre, se le han fijado las paradas, los puntos de partida y los sitios de llegada. Ocurre que por estas calendas, no sabemos a título de qué, así lo ha predeterminado el actual equipo de gobierno: Que con ellos se ha iniciado la historia de Colombia, que los presentes pasados no han sido sino prehistoria y que, por eso, la agenda futura de la política es la agenda por ellos levantada. Es decir, pretenden encarcelar la política al dejarla sin opciones.

2

En la presenta etapa de la historia del país, media Colombia, orgullosa y enhiesta, alza la testa proclamando que las actuales, las de las primeras décadas del siglo XXI, son la era uribista de la historia nacional.
En este Atisbos desearíamos afirmar que eso así no es, que no nos dejaremos afectar por esa febril afirmación, que esa no es más que una abusiva pretensión que no podemos aceptar. Esto no obstante, somos hombres de esta era, de este tiempo y no podemos escapar de él. Y por eso, al distanciarnos un poco del presente, del fenómeno y de su figura estelar, al volvernos, si se quiere, un poco inactuales, nos vemos obligados a concluir que estos tiempos, los del 2000 al 2010, efectivamente han sido los tiempos de Alvaro Uribe Vélez.


3

En sus ya históricas relaciones con las Farc (1963-2008), este Estado – que en su formación no ha sido una institucionalidad “inocente” sino que, de modo elevado, ha sido un producto dialéctico de las violencias siendo esto lo que en la actualidad nos ha traído a la memoria la parapolítica- decimos, pues, que en sus históricas relaciones con las guerrillas, este Estado ha pasado por distintos momentos: En unos primeros, se despreocupó del fenómeno y de sus dinámicas como si no existiesen o, mejor, como si no fuesen con él y contra él; en otros, combinó, de modo desacompasado, el garrote con la zanahoria; en un tercer momento, y estamos ya en el Caguán, se puso a negociar, en un territorio paraestatal, el conflicto socioarmado; y finalmente, por primera vez en esta historia, con la Seguridad democrática se centró, concentró y agotó en una estrategia orientada a su derrota militar.
Desde sus inicios, en eso anduvo Uribe Vélez. Por esos caminos continuó. En la actualidad los sigue transitando. Y por ellos anhela correr durante tres, cuatro o cinco mandatos más hasta el 2018 cuando, de acuerdo con sus técnicos y asesores, estará en plena vigencia el Estado comunitario como equilibrada combinación de neoliberalismo (componente estatal) con comunidades desorganizadas (componente social).
He ahí, entonces, la razón central, que responde a la pregunta sobre el porqué ésta, la del 2000 al 2010, es la era de Uribe en la historia del país.
El hijo de Puerto Salgar, encumbrado, pasará a la historia colombiana por haber sido el primer presidente en levantar, desnuda y sin mayores sofisticaciones ideológicas, una estrategia orientada a la derrota militar de las Farc. Pero, Uribe no sólo quiere levantar estrategias antifarquianas. Desea y anhela verlas materializadas en la vida real. Traducidas en unas Farc aniquiladas. De ahí su idea fija de perpetuarse en el poder.
No es inane, por cierto, la hipótesis que señala que Uribe sufre de una mal cercano a la sicopatología política, llamado hambruna de poder. En una sociedad como la colombiana, donde la supervaloración del poder sobre otros recursos, es muy elevada – fenómeno definitorio de nuestra Cultura política- ese sesgo perverso, por llamarlo así, no debería ser considerado como anormalidad. Sin embargo, más allá de este enfoque clínico, preferimos escarbar en la objetividad asociada a las realidades nacionales, así como en la subjetividad ciudadana, las razones de la uribización del país.

4.

Más que de la ideología de las Farc – atractiva y fascinante o perversa e inviable, cada cual la asumirá de acuerdo con sus valores políticos- la ciudadanía pareció cansarse de los métodos y prácticas de guerra, así como de los estilos de negociación de las guerrillas. Inteligente y habilidoso, ésta fue la primera observación detallada recogida por Uribe como precandidato presidencial. En ese momento - segunda parte de la última década del siglo XX - un volumen significativo de la población colombiana, sobre todo a escala local y regional, así como un amplio sector de sus líderes, simpatizaban, más en la intimidad que en el discurso explícito, con los paramilitares. Veían en ellos una fuerza básica de apalancamiento de las luchas del Estado contra la subversión guerrillera. Los más cristianos, al pellizcarles la conciencia, fundamentaban las simpatías en la tesis de “un mal menor”. De nuevo Uribe, desde la gobernación de Antioquia, avizoró el nuevo fenómeno social y lo anticipó en las Convivir. Por otra parte, el precandidato antioqueño empezó a revelarse como un excelente comunicador. Constituía ésta una notable y notoria condición personal en un momento en que en Colombia despegaba la política virtual. Más temprano que tarde, ésta se vio potenciada por unos Medios de difusión, cuyos dueños, en desconocida proporción, eran parte silenciosa de ese fenómeno de empatía social con los paramilitares. Por ese nuevo camino estratégico de las comunicaciones, Uribe, de modo pedagógico aunque simplista pero efectista, empezó a llegar a una población, conformada en su mayoría por pobres, fatigados con los métodos de las guerrillas y simpatizantes in pectore del paramilitarismo. Fue por ahí por donde el emergente candidato empezó a enhebrar una base de popularidad afectiva que, tras una década, no hecho más que agrandar y cultivar. A una estrategia antifarc así construida, no le faltaba más que una sólida base de respaldo internacional. Más temprano que tarde se la brindó Bush con los seis mil millones de dólares del Plan Colombia, destinados, en un efecto carambola, a frenar la producción de la droga derrotando, en el mismo movimiento, a las Farc.

5

En coherencia ahora con el discurso inicial, en la era de Uribe, “a Dios lo que es de Dios y a Uribe lo que es de Uribe”.
Habrá que destacarlo: A la luz de sus propias lógicas hobbesianas, la Estrategia de Seguridad democrática fue exitosa como Estrategia de Contención de las Farc. Estas, con su plan de bloqueo de la Capital, se vieron frenadas en su vertiginoso ascenso hacia el control del Estado central cuya puerta de acceso era la región de Sumapaz. Fue entonces cuando las guerrillas salieron de muchos cascos urbanos regresando a donde siempre habían estado en la etapa precaguán, a la montaña, a sus más clásicas retaguardias paraestatales con bases sociales propias de sustentación. De modo lento y dificultoso fueron readecuando su estrategia regresando, en buena medida, a los métodos de lucha propios de la guerra de guerrillas. Los paramilitares, por su parte, al entender que sobraban, desde el 2002 abandonaron su proyecto anti-insurreccional dedicándose a hacer política armada-institucional codo a codo con la dirigencia de las municipalidades y de las regiones. En este momento el gobierno, apalancado en los ingentes recursos asociados a las políticas de lucha contra la pobreza, transformó a un tercio de los pobres adultos del país en actores indirectos del conflicto armado al asignarles el rol de informantes de las organizaciones de defensa y seguridad del Estado. Una fuente más de cultivo de la más arrolladora popularidad afectiva.
En materia económica, por otra parte, dos hechos brutos merecen ser destacados. De acuerdo con el gobierno, los avances en la derrota militar de las Farc, animaron e insuflaron la llamada “confianza inversionista”. Y en efecto, en los últimos años la inversión extranjera directa en cantidades inusitadas empezó a llegar al país. A guisa de ejemplo, según el departamento técnico del Banco de la República, la cifra al respecto en el 2008 alcanzó 10.564 millones de dólares. El monto más alto registrado en el país en su historia económica. También, sobre todo a partir del 2004, la economía empezó a alcanzar tasas importantes de crecimiento.
Todo eso aunado - contención efectiva de las Farc en su acelerado ascenso militar, mayor control territorial de algunas regiones del país por parte del Estado, aprietos farquianos en la readecuación de su estrategia, fuertes y reiterados golpes a las Farc siendo espectacular y deslumbrante el de la “Operación Jaque”, masivas delaciones de la población civil a las autoridades, decrecimiento de las tasas de violencia, alejamiento de los paramilitares de la confrontación armada propiamente dicha, conversaciones Gobierno-Auc, llegada en volúmenes históricos de la inversión extranjera directa, elevación de las tasas de crecimiento económico y ampliación de la cobertura social del sentimiento de seguridad ciudadana-, todo eso, sin mayor análisis crítico, fue
cargado a favor de la bondad intrínseca de la Estrategia de Seguridad democrática.

6.

Llegados a este momento del análisis, cuando a la Seguridad Democrática se le han cargado tan inmensas y sublimes virtudes – las aquí destacadas se quedan cortas ante las catedralicias bondades que le asignan los uribistas- una pregunta de lógica elemental nos sale al encuentro: ¿En dónde tender la ropa sucia de la Seguridad democrática? Para el gobierno las críticas se asocian o a casos excepcionales o a guerrilleros analistas vestidos de corbata o a desinformación por no acceder a la verdad de las fuentes oficiales. Ha sido por esto por que algunos hemos pensado que inofensivos, inútiles y circulares se han tornado los esfuerzos por analizar la perversidad estrechamente unida al proyecto de Uribe Vélez.
Esto no obstante, démosle también a Uribe lo que es de Uribe en materia de metas no logradas; de logros efectivos falsamente atribuidos a la Seguridad democrática; de los subproductos negativos de ésta en el ámbito de la construcción de democracia; del fracaso de la propuesta de disminuir drásticamente la producción de droga derrotando, en el mismo movimiento, a las Farc; y de los manejos perversos que, desde el Estado, han contribuido al desquiciamiento moral e institucional de la sociedad colombiana.
Las guerrillas, de muchos y variados modos, han sido golpeadas con dureza, pero ahí continúan con sus diez mil hombres estratégicamente plantados. Por estos días han salido del repliegue dando de baja a 40 integrantes de la Fuerza Pública en el mes de mayo y a unos 400 en los primeros cinco meses del año. Cuando unos meses atrás los altos mandos hablaron del “comienzo del fin” de las Farc se olvidaron de la buena capacidad que esta organización siempre ha evidenciado para amortiguar los golpes, reciclarse y readecuarse en lo estratégico táctico. Como ha dicho uno de sus mandos medios, “nos han quitado de encima el peso de una masa de guerrilleros asalariados, sin convicciones y rumbos definidos. Al final de esta etapa, como que hemos quedado los que ‘somos’ Los uribistas nos han limpiado”. A los guerrilleros no se les puede pedir, como ha pretendido el gobierno, que se comporten como hermanitas del Buen Pastor, que cumplan con la Constitución y las leyes y que ajusten sus conductas a una Cultura democrática. No. Ellos son alzados en armas que buscan subvertir este Estado, que están en contra de este ordenamiento jurídico y que pregonan querer construir una nueva sociedad. Lo que sí se les debe exigir, de modo perentorio, es que se ajusten a la normatividad del DIH. Y mientras ellos persistan en esa condición “ontológicamente subversiva”, el Estado, rehusando hacerse el haraquiri, está en su derecho de defenderse y de atacarlos procurando llegar, por esa vía, a una utópica paz sin negociación. Por su parte, también se encuentra obligado a ajustar sus conductas a un DIH, que es norma superior de nuestra Constitución de 1991.Por otra parte, todos los indicadores señalan que el Plan Colombia ha sido un fracaso, pero ahora sin Bush y sin los ingentes recursos estatales. Claro que la inversión extranjera directa llegó, pero no tanto por la acción de la Seguridad democrática sino porque el Gobierno de Uribe, solícito, la cultivó de especial modo. El capital llega a un país, con violencia o sin violencia, primero cuando el Estado lo protege, segundo, cuando ese mismo Estado le posibilita la autoprotección, tercero, cuando medidas gubernamentales especiales, al absorber los costos de transacción, le permite incrementar las tasas de ganancias y, cuarto, cuando los alivios tributarios lo abruman. Todo eso, y mucho más, se ha dado en Colombia en los últimos años. Algo similar, puede afirmarse en relación con los importantes logros en materia de crecimiento económico. Pero, también los lograron otros países similares a Colombia, pues las condiciones generadas en la economía global les fueron altamente favorables.

7.

No se trata de reiterar ahora lo que ya han remarcado analistas y estudiosos de Colombia y de otras latitudes. Pero, con el paso de los días y semanas y meses han adquirido relieve y significación un conjunto de hechos embadurnados de perversidad que, de modo directo o indirecto, se asocian al gobierno de Uribe. A manera de hipótesis así planteamos el asunto: Fenómenos como,
A-) La parapolítica;
B.) La extradición de los jefes paramilitares a los Estados Unidos;
C.) El asesinato a mansalva de jóvenes civiles y de campesinos honrados para hacerlos aparecer como guerrilleros dados de baja;
D.) Las chuzadas del DAS;
E.) La yidispolítica;
F.) La explosión de violencia urbana originada en la delincuencia común, así como en el paramilitarismo de tercera generación …
han quedado indisolublemente ligados al proyecto de Uribe Vélez. Por cierto que las verdades más cercanas a esos ejes problemáticos no nos iluminarán en la coyuntura, pero, como ha señalado el colombianólogo Daniel Pecaut, “Ahora, para los responsables de millares de crímenes como es el caso de algunos paramilitares, yo creo que tarde o temprano, puede ser dentro de veinte años que es el plazo estipulado, tendrán que rendir cuentas a la justicia internacional si la justicia colombiana no puede hacerlo”. (2)
Entonces, así como en las tres últimas décadas no ha habido en Colombia perversidad nacional en la que el narcotráfico no haya marcado sus huellas, así en los últimos años estos problemas no podrán sustraerse a la rúbrica, directa o indirecta, de la actual forma de gobierno. Para manejar a su favor estos ejes centrales de perversidad, Uribe ha apelado a la gran popularidad afectiva que ostenta, como la manera más efectiva de aislar y debilitar los poderes, que limitan su poder personal. Ya se verá si ahora también buscará reproducir una conducta similar de cara al enorme poder de la opinión pública internacional que, de modo reiterado, le ha venido diciendo que “sí, que ha sido muy buen presidente”, pero que no despilfarre su prestigio imponiendo una segunda reelección.
Hoy por hoy, no obstante su elevada popularidad afectiva, no obstante su reconocida habilidad política y no obstante la ya casi desbordada uribización de las instituciones macro y de la mente de los colombianos, en Colombia no parece haber gobernabilidad a no ser en lo poco que va quedando de la Política de Seguridad democrática y en las medidas tributarias orientadas a alentar la inversión extranjera directa en las Zonas Francas, sobre todo. O sino no, que se nos diga ¿cuáles entre los miles de acciones del gobierno ameritan la condición de una Política pública sólida por su impacto en la vida social, orgánica por sus lógicas internas y coherente por su regularidad en la aplicación?
Uribe, sin finalizar todavía su segundo mandato, ha desembocado en la Administración de la “Nanoacción”, es decir, administrando un universo de “detalles y de cositas” efectistas” en los Consejos comunitarios. Aún más, nosotros diríamos que su Administración de la “Nanoacción” ha tenido, como telón de fondo, el Gobierno efectivo de los intereses reales del gran capital.

8.

En la presente coyuntura, Uribe no se encuentra en una “encrucijada del alma” sino, más bien, en “en una encrucijada de realidad”. En su intimidad ya tiene resuelto el problema de la reelección. Dejado a la espontaneidad de sus lógicas íntimas, con seguridad que marchará hacia la perpetuación en el poder moviéndose, durante las 24 horas del día, entre el micrófono y la pantalla chica en procura de acrecentar su popularidad emocional entre los pobres desorganizados como la mejor forma de neutralizar los poderes que limiten su poder personal. Pero ocurre que en sus ya casi siete años de gobierno nunca, como ahora, había pasado por una coyuntura más dificultosa no para que la gente lo reelija sino, más bien, para remover los obstáculos institucionales y de opinión que, como vacas muertas, a toda hora se le están atravesando en los caminos hacia la reelección. Por eso, su “encrucijada” es de realidad.
Entre los dos escenarios, ahora, por lo menos, está dudando de verdad. Como antioqueño formado en la Cultura del mundo de los negocios no podrá sustraerse a un cálculo racional, que le permita balancear la más óptima conveniencia personal, aunque, en su lenguaje, él diría “el más óptimo interés de la patria”: o si quedarse con el acumulado de prestigio que ya tiene o si, por el contrario, acrecentarlo sin que se le desborde.
Si opta por la reelección, las Farc continuarán siendo su mayor obsesión. Esto no obstante, ojala no lo olvide, él mismo lo ha reiterado, las Farc hoy por hoy no son lo que fueron ayer. Protagónicas en la vida nacional hace unos años, en la actualidad son una fuerza y un problema importantes, pero al lado de otras fuerzas y problemas también centrales. Gracias a Uribe, sobre todo, Colombia se ha desfarquizado al mismo ritmo que se ha uribizado. En este momento, otras son las percepciones de la ciudadanía. Según la última encuesta de Napoleón Franco (01-06-09), el gran problema del país es la seguridad (83%). Pero ahora no se trata de la seguridad atada a la guerra interna sino, más bien, de la seguridad ligada al desempleo (70%) y al problema social (66%). El asunto que menos les interesa, es el de la política (21%). El presidente en este momento continúa obsesionado por la seguridad de la guerra. Quitémosle la adjetivación de “democrática”, lo que no ha sido más que un recurso ideológico orientado a tapar la destrucción de lo poquito que de democracia nos quedaba. La otra seguridad, la seguridad integral o social ha permanecido durante su gobierno en el cuarto trasero.
Por lo tanto, si Uribe quiere entrar exitoso a un tercer mandato sólo lo podrá hacer apalancado en una sólida, orgánica y coherente Política social. Pero, esto repugna con sus concepciones neoliberales y con el papel de Supremo Limosnero con el que en sus dos mandatos ha manejado lo social. Al ser ello así, como salida no le queda otra que la de profundizar el populismo asistencialista en el que cada ocho días se ha venido entrenando en los Consejos comunitarios. Por populismo asistencialista entendemos aquella masa de acciones-limosnas que, desde el Estado, se le entrega al más amplio conjunto de de pobres que, por encontrarse líquidos y desorganizados, pueden ser manejados a merced del gran limosnero. Este los quiere y los ama y los ensalza y los llama por sus nombres de pila y periódicamente reproduce y refuerza su lealtad emocional con uno u otro regalo. El gran limosnero goza entonces de la más enorme popularidad. No tendría otra salida, pues, carismático y lo que se quiera, no es el líder con el perfil necesario para inscribirse en el populismo “popular”. Perdóneseme la frase, pero no es un pleonasmo. En el populismo “popular”, el protagonista es el pueblo organizado. Es el protagonismo del conjunto de los trabajadores organizados que, empleados o desempleados, se movilizan, de modo autónomo, buscando sacar adelante sus luchas reivindicativas y hasta postcapitalistas.


Segunda Parte.

julio 2009

Abstract

Mental e institucionalmente Uribizado, el país se ha deslizado hacia la más precaria y obtusa y desorientadora polarización: Uribismo versus antiuribismo. Abramos esta cárcel y salgamos de la oposición reeleccionistas y anti-reeleccionistas agarrando por los cuernos al país con sus problemas centrales jerarquizados, de modo adecuado, en procura de una gran coalición programática con claro sentido antireeleccionista. Hacer de la política una actividad decente; impulsar una estrategia de seguridad integral; manejar el Estado a partir un nuevo modelo socioeconómico; poner en acción una política social robusta, orgánica y coherente; y fomentar y respetar una Cultura de las reglas de juego, podrían ser parámetros inspiradores de una nueva apuesta de gobierno del país.
Aislados, ninguno de los sectores de la oposición se encuentra en condiciones de emprender por su cuenta un reto tan enorme.
En estos Atisbos, aunque en lo básico fungimos como investigadores y analistas académicos, también somos ciudadanos. Desde esta lógica, no ocultamos, por el contrario, lo explicitamos como condición de objetividad, nuestras simpatías críticas por el Polo Alternativo. Este todavía es un esbozo de partido, que se potenciará en la medida en que se democratice ejerciendo y cualificando la democracia interna, que se fortalezca como fuerza parlamentaria y que luche, al lado de los asalariados con sus grandes problemas irresolutos dentro de una estrategia de reivindicaciones y de luchas postcapitalistas. Por eso, en esta coyuntura, un Polo en la Presidencia, se estaría cavando su sepultura.

CUANDO LOS HIJOS DEL MESÍAS SE NIEGAN A ENTREGAR UN PLUVALOR DE LA SOCIEDAD

Atisbos Analíticos No 101, mayo 2009, Humberto Vélez Ramírez, profesor del PROGRAMA DE Estudios Políticos de la Universidad del Valle; Directo de ECOPAZ, Fundación Estado*Comunidad*Paz, “Por un nuevo Estado para un nuevo País”.




CUANDO LOS HIJOS DEL MESÍAS SE NIEGAN
A ENTREGAR UN PLUVALOR DE LA SOCIEDAD.


En sociedades donde la estructura específica de poder está montada,
1. sobre conciencias individuales sin conciencia ética ( como decir, ante un mal social grande, todo vale, todo es lícito);
2. sobre una cultura instrumental de la legalidad ( como decir, la ley presenta dos rostros, es obligatoriedad para los subordinados, pero es discrecionalidad para los dominantes);
3. sobre el recuse de “acción antipatriótica o cuando no, subversiva” de toda crítica que lo conmueva ( como decir, “si no estás con el poder, estás contra mí “);
4. y sobre una ciudadanía acrítica embobada con el carisma popular del líder y, por lo tanto, pastoreada como borrego por los Medios de Comunicación, todo lo que en ella diga o haga la cohorte cercana al príncipe, tendrá siempre el viso de acción legal, ética, legítima y hasta plausible.
Ayer no más leíamos ese formidable discurso del Padre Francisco José de Roux tan inspirado en una versión abierta de humanismo cristiano. (1) De entrada, nos llamó la atención una tesis que afirma que “la dignidad humana no puede incrementarse ni disminuirse”. Al glosarla, quizá de un modo un poco burdo, diríamos que por mucho que se la cultive, o por mucho que se la violente, siempre estará ahí como medida de lo humano. Pero, esto quizá en el plano de lo ontológico, pues, a escala simbólica, en ciertas sociedades con frecuencia uno se pregunta cómo hará el ser humano para aguantarse tanta mentira, tanta falsificación de lo real y tan enorme idealización de lo no real en unos plazos menores a 24 horas. Con inmenso dolor reconocimos que eso es lo que ha venido aconteciendo en Colombia desde hace más de siete años.
No pongamos sino un solo ejemplo. Por estos días los hijos del Mesías se han negado a entregarle a la sociedad lo que a ella le corresponde: Unos plusvalores, generados no por el trabajo propio sino por las decisiones públicas- o inocentes o interesadas- de quienes, a escalas territoriales distintas, dirigen el país. Y frente a tan tremendo descaro, en lo que a la ciudadanía respecta, nadie ha dicho nada. Y el poder absoluto ha aplaudido ese silencio. Nadie ha protestado. Y el poder absoluto ha bendecido la pasividad social. Más allá de la ciudadanía, unos pocos han acusado. Y el poder absoluto los ha reacusado de subversivos. Entre la ciudadanía, muchos han aplaudido. Y el poder absoluto los ha legitimado. Pero, ¿desde cuándo en esta sociedad se llegó a un extremo tal? Desde siempre. Pero, sobre todo, desde que hace siete años se instaló en el país una forma autoritaria de gobierno que, de modo voraz, se ha venido acrecentando hasta llegar a su forma actual de un gobierno absoluto que ya no cabe en su propia piel.
Este Atisbos 101 constituye una invitación a que pensemos que aquí no ha pasado nada. Y es que ha así ha sido porque en este país, en los últimos siete años, la condición ontológica de realidad sólo la ha alcanzado, lo tocado, lo mimado, lo empujado, lo bendecido, lo aplaudido, lo legitimado por la actual forma de gobierno. Solo es real, lo que toque Uribe. Hagamos de cuenta, entonces, que, en lo que a nuestra querida Colombia respecta, ninguna de estas cosas ha acaecido Ni siquiera las recurrentes rabietas del Mesías:
“Así, asuntos como la llamada “parapolítica”, que ha vinculado en su mayoría a amigos políticos del presidente; las inclinaciones delictivas de los antiguos paramilitares; sus confesiones y denuncias; el oscuro proceso de negociación de Ralito; la torcida y celestina ley “de justicia y paz”; las extrañas extradiciones de los jefes “paras”, sin atención alguna a las víctimas; las revelaciones de las mismas autodefensas, en un cerco cada vez más estrecho alrededor del Jefe del Estado; los llamados “falsos positivos”, que no son sino crímenes atroces, cuyo número va en aumento; los enfrentamientos presidenciales con la Corte Suprema de Justicia; el seguimiento a magistrados, inclusive los auxiliares, por parte del Gobierno; la llamada “yidispolítica”, que puso en tela de juicio la legitimidad de la primera reelección; la posible participación de integrantes de la familia presidencial en DMG; la demora del Estado en definir una línea de acción en el problema de las ”pirámides”; la posible financiación de DMG para la recolección de firmas para el referendo con miras a la segunda reelección; la extraña visita de alias “Job” a la Casa de Nariño -nunca explicada-; las interceptaciones telefónicas, tampoco explicadas a cabalidad, en el seno de la Policía Nacional - con la caída, como en el juego del dominó, de varios generales que aspiraban a su dirección; las interceptaciones y seguimientos del DAS a dirigentes de oposición; las interceptaciones a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia; la entrega de datos financieros y familiares de los magistrados al DAS cuando habían sido captados en función de la prerrogativa estatal de carácter tributario; los negocios de los hijos del Presidente de la República con DMG; los negocios de los jóvenes Uribe con la administración dirigida por su padre para obtener beneficios en relación con un terreno, y su posterior conversión en “zona franca”. (2)
En relación con el caso Mosquera, aceptemos que todo fue legal y ético; aceptemos también que no hubo ninguna presión indebida que haya manchado las decisiones tomadas; aceptemos que los tomadores de decisiones fueron tan neutrales y objetivos que pasaron por encima el hecho de que entre, los fortuitamente favorecidos, se encontraban los dos hijos del presidente; finalmente hagamos presunciones, todas a favor de los que se ganaron ese catedralicio plusvalor.
PERO,
Señores “suertudos”, por favor madruguen mañana a hacer cola en la Alcaldía de Mosquera para que paguen un impuesto que legalmente deben por el plusvalor creado. Nada de eso, de que las beneficiarias van a ser unas ONGs abstractas para que hagan una más abstracta inversión social. No. Ese dinero pertenece, por ley, a la Comunidad de Mosquera. Y por favor no se olviden de llevar un chequecito, bien antioqueño, por treinta mil millones de pesos.

1. Palabras del P. Francisco José de Roux, SJ., en la ceremonia de graduación de los estudiantes de la Universidad de los Andes., Bogotá, 21 de marzo de 2009.
2. “La segunda reelección de Uribe: No es un asunto político, es mediático
José Gregorio Hernández”, en Razón Pública” 11-05-2009..

ENTRE OBAMA Y URIBE NO HABRÁ MUCHO DE QUE HABLAR

Atisbos Analíticos N. 100, Santiago de Cali, marzo 2009, humberto Vélez Ramírez, profesor del Programa de Estudios Políticos, IEP, Universidad del Valle; Presidente de ECOPAZ, Fundación Estado*Comunidad*Paz, “Un nuevo Estado para un nuevo País”, humbertovelezr@gmail.com, atisbosanaliticos2000.blogspot.com,





ENTRE OBAMA Y URIBE NO HABRÁ
MUCHO DE QUE HABLAR.

(Tomado de, Vélez Ramírez, Humberto, OBAMA, OBAMANÍAS Y OBAMAPOSIBILIDADES Blanco, Negro o Amarillo ¿qué podrá hacer Obama?, Santiago de Cali, marzo 2009, versión digital, páginas 96-100)

“Una Introducción Invasora”, en, Atisbos Analíticos No 99, febrero 2009, http://atisbosanaliticos2000.blogspot.com


A manera de Prólogo
Como idea guía, advertimos que la lectura total o parcial o selectiva de uno u otro de estos 40 acápites, algunos un poco extensos para ser epigramas, la puede sugerir el abstract en su numeración correlativa.
Este prólogo constituye, más bien, una especie de introducción como conclusión. Y es que al pergeñar estas anotaciones, hemos llegado a la conclusión de que Obama es un político de nuevo tipo que, bien intencionado, no parece sugerir lo que no es ni disimular lo que es aunque insiste mucho en lo que quisiera hacer. Es decir, no lo encasillamos como hipócrita. Sabe a ciencia cierta que es presidente de un imperio y que, por lo tanto, su accionar se encuentra limitado por sus tendencias y leyes históricas. Esto no obstante, lo mueve e impulsa el más vigoroso deseo de ser un presidente “distinto”, distinto, sobre todo, de la derecha neoconservadora en la línea Reagan- Bush. Es por esto por lo que pretende reenfocarlo todo inscribiéndolo bajo “otro enfoque”, bajo otra mirada de análisis y de acción. Al ser así, podrá acercarse a la improvisación y hasta a fallas y vacilaciones muy marcadas. Por eso, a casi dos meses de su acceso al gobierno, sobre varios asuntos centrales sus partidarios se refieren más a sus opiniones que a sus políticas concretas.
Esto no obstante, un famoso psicólogo israelí, Sam Vaknin, especialista en Narcisismo y autor de “El Amor malo del Uno Mismo”, nos ha dicho precisamente lo contrario: Que Obama, de modo consciente o inconsciente, es una persona hipócrita, que será un presidente “distinto” precisamente porque conducirá a Estados Unidos a la ruina ahondando su actual declive como potencia hegemónica internacional. Lo caracteriza como un narcisista, y no como uno cualquiera (Nixon, Clinton), sino como un egotista patológico a la manera de Stalin, Mao y Hitler. En él, las posturas y el lenguaje corporal volarían más alto que sus palabras vacías, además de que mantendría trenzadas la realidad y la fantasía. La conclusión de Vaknin es categórica y contundente, “Hoy los demócratas han colocado todas la esperanzas en Obama, pero este hombre le podría poner fin a su fiesta”. “No es admirable, pensó, que Ahmadinejad, Hugo Chávez, los castristas, los de Hezbollah, los Hamas, los abogados de los terroristas de Guantánamo y naturalmente todos los enemigos jurados de América estén tan emocionados por el prospecto de su hombre en la Casa Blanca. América está al borde de la destrucción. No hay locura mayor que elegir a un narcisista patológico como presidente”. (1)
En Vaknin encontramos, desde la psicología política, una posición extrema sobre Barack, emparentada con la de los que, desde la política, piensan que así como el dos sigue al uno, Barack seguirá a Bush. Nosotros, por nuestra parte, pensamos que, limitado por las leyes históricas de un sistema imperial en caída estructural y circunstancial, Obama tendrá, sin embargo, su margen de acción y que nos deberíamos dar por satisfechos si en su país retrocede la injusticia social y si su gobierno contribuye a que en el mundo haya menos tiranos.
Pero, sea la que sea la orientación presente-futura de su gobierno, estas notas no tienen otra intención que la de ser un referente discursivo, entre otros quizá más maduros, para hacerle un seguimiento al gobierno de una nación que, nos guste o nos disguste, ha sido y será protagónica en la marcha de nuestros pueblos.
1. En Columnistas Libres, Bogotá, 28-02-2009; sobre artículos y diálogos de Vaknin, ver, http://www.afroarticles.com/

Abstract
32. Entre Obama y Uribe no habrá mucho de qué hablar.



*******************32******************
No es que nuestros gobernantes hayan corrido a escribirle a Obama y cuando lo diplomático los obligó, lo hicieron con fastidio in pectore, pues dentro de sus cálculos de ideas, de poder y de deseos un triunfo del wauaiano no les gustaba. En plena campaña electoral, así se expresó, con pésimo cálculo político, el Presidente colombiano sobre el candidato demócrata: “…es joven y tiene poca experiencia. De todas formas, yo no creo que Estados Unidos esté preparado para un presidente de color. Pienso que va ganar el candidato republicano McCain, quien para nosotros representa la continuidad de las relaciones políticas y comerciales” (73) Y al aterrizar discurso, le sirvió al candidato republicano como punta de lanza de su campaña en América Latina.
Triunfante Obama, el presidente colombiano empezó a dar pasos, ora sigilosos ora estridentes, orientados a congraciarse y ganar favorabilidad con el nuevo presidente negro de la muy blanca Casa. Estridente, por lo abultado de la delegación y por varias de las declaraciones emitidas por el líder de la misión, el Ministro de Defensa Juan Manuel Santos, fue el viaje realizado a Washington a finales de febrero del 2009. Hubo tapete rojo y zalemas diplomáticas, pero el gobierno recibió la advertencia: Que urgía modificar la Agenda, casi desmilitarizarla, bajarle el tono al viejo orden del día con el Plan Colombia, el narcotráfico y el TLC como puntos casi exclusivos; que en ella problemas como los derechos humanos, la protección de los sindicalistas, el medio ambiente, la Amazonía, las fuentes alternas de energía debían ganar la centralidad; y que todo eso lo manejarían por la vía diplomática con la participación de organismos multilaterales. (74)
No es que problemas como el conflicto armado, el narcotráfico, la ayuda militar y el TlC ya no interesen a Washington sino que, más bien, este gobierno se encuentra centrado en otros asuntos prioritarios, razón por la cual anteriores asuntos nuestros o han bajado su nivel de importancia o han adquirido nuevos significados o han empezado a inscribirse dentro de otro enfoque de análisis y de acción.. EL proyecto presupuestario presentado por Obama para el 2009, por ejemplo, refleja de modo adecuado esta última orientación: El Plan Colombia se verá afectado no tanto en el monto (para el 2009 se mantienen los 545 millones de dólares que, con seguridad, se recortarán en el 2010), sino en su composición o distribución interna con mayor énfasis ahora en los programas sociales y de reinserción. Por otra parte, de acuerdo con el texto presupuestario, el Departamento de Estado, para viabilizar el cobro de los dineros, debe presentar al Congreso un informe periódico sobre la situación de los derechos humanos en Colombia y comprobar que “el gobierno de Colombia está desmantelando las redes paramilitares” y que “ha cortado vínculos con ellas. (75) No se podrá olvidar, por otra parte, que al margen del impacto de los cinco mil millones dólares de ayuda norteamericana sobre la estrategia de contención de las guerrillas – ha sido éste el único pero notorio efecto de la Política de Seguridad democrática- el Plan Colombia resultó un fracaso en materia de reducción de la producción y de mercadeo de la droga. Fue a una conclusión así a la que se llegó en un estudio realizado por la GLAO, encomendado por el Vicepresidente Joe Biden. (76) Esto no obstante, no se podrá ocultar que en su actual estado de evolución, el conflicto armado colombiano continuará teniendo buena incidencia en la presión del gobierno colombiano sobre los Estados Unidos pues, aunque no afecte de modo grave su seguridad interna, gravita y continuará gravitando como factor de desestabilización a escala regional. Por eso El Plan Colombia, sea el que sea el enfoque en que se reinscriba, presenta visos de supervivencia.
En resumen, Colombia hoy por hoy, y en contraste con la mirada ideológica de la extrema derecha religiosa, no es un factor preocupante para la seguridad norteamericana y tampoco lo son las guerrillas. Esto significa que Colombia tendrá que hacer méritos para desandar pasos busheanos atrayendo la mirada del nuevo equipo de gobierno. Desgraciadamente ha empezado a hacerlo por una vía fácil y peligrosa, que terminará afectando la ya precaria soberanía nacional. Primero, abriéndole campo interno, tanto geopolítico como funcional, a una base que como la de Manta, el gobierno ecuatoriano, por dignidad nacional, ha ordenado clausurar Y en segundo lugar, enviando soldados y policías a Afganistán, a una guerra de la que ya se están retirando los aliados europeos y en la que la experiencia colombiana en materia de minados, contrainsurgencia y narcotráfico con seguridad será bien vista.
Por otra parte, en lo interno, el gobierno de Uribe no ha hecho nada por modificar el modelo económico en un nueva era en la que el 2009, como hace dos décadas 1989, significó la caída de otro muro, el muro del neoliberalismo, aquel con el que los países ricos taparon a los países pobres para que éstos no los pillaran practicando el proteccionismo y en el que, además, la cultura y la práctica de la guerra han entrado en barrena. Uribe continúa actuando como si nada hubiese cambiado en el mundo en el último año, como si la política de seguridad democrática ya no hubiese dado de sí todo lo que podía dar, como si Bush todavía lo estuviese esperando en la Casa Blanca para ir a “finquiar” y recondecorarlo como héroe de la libertad y como si Lula, sin estridencias, no se hubiese posicionado como el nuevo líder de América Latina.
Para participar en la Cumbre de las Américas, Obama estará en abril del 2009 en Trinidad y Tobago. Por estos meses, los 33 presidentes de América Latina, de modo directo o indirecto, están ejecutando acciones para que en esa reunión sus problemas e intereses centrales lleguen a la mente, a la agenda y al bolsillo del presidente Obama. Por eso, todos irán anhelantes de una reunión con él. Barack, con seguridad llegará al evento, como es de lógica para un temperamento como el suyo y para un momento como el actual, más dispuesto a escuchar y aprender de sus colegas, que a dar y ofrecer. Pero, como ha dicho Jeff Davidow, asesor de esa Cumbre, ésta será, más bien, “un test” sobre la capacidad que tienen los asistentes para crear un foro más estable en el que puedan buscar conjuntamente soluciones a la crisis, en ella se evitarían temas conflictivos como Cuba y el proteccionismo y, hasta allá no irá Obama como “un papá Noel con una bolsa con un regalo para cada presidente”. (76ª)
Con un Castro aterrizado pero pensando tras bambalinas; con un Chávez avanzado en socialismo del siglo XXI, pero con problemas para cohesionar esfuerzos latinoamericanos, Lula, por méritos propios, ha emergido como líder en el mundo y, particularmente, en y de América Latina. Aunque en la última década Uribe nunca jugó ese papel, ante Bush sólo fue líder de si mismo y de su proyecto guerrerista, no podrá dejar de afectarle ahora el ver cómo Lula, este 13 de marzo del 2009, ha entrado por la puerta de frente a la Casa Blanca como primer presidente latinoamericano recibido por Obama a los 52 días de posesionado. En concepto de muchos, Lula sería el único que podría modificarle a Obama la agenda de la reunión de Trinidad y Tobago. El Presidente de Brasil ha llegado a la Casa Blanca con tres mensajes interactuados: que como la acción bilateral era obsoleta, él estaba empujando y continuaría empujando por el multilateralismo en las relaciones internacionales, será lo primero que le dirá; que unas nuevas relaciones de vecindad de Estados Unidos con Latinoamérica pasaban por una apertura hacia Cuba, “nosotros, le dirá, vamos a sacar a la Isla del aislamiento y por eso Cuba debe regresar a la OEA; y que Venezuela quería acercarse a los Estados Unidos, será el tercer mensaje. Por estos días el BID señaló que en este 2009 el mundo ha entrado en su primera recesión planetaria desde 1945, final de la segunda guerra mundial. “Me ha impresionado por su realismo, escribió Francisco G Basterra en El País de Madrid, la afirmación del Ministro holandés de Finanzas de que, por primera vez desde 1945, tenemos una generación que duda seriamente si la próxima va a vivir mejor que ellos”. (76b)
Entre los asistentes a Trinidad y Tobago, estará el presidente de Colombia que durante la Administración Bush, con su equipo de gobierno y un grupo de lobbistas bien remunerados, se movió en Washington como Pedro por su casa, pero que ahora sabe que con Obama las reglas de juego han cambiado. Unas líneas atrás ya dijimos que el gobierno de Uribe está buscando modificar la estrategia de relaciones con la nueva administración estadounidense, pero sin ajustarse en lo interno para esa transición. Pero si con Bush, con quien tenía una clara identidad ideológico política tuvo que pagar un elevado costo político externo, en América Latina, sobre todo, con Obama, por lo que hizo- oposición a su elección- y por lo que son- dos mundos ideológico-sicológicos muy distintos- las dificultades de relación serán evidentes.
Para el actual gobierno de Colombia, sus problemas siguen siendo los mismos quizá mitigados por el éxito central, por cierto, único, en materia de contención de las guerrillas : Una guerrilla contenida pero no domada y con nexos comerciales con el narcotráfico; dificultades para financiar el final de la guerra con más guerra; una Seguridad democrática con visos de haber dado ya todo lo que de sí podía dar; aparición de una nueva generación de paramilitares; la droga en si como factor desinstitucionalizador; evidente desgaste de las reservas sociales de democracia; enorme deterioro de la vigencia de los derechos humanos; y un bajón significativo en la posibilidad de uso social intensivo y ampliado de las trampas de imagen. Pero, numerosas indicaciones señalan que para Estados Unidos esos ya no son problemas centrales y que, aunque seguirá abordándolos bajo otros criterios de enfoque, de análisis y de tratamiento, sin embargo, no volcará hacia ellos millonadas de dólares.
Al referirse al TLC Estados Unidos-Colombia, ha dicho el presidente del Bid, “sería grandioso llegar “a Trinidad y Tobago “con ese tema resuelto, o, al menos, con un camino hacia la solución”. (77) Sin embargo, por lo que acabamos de decir, si en Trinidad y Tobago se produce una reunión Obama- Uribe, con seguridad no será muy larga, pues por pasado de Uribe y presente de Obama no será mucho lo que tendrán para hablar.
De todas maneras, para el nuevo gobierno estadounidense no va ser fácil revertir, desde donde Bush y sus asesores de “Santa Fe IV” la dejaron, la situación colombiana en materia de droga y de conflicto armado. Ambos fenómenos y sus interacciones son un asunto objetivo que, independientemente del enfoque con el que se lo trate y de la prioridad que se le otorgue, interesa a Estados Unidos en sí mismo y por su impacto sobre la región. Lo primero que tendría que hacer Obama sería replantear con claridad, y obrar en consecuencia, la neodoctrina de Seguridad y Defensa de Estados Unidos línea Reagan-Bush que, en sus distintas versiones literarias, fijó como constante discursiva el proclamar y practicar que “somos una fuerza militar sin paralelo, tenemos el derecho de actuar en todo el mundo para imponer la economía de mercado y garantizar la seguridad energética y podemos atacar a quien consideremos una amenaza”.
Obama tendrá que evidenciar que “ha cambiado” y Uribe aceptar que un discurso así, tan cercano al suyo, ha perdido actualidad. Pero, sobre todo, tendrá que aceptar que, en lo externo, ha perdido el poder que poseía para inyectarle efectos y visos de verdad absoluta e inmodificable e incuestionable e irrefutable a su Estrategia de seguridad democrática.

martes, 10 de febrero de 2009

Atisbos Analíticos No 99, febrero 2009, Humberto Vélez Ramírez, Profesor del Programa de Estudios Políticos, Iep, Universidad del Valle; Presidente de ECOPAZ, Fundación Estado*Comunidad*Paz, “Por un nuevo Estado para un nuevo País”.
Mi nuevo Correo: humbertovelezr@gmail.com
Para acceder a los Atisbos Analíticos, con el próximo llegaremos al No 100, atisbosanaliticos2000.blogspot.com,



OBAMA, OBAMANÍAS
Y OBAMAPOSIBILIDADES


Entre la Esperanza y el Imperio ¿qué podrá
hacer este enorme negro?
(Libro)




UNA INTRODUCCIÓN INVASORA.

La idealización del personaje, la obamanía, nos está llevando a desconectar a Barack del mundo real, de ahí, las desmedidas expectativas que, frente a su condición de nuevo presidente, se han forjado. Urge, entonces, bajarle el tono al actor ubicándolo, más bien, en un horizonte de buenas posibilidades. El tiempo nos dirá si lo más importante de esta irrupción de Obama, ha sido la salida de Bush, lo que reduciría el problema a un simple asunto del triunfo de la moderación sobre la barbarie. Pero, a lo mejor lo posible se mueva un poco más allá, por ejemplo, hasta la firma de decretos que restauren algunos de los derechos perdidos en los últimos años por el movimiento sindical (a dos semanas de posesionado ya ha firmado tres) o a hasta decidir algunas medidas que permitan que en este mundo haya menos tiranos. En frenados comentarios a su posesión, prudente ha sido la posición de Fidel Castro, “Nadie, escribió, podrá dudar de la sinceridad de sus palabras cuando afirma que convertirá a su país en modelo de libertad, respeto de los derechos humanos en el mundo y a la independencia de otros pueblos. Sin embargo, a pesar de todas las pruebas soportadas, Obama no ha pasado por la principal de todas ¿qué hará el presidente cuando el inmenso poder que ha tomado sea absolutamente inútil para superar las insolubles contradicciones antagónicas del sistema?”. (1)
Para nosotros Obama constituye un “afuera” de dificultoso escrutinio sociológico, al fin y al cabo nuestra mirada sobre los Estados Unidos de América nunca alegará inocencia. Sin embargo, precisamente por eso, por tratarse de un “afuera”, quizá podamos barruntar y atisbar algunas cosas más o menos importantes sobre el presente y el futuro inmediato del nuevo mandatario. Por lo menos, plantearnos algunas preguntas e interrogantes.
Anticipémoslo de entrada. No pensamos que Obama vaya a revolcar las relaciones sociales en la sociedad norteamericana ni que vaya a modificar las formas imperiales que históricamente le han sido propias. Esto no obstante, pensamos que podrá hacer algunas cosas posibles e importantes. Por ejemplo, eso de decidir que en un año estará desmontado ese “Centro experimental de Torturas” del imperio llamado Guantánamo, constituye una decisión de impacto real y simbólico casi mundial. Claro que el año de plazo es ya una limitación impuesta por la burocracia heredada (2) y que eso de llevar a Bush, como reclaman algunos, a la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad, sería algo que, como requisito previo, exigiría un cambio radical en la estructura y funcionamiento de la dominación como fenómeno mundial. Esto es algo que Obama no ha prometido y que nunca lo hará.
Lo decimos sin ambages: En el mundo actual y en términos de relaciones de poder, es más lo que Obama podrá hacer en la línea de ese contrasentido radical llamado “humanización del capitalismo” que lo que muchos gobiernos de la nueva izquierda podrán avanzar hacia formas socialistas de vida.
Los politólogos han quedado sorprendidos: En una sociedad todavía fracturada por la discriminación racial, un negro sin hacer la clásica política pausada de largo plazo, aún más haciendo a corto plazo una política atípica, fue elegido para regir los destinos de la sociedad imperial más importante del mundo. Y en su discurso de posesión, ese negro dijo que, sin traicionar los principios ni los ideales de los padres fundadores de la república, haría cosas positivas distintas a las de su predecesor. De modo más preciso, así fijó el problema el escritor Héctor Abad Facio Lince en un aterrizado artículo en el que lanzó la pregunta ¿Cualquier presidente es igual?” : Los antiguos romanos, adelantó, “para pronosticar el futuro de su próximo César miraban el vuelo de los pájaros…Obama nos permite alimentar la ilusión , con las cabañuelas de sus primeros cuatro días de gobierno, de que nos esperan cuatro años, si no de sueños, al menos sí muy distintos a los ocho años de pesadilla de Bush”. (3)El nuevo presidente dijo en su discurso de posesión que las guerras se pueden ganar respetando las normas de los padres fundadores y que existen comportamientos decentes que no se negocian y que se debe volver la ciencia al lugar que merece y que Estados Unidos es una nación no sólo de creyentes sino también de no creyentes.
Pero, ¿cómo se hizo este negro que ha dado forma a un presidente, por lo menos, distinto si se tiene en cuenta su historia biográfica y lo poco o lo mucho que hasta ahora nos ha anticipado? ¿Cómo y por qué fue elegido?
Es lo que en este texto trataremos de observar y exponer del modo más pedagógico posible, aunque sin desprendernos de la academia que es nuestro espacio natural. Buscaremos apresurar otro lenguaje más accesible a un público amplio. Cada uno de los treinta epigramas que le dan forma al libro, posee una relativa independencia pudiendo ser leído a partir de la breve guía que sugiere el Abstrat. Esta Introducción, por su parte, constituye, más bien, un Ensayo de inducción al personaje.
Una hipótesis central, entre otras muchas, ha sido adelantada en Estados Unidos buscando responder a esa doble pregunta. Veámosla y glosémosla.
Cuando en la segunda parte de la década del ochenta, graduado ya en Ciencias políticas en Columbia, se puso a trabajar, abandonando un empleo económicamente prometedor, como organizador comunitario en las barriadas al sur de Chicago, se encontraba en una etapa más madura de un dificultoso proceso de búsqueda de identidad y pertenencia. Aunque, de modo directo, crudo y personal, no había sufrido la discriminación racial, el quién soy, de dónde vengo y para dónde voy lo acuciaba como nunca. Constituyó ésta una etapa decisiva de su historia biográfica. Un cosquilleo de insuficiencia, de encontrarse desdoblado, de ser “dos mitades”, de no estar completo, lo sacudía en su intimidad. En ese momento, a su lado espiritual ya no se encontraba Ann, su adorable y siempre solícita madre que hasta entonces lo había iluminado con sus ovalados ojos de trotamundos empedernida. Lo había dejado para que volara solo. Dos textos de “El Sueño de mi Padre” (4) son altamente expresivos deL estado de su espíritu. Sobre su nuevo oficio señaló, “En 1983 decidí ser organizador comunitario. No había mucha información sobre esta actividad. No conocía a nadie que se ganara la vida con ella. Cuando los compañeros de clase me preguntaban qué era lo que hacía exactamente un organizador comunitario, no podía darles una respuesta. En lugar de eso me pronunciaba respecto a la necesidad de un cambio. Cambio en la Casa Blanca, donde Reagan y sus acólitos continuaban jugando sucio. Cambio en el Congreso, sumiso y corrupto. Cambio en el talante del país…Cambio que no vendría de las altas esferas, diría yo. Cambio que vendría de la movilización desde la base”. Y al evaluar de modo crítico esa experiencia, esto dijo, “No tenía comunidad o tradiciones en las que pudiese arraigar mis creencias. Los cristianos con los que trabajaba se reconocían en mí, veían que conocía su libro, compartía sus valores y cantaba sus himnos. Pero, además, percibían que una parte de mí permanecía apartada, desaparecida, como espectador. Entonces vi…que sin un compromiso inequívoco hacia una comunidad de fe en particular, estaría condenado siempre a permanecer apartado en algún nivel, libre como lo era mi madre, pero también solo, como en última instancia, lo estaba ella”.
El no poder avanzar hacia el sueño americano, ese crudo y brutal ideario de “yo soy yo y mis competencias y mi mercado de trabajo y mi confort” no era en ese momento lo que atormentaba al joven Obama, pues, de haber permanecido en su anterior empleo, habría avanzado hacia ese ideal de eficacia, confort y felicidad. Lo que lo angustiaba en esa coyuntura de su vida era, más bien, el experimentar que “una parte de él” permanecía “apartada, desaparecida, como espectador”. Sentimiento éste expresivo de la intensa crisis de identidad y de pertenencia por la que pasaba.
Hasta ese momento de sus 25 a 30 años, la política “profesional” no hacía parte explícita de su proyecto de vida.
Trasladémonos ahora al 27 de julio del 2004 a la Convención demócrata a la que el ya senador Obama asistió por el Estado de Illinois. Su intervención en ese evento lo convirtió de repente en destacada figura política, lo metió en el disco duro de la política nacional e internacional. Desconocido todavía a escala nacional, el senador John kerry lo presentó esa noche como “el hombre que puede ayudar a sanar las heridas que hay en nuestra nación”. (5)
Obama se vino, entonces, con un sólido discurso de unidad nacional, por encima de lo que los dividía en lo racial, lo religioso y lo político partidista, discurso en el que, como un eje central, disolvió la distinción entre una “derecha” religiosa (republicanos) y una “izquierda” secular o no creyente (demócratas). Emergió así en el campo de la política como profesión, el Obama que para sentirse pleno y completo y colmado en su intimidad, se había acercado, en la segunda parte de la década del 80, a una comunidad de fe, The Church of Crist, en procura de colmar su identidad y anhelos de pertenencia. Se trató de un histórico discurso, emotivo e idealista además que bien formateado, en el que a su enorme carisma y convincente oratoria, agregó la inspiradora historia de su familia. De una familia que había aunado en “ella” varias razas, etnias y religiones. En esa pieza oratoria se refirió, sobre todo y ante todo, a un “único” Estados Unidos, que trascendía las divisiones políticas y raciales. “No hay, dijo, un Estados Unidos blanco y un Estados Unidos negro, sino los Estados Unidos de América.”
La escritura de su historia biográfica la había iniciado con la publicación en 1995 de “El Sueño de mi Padre”; ahora el discurso del, 2004 le brindó bases para continuarla con “La Audacia de la Esperanza”, su segunda Memoria autobiográfica. (6)
Una vez que el senador Kerry, candidato demócrata a la presidencia en el 2004, escuchó a su protegido, de aplaudido se convirtió en aplaudidor. Cuenta Stephen Mansfield (7) que el día anterior a la Convención, Obama se paseaba tranquilo por las calles de Chicago en compañía de su amigo el empresario Martin Nesbit mientras la gente lo asediaba deseosa de saludarlo. “Es increíble, le dijo Nesbit, pareces una estrella de rock”. Eso no es nada, le respondió Obama con seguridad, “si piensas que lo de hoy está bueno, espera a ver qué pasa mañana, mi discurso es bastante bueno”. (7) Y fue tan bueno que resonó en la nación entera. En unos cuantos minutos quedó instalado en el centro del escenario político de los Estados Unidos. Pero no solamente ahí, en esta época de la política simbólica, de repente se metió en la mente de los norteamericanos, siempre tan históricamente propensos, según las lógicas de su cultura política, a significar ungidos y predestinados a partir de una nación a la que todos imaginan providencialmente elegida. A partir de ese discurso, en la gente quedó la imagen-promesa de que Obama era un político creyente excepcional. Este personaje excepcional, en concepto de Estephen, no era otro que ése “muchachito delgado, que cree que para él también hay un espacio en los Estados Unidos”.
Pero, en mi concepto no se trataba de un creyente más, de esos que abundan en esa sociedad materialista epicúrea religiosa que, por encima de Darwin y del amplio despliegue de sus fuerzas productivas, cree en el creacionismo y en la que solamente hay un 3% de ateos. No. Se trataba, más bien, de un creyente de nuevo tipo, capaz de mirar a su país y al mundo con otra mirada, de leerlos desde otra cultura política distinta de la del conservadurismo religioso tradicional cuya expresión más paradigmática había sido el gobierno de Bush. Entonces, se trataba de un político creyente de nuevo tipo dotado de una visión liberal de “izquierda” vitalmente conectada a una fe religiosa. Es como si en el contexto latinoamericano surgiese o hubiese surgido, estoy pensando en Camilo Torres, un político creyente de nuevo tipo, dotado de una visión de izquierda socialista conectada a una inmensa fe en la teología de la liberación y que, a lo Obama, proclamase, “también nosotros tenemos fe, los que estamos a la izquierda de la política, creemos que la mujer tiene derecho a decidir si aborta o no y defendemos los derechos de nuestros amigos los homosexuales y nos interesamos por los pobres y confiamos que un gobierno grande puede ser uno que permita la justicia…También amamos a Dios…También tenemos pasión espiritual y creemos que nuestra visión de Estados Unidos surge de una fe vital. Ya no se nos tildará de no creyentes. Ya no podrán hacer que cedamos el terreno de lo espiritual porque la derecha religiosa no tendrá más nada que decirnos al respecto”. En la parte final de su histórico discurso del 2004, al referirse a los técnicos que dividían el país en Estados colorados (los republicanOs) y los Estados azules (los demócratas), dijo sobre éstos últimos, sus copartidarios, también nosotros “adoramos a un Dios maravilloso en los Estados azules”.
Atrás citamos a Estephen Mansfield, quien después de escribir “La Fe de George Bush” escribió un libro en la misma línea, la que correlaciona religión-política, titulado “La Fe de Barack Obama”. En un texto valioso, importante y coyuntural, proporciona buena información, así como algunas hipótesis cercanas a la antropología religiosa. Sobre el trabajo de Estephen, escribió Francisco Fuster, “es en parte una biografía espiritual de Obama, un recorrido por los principales hitos de su trayectoria dentro y fuera de la Iglesia, aquellos que han forjado esa personalísima fe que lo caracteriza…Es también un ensayo sobre la importancia de la fe en la política americana y sobre el uso que hacen de ella los partidos políticos. Su objetivo: acercar al público la visión teológica del candidato con una monografía destinada a acercarnos a uno de los aspectos de la personalidad de Obama que más ha llamado la atención” (8)
De acuerdo con Stephen lo que Obama buscaba era “hacer sonar la trompeta de la fe en una convocatoria que ya no dividiría al país en la derecha religiosa y en la izquierda secular” como si sólo los republicanos fuesen creyentes quedando los demócratas adscritos a la representación colectiva de no creyentes. Obama le habría salido al paso a ese imaginario social advirtiendo que los demócratas también eran creyentes, que en los Estados azules también veneraban a un “Dios maravilloso”. Con ello, Obama buscaba hacer desaparecer la religión como una fuente de divergencias y conflictos entre los estadounidenses. Esto no obstante, en nuestro concepto, Estephen se quedó corto en evidenciar cómo la “izquierda demócrata”, versión obama, tenía o, por lo menos, pretendía tener otra forma de leer políticamente a Estados Unidos y al mundo desde sus lógicas de fe religiosa.
Cuando Obama ingresó al cristianismo no encontró contradicción mayor entre su compromiso religioso y sus maneras de pensar y examinar la vida, pues The Church of Christ era una Iglesia portadora de una visión liberal radical. Fue por eso por lo que pudo escribir en “La Audacia de la Esperanza”, “Al comprender que el compromiso religioso no exigía que dejara de pensar de forma crítica ni que me desentendiera de la batalla por la justicia social y económica ni que me retirara del mundo de ninguna otra forma, pude caminar un día por el pasillo central de la Trinity United Church of Crhist para ser bautizado. Fue una elección no una epifanía y las preguntas que tenía no desaparecieron por arte de magia”. (9)
Decir que el pueblo norteamericano es altamente religioso; afirmar que en la historia electoral norteamericana el voto por razones religiosas o morales ha sido una constante; recordar que en las últimas décadas la derecha religiosa ha tenido una marcada influencia en el manejo ideológico y político de esa sociedad, constituyen frases casi de cajón. Hace siglo y medio cuando el sociólogo francés Alexis De Tocqueville llegó a los Estados Unidos, la gran influencia de la religión sobre las costumbres de la gente en todos los niveles, fue lo que más le llamó la atención. (10) Dada esta histórica situación de casi necesaria presencia de elementos religiosos en las conductas de los norteamericanos, algunos podrían pensar que la tesis de Obama sobre la construcción de una nueva forma de pensar y hacer política a partir del compromiso con una fe religiosa, podría arrastrar una buena dosis de simple táctica electoral. Pero no, la evidente correlación discursiva y empírica existente entre su trabajo en las barriadas de Chicago, su acercamiento a la liberalmente radical Church of Christ, su discurso del 2004 en la Convención demócrata y su elección como presidente señalan que de lo que se trataba era de una tesis-convicción. El cómo la llevará a la práctica en una sociedad de capitalismo imperial, constituye otro asunto, o mejor, el reto que deberá enfrentar como gobernante. Es lo que con otro lenguaje acaba de señalar el profesor Hernando Llano en su último “CaliCanto”, “Sólo el futuro nos revelará si es compatible tal escala de valores con la existencia del mayor imperio militar que haya existido en la historia, pues ella nos ha demostrado, desde Roma hasta el presente, que la República y el Imperio son irreconciliables en un mismo Estado. Si Obama logra esa proeza sin duda habremos entrado en una nueva era, la de una República cosmopolita y global, uncida por un hombre multiétnico y un gobernante tan insólito que merecerá el título de auténtico demócrata”. (11)
Ronald Dworkin, filósofo liberal y profesor de Derecho en Nueva York y Londres, en uno de sus últimos libros, “La Democracia Posible” (12), formuló cuidadosas observaciones sobre la salud de la democracia en los Estados Unidos. “Las elecciones del 2004, señaló, provocaron una traumática división. Los republicanos afirmaron que la victoria del candidato demócrata amenazaba la supervivencia, incluso la salvación de la nación…Constituiría un triunfo para Osama Bin Laden. Por su parte, los liberales se declararon defraudados, incluso asqueados, por los resultados de las elecciones.” De acuerdo con Dworkin la política en Estados Unidos, como nunca antes, se había polarizado y trivializado tornándose necesario sacarla de ese estado presentando una propuesta programática positiva.
Para muchos observadores cercanos al anterior diagnóstico, había sido eso precisamente lo que había hecho Obama entre el 2004 y el 2008, despolarizar y destribializar la política estadounidense mediante una propuesta que implicaba una relectura de Estados Unidos y del mundo, primero, desde los valores originarios de los Padres Fundadores de la República, y, segundo, desde un compromiso de fe religiosa.
Entre muchas otras, en este momento de la reflexión y el análisis, dos preguntas nos acucian. Primera: ¿hasta qué punto ese compromiso tan explícito y marcado de Obama con una fe religiosa, no va a afectar la ya clásica separación entre la Iglesia y el Estado propia de esa sociedad? Y segunda: ¿qué tuvo que ver Ann, la adorada madre de Obama, con el ingreso de este al cristianismo cuando ya tenía casi 25 años?
Digamos algo acerca del primer interrogante. Nadie como John F. Kennedy, católico militante, expuso de modo tan claro los principios y razones de esa necesaria separación. En un discurso del 12 de septiembre de 1960 precisó que no era “el candidato católico a la presidencia” sino, más bien, “el candidato del partido demócrata a la presidencia que, por casualidad, era católico”. Al ser ello así precisó que la fe personal de un candidato a la presidencia, nada tenía que ver con el ejercicio del cargo. (13) Por otra parte, de acuerdo con su cultura religiosa política los estadounidenses se han apropiado de un conjunto de valoraciones sociales positivas que favorecen la separación Iglesia y Estado. Por ejemplo, que los Estados Unidos no son una teocracia; que los líderes del país no gobiernan por derecho divino; que Iglesia y Estado son instituciones separadas; y que su Estado es un Estado laico tolerante que no permite que las religiones gocen de privilegios ni interfieran las decisiones políticas. Por otra parte, entre los cuatro puntos en que se puede condensar el calvinismo político, el cuarto precisamente señala que entre “El Estado y la Iglesia no debe existir ni alianza ni dependencia mutua”. (14) Finalmente, ya en un plano más concreto, en el de la acción social del Estado mediada por instituciones religiosas, el candidato Obama precisó, “Mi criterio general es que si una congregación o una Iglesia o una Sinagoga o una Mezquita o un Templo quiere prestar servicios sociales y acceder a fondos gubernamentales deben ser capaces de estructurarlos de modo que toda la gente pueda acceder a esos servicios, y de un modo que no veamos el dinero del gobierno usado para hacer proselitismo. Esta, por cierto, es una visión basada no sólo en la preocupación de que el aparato de Estado sea capturado por una fe religiosa en particular…La libertad de religión en este país, creo, es precisamente lo que hace a la religión tan vital”. (15)
Vayamos ahora a Ann, la madre de obama, a tratar de fijar su grado de influencia en el ingreso de su hijo al cristianismo. En general, se trató de una mujer formidable, ya lo veremos en uno de los epigramas, que lo inspiró a medida que iba sumando logros en su vida. También, con resultados positivos, con seriedad lo advirtió cuando, adolescente aún, tuvo tremendo bajón académico debido a su entrega circunstancial a la juerga universitaria, a la droga y al alcohol. Pero Ann no podía darle lo que no poseía. Había sido ella una mujer escéptica que miraba la religión como antropóloga, casi como el científico examina las células a través de un microscopio. Influenciado culturalmente por muchas religiones, hasta sus 25 años Obama nunca profesó una en particular. De cara a las religiones, dos asuntos aprendió Obama de su madre, el respeto a todas ellas y un desapego prudente con respecto a la experiencia religiosa. Por lo tanto, Obama ha sido el primer presidente norteamericano que de niño no tuvo religión. El legado de Ann, escribió Estephen, podría haber sido ése, “si el joven no hubiese logrado ver lo horrible que era el precio de todas las creencias”. Por lo tanto, en nada incidió Ann en el ingreso de Barack a The Church of Christ.
Se hace claro así que la relación de Obama con este templo no fue meramente instrumental sino, ante todo y sobre todo, substantiva. A la luz de la cultura política colombiana- sociedad en la que, por las dos vías, la relación Iglesia-Estado ha sido, sobre todo, instrumental- dificultoso se hace comprender cómo la fe religiosa pueda ser una fuente de inspiración para un cambio estructural y funcional del país cuando hasta ahora ella ha funcionado como un factor de sustentación y de consolidación de un establecimiento social injusto, antidemocrático y propiciador de la violación de los derechos humanos.
Al terminar esta Introducción nuestro deseo no puede ser otro que el de que estas notas “Obama. Obamanías y Obamaposibilidades” alimenten reflexiones y posiciones críticas sobre el presente y futuro de esa sociedad imperial y sobre sus relaciones con el mundo en general y con América Latina en particular.



1. Castro Ruiz, Fidel, “Reflexiones del Compañero Fidel”, http://verbiclara.nireblog.com/pog-/S
2. Oszlak, Oscar, “La criptona de Superobama”, en, Página 12, Buenos Aires, 01-12-09.
3. Abad Faciolince, Héctor, “¿Cualquier Presidente es igual?, El Espectador, domingo 25 de enero de 2008, p.40.
4. Obama, Barack, los Sueños de mi Padre: Una Historia de Raza y Herencia, Almed, Granada, 2008.
5. Sobre la Convención demócrata en el 2004 y el papel que en ella cumplió Obama, ver, OBAMA ABRE LA Convención demócrata del 2004, http://obama-presidente.infobae.com/video-democratas
6. Obama, Barack, La Audacia de la Esperanza: Cómo restaurar el Sueño americano, Península, Barcelona, 2007.
7. Mansfield, Stephen, La Fe de Barack Obama, Grupo Nelson, Una división de Thomas Nelson Publishers, Nashville, Dallas, México D.F, Río Janeiro, Beijing, versión electrónica.
8. Ver, http:www.ojosdepapel.com/index.aspx?article=2917
9. Obama, Barack, La Audacia de la Esperanza, p.222.
10. Tocqueville, Alexis, La Democracia en América, Alianza Editorial S.A. Barcelona, 2002.
11. Llano, Hernando, “Obama: Entre el Mito y la Mitomanía de la República norteamericana”, 01-25-09, http://www.calicantoopinion.blogspot.com/
12. Dworkin, Ronald, La Democracia Posible, Editorial Ibérica, España., 2008.
13. http.www.ojosdepapel.co
14. http: //revistalibertaddigital.com/
15. http:// beliefnet.com/ , 01-30-08.

lunes, 12 de enero de 2009

Atisbos Analíticos No 98, Santiago de Cali, enero 2009, Director, Humberto Vélez Ramírez, profesor del Programa de Estudios políticos y Resolución de Conflictos, IEP, Universidad del Valle; presidente de ECOPAZ, Fundación Estado*Comunidad y Paz,”Por un nuevo Estado para un nuevo País”, atisbosanaliticos@gmail.com , hvr@coldecon.net.co
Para acceder a los Atisbos, atisbosanaliticos2000.blogspot.com



EL DEL XXI, EL SIGLO DE LOS DERECHOS
HUMANOS COMO PRÁCTICA POLÍTICA.

Hacia una lectura neomarxista del problema

Abstract

1. Los derechos humanos no son un simple asunto académico, su dimensión ideológica también es central aunque, en la actualidad, se sobre-impone su carácter político práctico.
2. Al hablar de derechos humanos no se trata sólo de hechos faustos sino también infaustos, al fin y al cabo, “ser humano es aquel que, poseyendo dos rostros, es capaz de ascender como ángel a las cimas de la bondad, como de descender como demonio a las simas de la perversidad”.
3. “Al hablar de derechos humanos postulamos así la necesidad de estudiar, para cada sociedad en particular, el origen y desarrollo histórico de esas reivindicaciones luchadas políticamente desde los sentidos que en cada una de ellas han alcanzado la libertad y la dignidad humanas, ya como representación simbólica ya como realidad, en las distintas etapas de su historia”.
4. “En la segunda parte del siglo la positivización normativa de los derechos humanos fue una nota definitoria..En un mundo en su más elevado momento de desarrollo tecnológico y de sus fuerzas productivas, las relaciones sociales imperantes no fueron propicias al desarrollo moral y humano de los pueblos”.
5. “Para Marx los derechos humanos no son más que los derechos del hombre burgués…una ficción formal orientada a encubrir la exp0lotación y no el camino para la definitiva emancipación humana…Marx se había hecho prisionero de la versión ideológica de los derechos humanos ‘sin lograr entender lo que significan en la práctica…al margen de la ideología”.
6. “El punto de partida del análisis dialéctico de Marx …fue el hombre históricamente situado” y tanto el hombre proletario como el hombre burgués son hombres situados que poseen derechos, conquistados pero “derechos”, distintos pero “derechos”… “Habría que distinguir de derecho a derecho y eso sólo se logra por fuera de la ideología”.

7. “…los ya casi siete años de Uribe han sido los tiempos de un manejo casi exclusivamente ideológico de los derechos humanos…”.

8. “Pero, cojo resultaría evaluar la situación de los derechos humanos durante la presidencia de Uribe por fuera de una caracterización de su forma de gobierno”…

9. “Como estrategia de contención de las guerrillas, la Seguridad democrática, hasta ahora, ha resultado exitosa…”

10. En el 2004, al evaluar sobre el terreno la situación de los derechos humanos en Colombia, la ONU, entre otras conclusiones, señaló: “2. La Política de Seguridad democrática no puede ser considerada una Política de Derechos humanos”.

11. ¿Por qué será que los Mass Media no le han dado la difusión que merece un documento, y también una entrevista, de estos meses en el que con seriedad académica, desde el exterior, se llama la atención sobre el hondo deterioro de los derechos humanos en el país entre el 2002 y el 2008?. “Declaración de Bruselas sobre la Violación de los Derechos humanos en Colombia” (SEPT.2008)

12. “…durante el sexenio de Uribe, a pesar de la honda afectación de los derechos humanos…la bandera por alcanzar reivindicaciones efectivas en materia de derechos humanos la puso muy en alto la Minga de los pueblos indígenas. Desde la acción, con la palabra social y solidaria en la boca, caminó por todo el país. Fue la Minga de los pueblos la que, convertida en vanguardia y pagando de su propia alma colectiva un precio sangriento muy elevado, con sus cinco punto programáticos impuso las dinámicas y los tirmos de las luchas sociales. Su movilización pacífica por medio país, torpedeada de modo antidemocrático por la Seguridd democrática, constituyó una enorme e histórica conquista política”.



*********************1*******************

En el plano de lo simbólico, como angélicas han sido imaginadas las sociedades purificadas por la práctica de los derechos humanos- ¿cuantas habrá así en la actualidad en el mundo? – y como demonizadas, aquellas en las que su violación ha constituido una constante - a lo mejor, así lo son en su mayor parte-. De todas maneras, de cara a los llamados derechos humanos, en el mundo actual han primado tres posturas centrales:
1. El Jusnaturalismo que, en sus variadas versiones históricas, reinsiste en descubrir una verdadera, genuina y auténtica esencia humana. De todas maneras, no sobra advertir que los derechos humanos están lejos de ser una mera cuestión especulativo- teórico-académica o una simple historia de su positivización normativa.
2. El Oportunismo neoimperial que, jugando a la ideología, se enrostra los derechos humanos como máscara en procura de velar sus reales propósitos de expoliación, dominación y de atropello donde quiera que haga presencia. Versión particular de esta postura es la de aquellas formas subordinadas de gobierno- la liderada por Uribe es paradigmática en el mundo actual - en las que se hace un uso ideológico de la verborrea discursiva de los derechos humanos para encubrir los atropellos efectivos contra la democracia real. Esta dimensión ideológica de los derechos ocupa un lugar central en el mundo actual
Y 3. El Enfoque histórico de los derechos humanos que se pregunta por las conquistas, en clave de logros positivos o bienes primarios, que los pueblos han logrado para sus miembros en las distintas etapas de sus luchas históricas. Es por esta vía por donde los derechos humanos se transparentan, ante todo y sobre todo, como un asunto político práctico.
Avalando la importancia de la construcción conceptual y del debate teórico, los Atisbos se inscriben en esta tercera posición.



********************2********************
De acuerdo con la reflexión de Bobbio, los derechos humanos son un signo de los tiempos, signo que nos permite echar una mirada cautelosa pero confiada hacia el futuro. (1) Pero, no sólo se trata de avances humanos y de hechos faustos, expresión de la grandeza potencial de los seres humanos, sino también de retrocesos humanos y de hechos infaustos, manifestación de su inmenso potencial de perversidad. Al fin y al acabo, ser humano es aquel que, poseyendo dos rostros, es capaz de ascender como ángel a la cimas de la bondad, así como de descender como demonio a las simas de la perversidad. El ser humano es capaz del uso de la energía atómica para salvar vidas, pero también de la muerte atómica cósmica. Hasta dónde puede llegar el ser humano en una y otra dirección, constituye algo que sólo el análisis histórico crítico puede discernir aunque de modo relativo. Pero éste sólo se hace posible, primero, si se acepta que la lucha por los derechos humanos es una lucha esencialmente política y, segundo, si se considera esa lucha como parte crucial de la lucha de los pueblos por su emancipación progresiva lo que, de modo práctico, contribuye a la construcción de democracia real.


********************3********************

Los Atisbos se identifican, pues, con la concepción que de los derechos humanos nos ha ofrecido el profesor Angelo Papaquini de la Universidad del Valle, “Los derechos humanos son reivindicaciones de unos bienes primarios considerados de vital importancia para todo ser humano, que concretan en cada época histórica las demandas de libertad y de dignidad. Estas reivindicaciones van dirigidas en primera instancia al Estado. Y están legitimadas por un sistema normativo o simplemente por el reconocimiento de la comunidad internacional”. (2)
Al hablar de derechos humanos postulamos así la necesidad de estudiar, para cada sociedad en particular, el origen y desarrollo histórico de esas reivindicaciones luchadas políticamente desde los sentidos que en cada una de ellas han alcanzado la libertad y la dignidad humanas, ya como representaciòn simbólica ya como realidad, en las distintas etapas de su historia. Por lo tanto, en algún lugar concreto del mundo la lucha por esas reivindicaciones de bienes primarios, en el orden histórico debió preceder a su conceptualización sistemática y a su positivización normativa. En buena medida, la teoría de los derechos de varias generaciones es una teoría de factura histórica, pero con el inconveniente de que, en su versión liberal, el acceso de la ciudadanía a esos bienes primarios es presentado no como producto de la lucha política sino, más bien, como historia de las benignas concesiones de un Estado magnánimo. Por otra parte, también se incurre en el error de presentar los cuadros clínicos de hondo deterioro de los derechos humanos como “pequeños daños colaterales de endebles errores en la puesta en práctica de la democracia” todo ello solucionable mediante “pequeños ajustes a la ideología liberal” y no como lo que es, “la consecuencia inevitable de las fuerzas productivas en relaciones sociales de explotación”. (3)

********************4********************

En la segunda parte del siglo XX la positivización normativa de los derechos humanos fue una nota definitoria. Estos, como discurso formalizado, estuvieron a la orden del día. El 10 de diciembre de 1948, 48 de 56 países de la ONU, el 87% de sus miembros, suscribieron la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Tras dos guerras mundiales, tras el holocausto nazi y el drama de los Estados totalitarios, episodios todos ellos anti-derechos humanos, urgía recuperar un horizonte más humano. Esto no obstante, el mundo con celeridad continuó barbarizándose. Vino después la doctrina de la Seguridad nacional en la que se inscribieron las dictaduras latinoamericanas. La Guerra del Vietnam. Los campos de muerte de Camboya. Las atrocidades de Ruanda. El exterminio étnico de la exYugolavia. Pinochet. La invasión de Irak. Las Masacres de Darfur y de Colombia. En un mundo en su más elevado momento de desarrollo tecnológico y de sus fuerzas productivas, las relaciones sociales imperantes no fueron propicias al desarrollo humano y moral de los pueblos.
El documento suscrito por los miembros de la ONU decía que todos teníamos los mismos derechos independientemente de las condiciones de raza, sexo, etnia, clase, nacionalidad y religión. Esto no obstante, enormemente desigual es y ha sido el desarrollo real de los pueblos en materia humana y ello por razones asociadas, primero, a las formas de gobierno imperantes en cada sociedad (en muchas de ellas no cabe la lógica de los derechos humanos); segundo, a las formas predominantes de organización social de muchas de ellas (se trataba de estructuras sociales generadoras de permanente violencia); tercero, al bajo nivel que en la mayoría de ellas ostentaban las luchas políticas y civiles por acceder a los bienes colectivos considerados como importantes para todos sus miembros); cuarto, al predominio de precarias valoraciones sociales de lo humano; y, quinto, a especificidades de la cultura de cada pueblo.
Fue así como más temprano que tarde, por razones históricas y no meramente ideológicas, se fue evidenciando la no universalidad de unos mismos derechos para todos los pueblos del mundo. En el mismo seno de la ONU nunca se volvió alcanzar ese 87% que alcanzó la Declaración de 1948. En la actualidad la conforman 192 miembros, pero cada vez menos países suscriben los Acuerdos Globales.

********************5********************

En “La Cuestión Judía” Marx presentó su concepción de los derechos humanos. Para el profesor Delfín Ignacio Grueso, “quien quiera entender el pensamiento de Marx, debería tomar en consideración este texto corto y revelador”. (4)
Para Marx, los derechos del hombre no son más que los derechos del hombre burgués, vale decir, del hombre privado al que la sociedad burguesa conduce de modo exclusivo a la búsqueda egoísta de sus fines, “Ninguno de los derechos humanos va, por tanto, más allá del hombre egoísta, del hombre como miembro de la sociedad burguesa, es decir, del individuo replegado en sí mismo, en su interés privado y en su arbitrariedad privada”. (5) Esos derechos no son más que una ficción formal orientada a encubrir la explotación y no el camino para la definitiva emancipación humana. Una crítica directa e importante de la postura de Marx fue la formulada por Claude Lefort (6) para quien, al pertenecer los derechos humanos al campo de lo político, posición no aceptada por Marx, la lucha por ellos se constituía en la posibilidad de una nueva relación con la política. De acuerdo con Lefort esos derechos no podían quedar reducidos al espíritu de la sociedad burguesa sino que estaban asociados a la construcción de sociedades democráticas perteneciendo, por lo tanto, al ámbito de lo político. No se trataba de desprenderse de la problemática de Marx, de abordar esos derechos en su dimensión ideológica, de examinar lo que ellos encubrían y velaban sino de abordarlos, también desde el ámbito de la política. De acuerdo con el chileno Carlos Riquelme, Marx se había hecho prisionero de la versión ideológica de los derechos “sin lograr entender lo que significan en la práctica…quedando ciego ante lo que en el propio texto de la Declaración aparece al margen de la ideología…Lo que Lefort nos muestra aquí es como Marx parece desconocer el alcance práctico de la Declaración de Derechos”. (7)

********************6********************

El punto de partida del análisis dialéctico de Marx no fue el hombre abstracto, simple sujeto de derechos; ni siquiera lo fueron las clases sociales, a éstas las descubrió en el proceso de investigación, sino el hombre históricamente situado, el hombre que en una sociedad concreta y en un momento dado de su historia produce bienes transformando la materia con su trabajo (El Capital), el hombre burgués de la Declaración de los derechos humanos (La Cuestión judía). Tanto el uno como el otro son seres históricamente situados. Y tanto el hombre burgués como el hombre proletario “poseen” derechos, conquistados pero “derechos”, distintos pero “derechos”. Por lo tanto, al margen de la Declaración y de su listado de derechos, habría que distinguir de derecho a derecho y eso sólo se logra realizar por fuera de la ideología, que es una representación falseada que busca tapar realidades. Esa distinción sólo se logra visualizar en el ámbito de la política y de la lucha de clases. El derecho a la libre competencia ni la va ni le viene al proletario, pero sí tienen que ver con él las libertades de pensamiento, de escritura, de organización, de protesta etc., es decir, el conjunto de lo que podría denominarse los Derechos de los Trabajadores. Por exigencias de subsistencia y de reproducción, algunos de los derechos los tendrá que reconocer el sistema; otros tendrán que ser conquistados en la lucha política y a muchos de ellos, a los humanamente más dignos y elevados, sólo podrá acceder a medida que, en otro contexto de relaciones sociales, vaya marchando hacia su emancipación definitiva.
Como se podrá observar, es desde una mirada así como se logra evidenciar que los derechos humanos pertenecen al ámbito de lo político práctico.


********************7********************

A escala nacional, los ya casi siete años de Uribe han sido los tiempos de un manejo casi exclusivamente ideológico de los derechos humanos. Se ha insistido y reinsistido en ellos como una forma de tapar y velar su violación efectiva, sobre todo en términos, primero, de afectación de las menguadas reservas de democracia que la sociedad había acumulado y, segundo, de desmonte real de la posibilidad de una paz políticamente negociada. También en Colombia, como ha ocurrido en casi todo el mundo, el precio de la re-guerra, vale decir de la Estrategia de Seguridad democrática, han sido la afectación de la democracia y de las posibilidades de una paz negociada como presupuesto necesario para la protección efectiva de los derechos humanos. En la visión de Atisbos, el problema no es si Uribe es o no es “algún tipo de demócrata”, quizá sí lo es, sino, más bien, si su política de seguridad democrática ha afectado o no ha afectado unos acumulados históricos de democracia incrementando , por esa vía, la violación efectiva de los derechos humanos.
Veámoslo en clave de condensación analítica.

********************8********************

Pero, cojo resultaría evaluar la situación de los Derechos humanos durante la presidencia de Uribe por fuera de una caracterización de su forma de gobierno. En apretada síntesis la caracterizamos así: se ha tratado de un forma extrema bonapartista de presidencialismo que, apalancada, primero, en una forma espúrea de democracia representativa, segundo, en una dictadura civil mediática con fines de ganar popularidad y, tercero, en la sujeción explícita al centro imperial de Bush, agencia, vehicula y cristaliza los intereses estratégicos de la fracción financiera del gran capital por la vía de una política pública de inspiración neoliberal comunitarista en la que la estrategia de seguridad democrática orientada a la derrota de las guerrillas, impone sus lógicas, dinámicas y ritmos de priorización.
Estos son, entonces, los elementos definitorios de esta forma de gobierno: 1.presidencialismo bonapartista extremo; 2.democracia espúrea de representación; 3.dictadura civil mediática orientada a ganar popularidad; 4. sujeción explícita a un centro imperial 5.predominio de los intereses estratégicos de la fracción financiera del gran capital; 6.política de seguridad democrática orientada casi exclusivamente a la derrota de la guerrilla; 7. neoliberalismo comunitarista.

********************9********************

Como Estrategia de contención de las guerrillas, la Seguridad democrática, hasta ahora, ha sido exitosa. Las Farc, por cierto, han sido frenadas en su proceso de ascenso y de auge político-militar característico de las dos últimas décadas del siglo XX. ¿Cómo? Mediante una costosa y relativamente orgánica política estatal que, agotada en lo militar, se focalizó hacia las Farc como casi único factor de violencia movilizando, por otra parte, como actores y militantes de la causa de la guerra a unos tres millones de civiles. ¿Consecuencias?
A. Bélicas: militarmente contenidas, las guerrillas todavía no han sido derrotadas encontrándose alejadas de los límites militares y sicológicos más allá de los cuales no queda sino una necesaria capitulación.
B. Políticas: el país ha quedado en manos, primero, de la delincuencia común; segundo, de unos exparamilitares ejecutivos que, no obstante las aparentes resinserción y castigo, le cobraron al Estado, bajo la forma de la parapolítica y de una benigna extradición, la elevada deuda de apalancamiento militar que los sucesivos gobiernos nacionales, regionales y municipales tenían con ellos; tercero, de un reproducido paramilitarismo de nuevo cuño cubierto bajo el nombre de “Aguilas Negras”; y finalmente, de un mesías, mientras más popular menos legítimo, con una amplia base de uribistas de mucho corazón pero sin partido ni ideología.
C. Financieras: el gobierno lo sabía y lo ha experimentado, para una guerra “eterna” no existen recursos “eternos”, por eso fue que en un principio, pensando más en los recursos que en el potencial militar del enemigo, el gobierno se fijó 18 meses para derrotarlo o, por lo menos, colocarlo en condiciones de casi obligatoria capitulación. Vencido ése plazo, éste se fue ampliando de fecha en fecha hasta llegar 2008 como el año militarmente más exitoso para el ejército colombiano. Ahora en el 2009, los técnicos de la guerra a toda hora nos dicen que la serpiente guerrillera ha sido herida de muerte pero que todavía colea necesitando, por lo tanto, otros cuatro años de uribismo para ponerle punto final a la operación Uribe, es decir, para ponerle punto final a un inexistente conflicto armado. Sin Bush en la presidencia; con el hasta ahora antiruribista Obama liderando su estancado neoimperio; con la economía norteamericana mordiendo sólo hacia adentro; con la economía colombiana pagando el costo de la profundización del “subordinaje”, ¿cómo y por dónde alimentar por cuatro años más la ya costosa política de seguridad democrática?. Para salir del atolladero, a un gobierno que ya ha probado en la práctica ser la expresión de los intereses estratégicos del gran capital- recordar por ahora la reforma laboral y el manejo a la cuestión de las Pirámides- sólo se le podrá ocurrir acudir al recorte de lo social.
D. Culturales: durante el sexenio de Uribe los niños han aprendido que a los enemigos políticos se los derrota eliminándolos mientras que una masa crítica de mayorcitos ha asimilado que los conflictos sociales sólo se resuelven por el método de las armas. Por lo tanto, una paz lograda mediante la combinación del fusil, de la intolerancia y del odio no podrá ser sino una paz culturalmente desgraciada. En una sociedad así, sólo se enhebrarán valoraciones sociales polarizantes; por esa vía, sólo se logrará reconfigurar un país materialmente desarmado pero simbólicamente armado. Es decir, una paz a la colombiana como nos lo ha logrado evidenciar el escrutinio histórico.
E. Finalmente, la otra gran consecuencia de la política de seguridad democrática ha sido ética: durante este sexenio muy prácticamente nos han enseñado a todos que, en caso de guerra, todo ésta permitido, que todo vale, que existen perversidades en las cuales es necesario incurrir. Para un alto porcentaje de colombianos pecados veniales, por necesarios, han sido el corte de manos guerrilleras por cinco mil millones de pesos, la irrupción violenta del ejército colombiano en territorio ecuatoriano, la premiación económica a agentes del Estado por presumir o aparentar estar cumpliendo su obligación de capturar, afectar o matar enemigos, los miles y miles de falsos positivos, la captura masiva de miles de campesinos “con tal de que caiga un guerrillero”, la yidis política generadora de una reelección presidencial, la empatía social y estatal y empresarial con los paramilitares…Esa versión radical y deformada de la ética de la situación que pregona que “bueno y lícito es todo lo que yo hago o hacen mis amigos y los amigos de mis amigos y malo e ilícito todo lo que hacen mi enemigo y sus amigos”, es una valoración social moral que, animada en el espíritu de la seguridad democrática, ha regulado muchas conductas colombianas durante este gobierno.
Como ya insinuamos, un cuadro así, no sólo afectó sino que ahondó la violación de los derechos humanos.

********************10********************

El pasado 10 de diciembre 43 países de la ONU estuvieron examinando la situación de los derechos humanos en Colombia. La materia prima a elaborar la constituyeron tres documentos, el primero un Informe del Gobierno de Uribe, el segundo un documento de ONGS colombianas y el tercero, un documento sobre las 27 recomendaciones que la Onu le hizo al gobierno de Colombia para enfrentar la situación de los derechos humanos en el país.
Se debe recordar que, entre febrero y marzo del 2004, la Onu examinó sobre el terrero el estado clínico de los derechos humanos en el país llegando a tres conclusiones: 1. La situación de los derechos humanos ha empeorado haciéndose cada días más grave; 2. La Política de Seguridad democrática no puede ser considerada una Política de derechos humanos; y 3. El cuadro clínico de los Derechos humanos podría mejorar si el gobierno acogía las 27 recomendaciones que la Onu le había hecho. (8) Como se podrá observar, ya en el 2004, la Comisión de la Onu, sobre la base de un diagnóstico en terreno de la situación, llegó a una conclusión radicalmente distinta a la del gobierno según el cual la vigencia de los derechos humanos se había recuperado siendo éstos, por otra parte, “el eje cardinal para recuperar el orden y la seguridad del país”. (9) Ahora en diciembre del 2008 en medio del escándalo nacional, pero, sobre todo, internacional, por los masivos “falsos positivos” (miles de jóvenes asesinados por agentes del Estado y mostrados ante sus superiores como guerrilleros como una forma de ganar puntos para sus ascensos militares), el expresidente del Estado colombiano, Estado internacionalmente cazado in fraganti, no tuvo empacho en discursearle al mundo en la Onu, “" Siento verguenza por esta situación. Pido perdón a las victimas y prometo que ninguna de esas acciones quedara en la impunidad”.

********************11********************

Por economía de espacio y tiempo, no vamos a sobreabundar, pero en Colombia, no obstante que urge una Política integral de Seguridad, empezando por la seguridad alimentaria, una política de derechos humanos no cabe dentro del espíritu y, ni siquiera, de la letra de la Estrategia de Seguridad democrática. ¿Por qué será que los Mass Media no le han dado la difusión que merece un documento, y también una entrevista, de estos meses en el que con seriedad académica, desde el exterior, se llama la atención sobre el hondo deterioro de la situación de los derechos humanos en el país entre el 2002 y el 2008? El primero fue el amplio y sesudo Informe llamado “Declaración de Bruselas sobre la Violación de los Derechos Humanos en Colombia”, producido por “El Tribunal Internacional de Opinión” del Parlamento Europeo en septiembre del 2008. Este tribunal fue presidido nada más y nada menos que por el sacerdote y sociólogo belga Francois Houtart, tan conocido en nuestro medio que, de acuerdo con la Encuesta de Inestco a los jóvenes universitarios colombianos, sus estudios figuran entre los más leídos e influyentes en las universidades colombianas. (10) Pues bien, en una condena de más valor moral y político que jurídico, así concluyó el Tribunal: “En función de estas consideraciones…el Tribunal confirma las sentencias de los Tribunales Internacionales de Opinión precedentes y declara: al Gobierno de Colombia culpable de crímenes contra la humanidad. Se espera, al contrario, que se tomen iniciativas para parar las violaciones que se cometen en el país y apoyen la construcción de una sociedad democrática, sobre la base de negociaciones políticas y de instituciones renovadas”. (11) Por otra parte, cuatro días antes de la reunión de Ginebra para examinar el caso colombiano, más en concreto el 6 de diciembre del 2008, Gorka Castillo entrevistó al abogado español Mauricio Valiente miembro coordinador del grupo de especialistas forenses llamado “La Plataforma La Justicia por Colombia”, grupo muy metido, sobre el terreno, en el estudio de las llamadas ejecuciones extrajudiciales en el país. En opinión del abogado, esas ejecuciones venían desde el 2002 y, parcialmente, habían sido financiadas “con fondos de la Cooperación Internacional”. Se calcularían en 2.100 las víctimas. Habría un documento secreto de 15 páginas del Ministerio de Defensa Español conocido por el Grupo de la “Plataforma”. De acuerdo con Valiente, este documento contradecía al presidente Uribe que negaba que existiese una política de recompensas. Señaló el abogado que al conocerse en Colombia que 20 jóvenes de clase baja desaparecidos en Soacha, habían sido asesinados y presentados ante la sociedad como guerrilleros para cobrar recompensas, Uribe había montado en cólera contra el autor de tan falaz información, pero que en los días subsiguientes le había bajado el tono a las agresividad reconociendo que esa atrocidad era “cierta, aunque no generalizada, en unas fuerzas armadas modélicas con los derechos humanos”. Finalmente, Valiente enfatizó que en Colombia se estaba produciendo un cambio “en las maneras de violar los derechos humanos”: los autores más importantes de las violaciones ya no eran los grupos paramilitares “sino que ahora son miembros de las fuerzas de seguridad del Estado y militares” con el agravante de que “los fondos para las multimillonarias recompensas proceden de las áreas del Estado y de otras provenientes de la cooperación internacional”.

********************12********************

Esto no obstante, durante el sexenio de Uribe, a pesar de la honda afectación de los derechos humanos y de las reservas de democracia, la bandera por alcanzar reivindicaciones efectivas en materia de derechos humanos la puso muy en alto la Minga de los pueblos indígenas. Desde la acción, con la palabra social y solidaria en la boca, caminó por toda Colombia. Fue la Minga de los Pueblos la que, convertida en vanguardia y pagando de su propia alma colectiva un precio sangriento muy elevado, con sus cinco puntos programáticos impuso las dinámicas y los ritmos de las luchas sociales. Su movilización pacífica por medio país, torpedeada de modo antidemocrático por la seguridad democrática, constituyó una enorme e histórica conquista política.


1.Bobbio, Norberto, “Los Derechos Humanos Hoy en Día”, en, Norberto Bobbio: el filósofo y la política, Antología, Fondo de Cultura Económica, México, 1996, pgs. 193-202.
2.Papaquini, Angelo, Filosofía y Derechos Humanos”, Editorial Facultad de Humanidades de la Universidad del Valle, Cali, 1995, p.22. Moreno Rincón, Boris Eduardo, Las Fantasías de los Derechos humanos Letras de Ira y de Delirio, en, el Salmón, Edición No 1, julio 2008.
3.Moreno Rincón, Boris Eduardo, Las Fantasías de los Derechos humanos Letras de Ira y de Delirio, en, el Salmón, Edición No 1, julio 2008.
4.Grueso, Delfín Ignacio, “Estado, Religión y Emancipación en la Cuestión Judía de Marx”, en, OBRAS CLÁSICAS del Pensamiento Político, Unidad Gráfica de la Facultad de Humanidades de la Universidad del Valle, 2002, pgs.235-255
5.Marx, Carlos, La Cuestión Judía, CS Ediciones, Buenos Aires, 1999, p.23
6.Lefort, Claude, La Invención democrática, Ed. Nueva Visión, Argentina, 199º.
7.Riquelme, Carlos, “Los Derechos humanos como práctica política”, Programa Magíster en Filosofía, Universidad de Chile.
8.www.voltairenet.org/article121146.htlm
9.Colombia Presidencia de la República-Ministerio de Defensa Nacional “Política de Defensa y de Seguridad Democrática”, 2003.
10.Rojas Carvajal, Alpher, “Los nuevos hijos de la Libertad”, Instituto de Estudios Socialales. Inestco, enero 2009.
11.“Declaración de Bruselas sobre la Violación de los Derechos humanos en Colombia”, Tribunal Internacional de Opinión del Parlamento Europeo, sep.2008.
12.Entrevista de Gorka Castillo a Mauricio Valiente,“España debe exigir Explicaciones a Colombia”, en, Público, España, diciembre 6 2008.