sábado, 16 de enero de 2010

Atisbos analíticos 109, Enero 2010

EL PENTÁGONO COMO IMPERIO, MÁS SEIS;
OBAMA COMO PROMESA, MENOS CINCO:
UNA REALISTA CALIFICACIÓN.

INTRODUCCIÓN
Para hacerle un seguimiento, desde las lógicas de los intereses de América Latina, al liberal demócrata Obama, que venía precedido de una linda historia biográfica, fue por lo que escribimos “OBAMA, OBAMANÍAS Y OBAMAPOSIBILIDADES”. Al cumplirse su primer año de gobierno, es claro que el Pentágono, la máxima expresión institucional del Imperio ha triunfado, sobre todo en lo que a la región surmamericana se refiere, sobre un presidente que, como mínimo, prometió ser distinto de su predecesor, lo que no era irrealista al tratarse de George Bush. Al iniciarse este 2010, tres eventos sobre todo, nos señalan que la relación de poder se ha venido resolviendo a favor del Imperio. Han sido ellos, una conducta casi cobarde frente al bloqueo a Cuba, el zigzagueo finalmente derrotista de cara al golpe de Estado en Honduras y la regalada instalación de siete bases militares colombianas en el corazón y en las necesidades imperiales del Pentágono.
En el prólogo al citado libro, Fernando Cruz Kronfly recogió, con su palabra densa y bonita, nuestro horizonte de inspiración. Dijo que el autor consideraba que lo que podía esperarse de Obama “no es mucho, aunque lo poco que pueda hacer en la dirección de su liberalismo democrático resulte demasiado importante como para considerarlo irrelevante y secundario”. Al cumplirse el primer año de Obama en la presidencia, dada la brevedad del tiempo, continuamos pensando lo mismo: no será “mucho” lo que podrá hacer, pero el tiempo nos hará ver que Obama no seguirá a Bush con la misma lógica que el dos sigue al uno. Releemos ahora el texto en la página 24, “Obama tendrá su margen de acción…y deberíamos darnos por satisfechos si en el capitalismo maduro retrocede la inequidad social y si su gobierno contribuye a que en el mundo haya menos tiranos”. Obama no le mintió al mundo cuando hace unas pocas semanas atrás envió tropas extras a Afganistán, pues en plena campaña electoral había previsto esa posibilidad, la de fortalecer en lo cuantitativo “su guerra”, la única guerra que él consideraba como necesaria para los Estados Unidos.
En la página 81 del citado libro le damos una forma más concreta a nuestra posición cuando señalamos que “lo que el observador logra aprehender es que en los Estados Unidos por estos días (nos referíamos a los de su elección y posesión) se ha desatado un conflicto real entre los entresijos del poder, manifestado en un divorcio entre la cabeza y la maquinaria. Este parece funcionar sin obedecer a la cabeza…Obama diciendo y pensando una cosa y el gobierno que detenta haciendo otra. El presidente hablando de paz, de retiro de tropas, de derechos humanos y su gobierno haciendo la guerra, negando el retiro de tropas, violando como es su tradición los derechos humanos y lanzando golpes de Estado por doquier…A este respecto, nuestra hipótesis abierta y precisa es la siguiente: el real o sentido divorcio entre el presidente que dice y que ordena y el gobierno que continúa ejecutando lo contrario, no es más que el divorcio entre el presidente constitucional y el efectivo poder imperial”. Entonces, es a la luz de esta hipótesis que hoy, al año de su posesión, podemos decir que el Pentágono, no obstante la evidente caída del imperio, le está ganando la pugna al presidente.
De cara a la vertiginosa caída de la imagen del nuevo presidente, no nos interesa en este momento la defensa del ya citado libro. Si, en algo o en mucho, nos equivocamos o acertamos, nos equivocamos o acertamos y punto. Ese libro no es más que un marco hipotético para hacerle un seguimiento de cuatro o de ocho años al nuevo presidente norteamericano y en esta línea lo que nos interesa es fijar y precisar sus contenidos. Es por esto por lo que ahora cuando el país ha entrado a una coyuntura definitiva para su futuro, la de la reelección o no reelección de Uribe, presentamos a los lectores de los Atisbos el Epígrafe No 41 titulado “La relación Obama-Uribe: los Estados Unidos sólo necesitan ‘un centímetro de territorio colombiano’ para reposicionarse en América Latina”. Los siguientes son los temas tratados en este Epígrafe:
1. El presidente Uribe: punta de lanza, real y simbólica, de la campaña de Mackein; 2. Apenas posesionado, Uribe, sin mayores resultados, buscó un acercamiento; 3. El Plan Colombia, entre la contención de las guerrillas, éxito parcial de Uribe, y el fracaso de la lucha contra la droga; 4. En un segundo momento Uribe, con timidez, buscó aproximarse a Obama; 5. A Uribe no le ha importado la caída del Muro circular del Neoliberalismo; 6. La pequeña historia de una Servilleta trofeo: Otro intento de Aproximación; 7. La Visita forma de Uribe a Washington: Obama o la Pedagogía de la Diplomacia; 8. Entre Manta y las siete Bases colombianas; 9.En Estado Unidos, aunque lo exaltan, la reelección de Uribe no es bien mirada; 10. El Imperio y su Presidente constitucional, ¡le pagarán a Uribe el favor prestado?
Humberto Vélez Ramírez
humbertovelezr@gmail.com
atisbosanaliticos2000.blogspot.com

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La relación Obama-Uribe: los Estados Unidos sólo
necesitan 'un centímetro cuadrado de territorio
colombiano' para reposicionarse en América
Latina

1. El presidente Uribe: punta de lanza, real y simbólica, de la
campaña de Mackein

Estamos de cara a dos líderes, especiales en sí mismos, pero, sobre todo,
por sus marcadas y notorias diferencias personales y políticas.
No es que Uribe hubiese corrido a escribirle a Obama para congratularlo
por su victoria electoral. Pero, cuando las exigencias de la diplomacia se lo
impusieron, con seguridad que lo hizo con íntima molestia, pues dentro de sus
cálculos de ideas, de poder y de deseos el triunfo del hawaiano no le había
gustado. En plena campaña electoral, así se había expresado el presidente
Uribe sobre el candidato demócrata: "…es joven y tiene poca experiencia.
De todas formas, yo no creo que Estados Unidos esté preparado para un
presidente de color. Pienso que va ganar el candidato republicano McCain,
quien para nosotros representa la continuidad de las relaciones políticas y

14 Entrevista a Noam Schomsky, Eva Colinger, enviada por Oscar Delgado, osdelgad@
unirosario.edu.co
15 McCausland, Ernesto. La mascarada de Bariloche. ElTiempo.com, 02-09-09
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comerciales".1 Y, consecuente, actuó como punta de lanza de la campaña del
candidato republicano en América Latina.

2. Apenas posesionado Obama, Uribe, sin mayores resultados,
buscó un acercamiento

Triunfante Obama, el gobierno colombiano empezó a dar pasos, entre tímidos
y estridentes, orientados a congraciarse con el nuevo presidente negro de La
Casa Blanca. Tímidos por pena, dados los contrastes ideológicos y personales,
y estridentes, por lo abultado de la delegación que se fue a Washington a
finales de febrero del 2009, así como por algunas declaraciones ligeras del
líder del grupo, el ministro de Defensa Juan Manuel Santos. Hubo por cierto
tapete rojo y zalemas diplomáticas, pero el gobierno recibió una clara advertencia:
que urgía modificar la agenda, desmilitarizarla, bajarle el tono al anterior orden
del día con el Plan Colombia, el narcotráfico y el TLC como puntos casi
exclusivos; que en ella, problemas como los derechos humanos, la protección
de los sindicalistas, el medio ambiente, la Amazonía, las fuentes alternas de
energía, debían ganar centralidad; y que todo eso se manejaría por la vía
diplomática con la participación de organismos multilaterales. Así fue como
evaluó esa visita uno de los columnistas más respetados de un diario gobiernista
como 'El Tiempo' de Bogotá.2Digámoslo desde la periferia colombiana: no es
que problemas como el conflicto armado, el narcotráfico, la ayuda militar y el
TLC ya no interesen a Washington sino que, más bien, ese gobierno se
encuentra centrado en otros asuntos, razón por la cual esos temas - casi de
principio para el gobierno de Uribe- o han disminuido su grado de importancia
o han adquirido nuevos significados o han quedado reinscritos dentro de otros
enfoques de análisis y de gestión.
Para brindarle un contexto explicativo a este balance de los esfuerzos por
ubicar 'la obsesionada y unidimensional problemática uribista' a la luz de las
lógicas del gobierno de Obama, recordemos cómo, a escasos cuarenta días
de su posesión, empezaron a insinuarse importantes cambios en la relación
Estados Unidos-Colombia.

1 La República. Italia, 11-07-2008; citado por Esperanza Vieira
2 El Tiempo. Bogotá. Contraescape, 10-03-2009.
Obama, obamanías y obamaposibilidades

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En materia de el Plan Colombia, por ejemplo, aunque no se modificó el
monto del aporte, se produjo un importante cambio en la composición del
gasto con mayor énfasis ahora en los programas sociales y en la reinserción.
Por otra parte, de acuerdo con el proyecto de presupuesto presentado por el
nuevo gobierno, el cobro de esos dineros sólo se viabilizaría en la medida en
que el gobierno de Colombia fuese presentado al congreso estadounidense
informes periódicos sobre la situación de los derechos humanos en el país. El
gobierno de Colombia, entonces, debía probar que estaba 'desmantelando las
redes paramilitares' y que 'había cortado vínculos con ellas'. En similar dirección,
el Plan Colombia recibió por estos días un campanazo de alerta cuando uno
de los más influyentes líderes del partido demócrata, el senador Patrick Leary,
presidente del Comité de Apropiaciones del Senado, condicionó el envío de 72
millones de dólares al esclarecimiento de los problemas de los 'falsos positivos'.
Puede que se hayan tomado "algunas medidas", dijo, pero es "muy poco lo que
se ha hecho por encausar y castigar a los responsables".3
De entrada, entonces, el gobierno de Colombia llegó perdiendo terreno
frente al presidente Obama.

3. El plan Colombia, entre la contención de las guerrillas,
éxito parcial de Uribe, y el fracaso de la lucha contra la
droga

Importa recordar ahora que el Plan Colombia ha sido un programa ambivalente
que ha buscado, en un mismo movimiento, reducir la producción de la droga y
derrotar a las Farc. Pues bien, todo indica que fracasó en la primera meta y
que, en cuanto a la segunda, el éxito ha sido muy relativo. Fracaso y éxito
relativo, que costaron entre cinco y seis mil millones de dólares. Fue esa la
suma que el gobierno de Bush le envió a Uribe entre el 2002 y el 2008. Las
guerrillas, por cierto, se han visto contenidas - con todas las consecuencias
derivadas de esa estrategia de contención - pero los insurgentes no han sido
derrotados y ni siquiera colocados en condiciones objetivas de casi obligatoria
negociación. Por otra parte, el Plan Colombia resultó un fracaso en su propósito
de reducción de la producción y de mercadeo de la droga. Fue a una conclusión
3 Columnistas Libres. Bogotá,05-03-2009; 18-03-2009
Humberto Vélez Ramírez
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así a la que se llegó en un estudio realizado por la GLAO, encomendado por
el propio vicepresidente Joe Biden.4
En resumen, las guerrillas colombianas hoy por hoy, y en contraste con la
tradicional mirada doctrinaria de la extrema derecha norteamericana, no son
un factor de elevada preocupación para la seguridad norteamericana en la
región. El propio gobierno colombiano, a su turno, se ha encargado de bajarle
el tono al asunto pues, lo ha reiterado hasta el cansancio: que las guerrillas ya
no son más que una serpiente mortalmente herida que solo alcanzará a dar un
coletazo final.Nadie ha podido explicar, por otra parte, el porqué el gobierno de
Uribe necesitó de unos 'acuerdos' militares tan intensivos para enfrentar a
unas guerrillas en el fin de su final.

4. En un segundo momento Uribe, con timidez, buscó
aproximarse a Obama

Ante el fracaso de la primera misión que fue en febrero a Washington, el
presidente Uribe, por varias vías, quiso borrar la imagen que tenía de busheano
integral. Primero, abriéndole silenciosamente campo, tanto geopolítico como
funcional, a una base que como la de Manta, el gobierno ecuatoriano, por
dignidad nacional, había ordenado clausurar; segundo, prometiendo enviar
soldados y policías a Afganistán, a una guerra de la que ya se estaban retirando
los aliados europeos; y tercero, desplegando un comportamiento torpe, entre
ingenuo y genuflexo, en la última Cumbre de las Américas. O si no ¿en qué
relación interpersonal inscribir un evento singular en el que un presidente le
solicita a otro presidente, su par institucional, un autógrafo en una sencilla
servilleta de comedor?
De todas maneras, este segundo momento terminó por evaporarse.

5. A Uribe no le ha importado la caída del muro circular del
neoliberalismo

Haciendo, por lo menos, algunos ajustes internos básicos en el manejo de su
gobierno, Uribe se habría preparado mejor para encontrarle una ventana de
entrada al nuevo presidente estadounidense. Pero no. En una época que ha
significado el comienzo del derrumbe de otro muro, del 'muro circular del

4 http://www.ircamericas.org/esp/5680
Obama, obamanías y obamaposibilidades
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neoliberalismo' en el que el imperio ha mantenido encarcelados a los países de
la periferia, y en la que, además, la cultura y la práctica de la guerra han sufrido
serios cuestionamientos, Uribe no hizo nada por adecuar su modelo económico
y político de gobierno. Continuó privatizando y echando para adelante su
'neoliberalismo comunitario'. Prosiguió actuando como si, en el último año, en
el mundo no se hubiese marchitado una sola una flor neoliberal. Como si la
política de seguridad democrática ya no hubiese dado de sí todo lo que podía
dar. Como si Bush todavía lo estuviese esperando en la Casa Blanca para ir
hasta el rancho a condecorarlo como héroe de la libertad. Y como si Lula, sin
estridencias, no se estuviese posicionando como el nuevo líder de América
Latina.

6. La pequeña historia de una servilleta trofeo: otro intento de
aproximación

En la V Cumbre de las Américas Trinidad y Tobago abril 2009, todos los
presidentes habrían deseado colocar sus intereses, problemas y necesidades
en la mente, la agenda y en los bolsillos de Obama. Pero, la movida que más
se evidenció fue la colombiana interesada en arrancarle unos minutos bilaterales.
Al final, como por arte de magia y por fuera de todas las lógicas del protocolo,
Uribe resultó almorzando al lado de Obama. Fue en este episodio en el que se
coció el autógrafo que, orgulloso, Uribe exhibió al regresar al país.5 Por ahora,
la nueva diplomacia estadounidense no ha hecho desaires a Uribe al estilo del
que le hizo el exvicepresidente Al Gore, que no asistió a un foro organizado por
la revista Poder en Miami, pues se negaba a compartir el podio con el presidente
de Colombia. Pero si con Bush, con quien tenía una clara identidad doctrinaria
y hasta emocional, tuvo que pagar un elevado costo político externo, en América
Latina, sobre todo, con Obama, por antecedentes y por lo que son- dos mundos
mentales y sicológicos muy distintos-, las relaciones no serán tan fluidas y bien
pagadas.
Por otra parte, no hay nada que indique que Obama esté dispuesto a otorgarle
a Uribe un tratamiento similar al que le brindó Bush para enfrentar la crisis
asociada a, primero, a la situación de la economía, y segundo, a la supervivencia
de la guerrilla.

5 Ver un facsímil del autógrafo en, El Espectador. Bogotá, 24 de mayo de 2009, p.22.
7. La visita formal de Uribe a Washington: Obama o la
pedagogía de la diplomacia

Para iniciar la distensión Obama-Uribe, todas las expectativas estaban puestas
en esta visita. La más rica indicación empírica de los resultados magros de
este encuentro, la proporcionaron los grandes medios de difusión que apenas
si lo relacionaron cuando estaban preparados para un gran despliegue.
Tras las invitaciones a Lula y a la Bachelet a visitar Washington, el gobierno
de Colombia quería ser el tercero, por lo menos, para probar que continuaba
estando entre los primeros aliados de Estados Unidos. Obama ya había dicho
que esos dos países prefiguraban el nuevo modelo de relaciones de su gobierno
con los de la América del sur. En la primera semana de junio, Uribe visitó
formalmente los Estados Unidos, impuso la agenda, así lo declaró su ministro
de Relaciones Exteriores, Obama, dentro de su ya conocido estilo, lo escuchó
durante cuarenta minutos y luego lo invitó a pasar al Salón Oval donde exhibió
la más magistral pedagogía crítica diplomática que se le haya conocido a un
presidente Sin decirlo, condensó la actual coyuntura colombiana en cuatro
puntos y uno por uno se los presentó así al presidente de Colombia en la
conferencia de prensa. Empezó diciéndole que se acordara del ejemplo de
Washington, el primero entre los padres fundadores, "no sólo fue nuestro
primer presidente, sino que en parte lo que lo hizo grande fue que pudo haberse
quedado por vida en el cargo. Tomó la decisión de regresar al trabajo civil y
eso marcó un precedente muy importante para el país". Luego lo invitó a
observar la experiencia estadounidense, "nuestra experiencia en los Estados
Unidos es que dos períodos funcionan muy bien para completar el trabajo".
Enseguida le manifestó que su gobierno respetaba la autodeterminación de la
ciudadanía de cada país, "que la gente sienta una sensación de legitimidad",
pero que sienta también que "no es algo impuesto, que no involucra la
manipulación". En un cuarto momento lógico, Obama le reconoció a Uribe su
popularidad, pero lo importante, señaló, es que "esos procesos no se impongan
'desde arriba'…o que se acallen las voces opositoras". En su conjunto, la
intervención de Obama en esa conferencia de prensa estuvo cruzada por la
idea de que en el paradigma militar no podía agotarse la dirección de una
sociedad.6
6 Conferencia de prensa en el Salón Oval de la Casa Blanca. Columnistas Libres.
Bogotá, 29-06-2009.

Obama, obamanías y obamaposibilidades
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8. Entre Manta y las siete bases colombianas: los Estados
Unidos sólo necesitan 'un centímetro cuadrado de
territorio colombiano' para reposicionarse en América
Latina

Fracasados todos los intentos por ganar aceptabilidad obamiana, Uribe empezó
a pensar en una salida de casi necesaria aceptación. Fue en ese contexto en
el que caviló y concretó la idea de las siete bases.
Brindémosle unas líneas al caso de la base de Manta, así como a la generosa
entrega que el gobierno de Uribe le ha hecho a Estados Unidos de siete bases
militares.
Como hipótesis digamos que Uribe y su obsesión programática -gobernar
para derrotar a las Farc- no compaginan del todo con las lógicas de Obama.
Esto no obstante, mientras los Estados Unidos mantengan su status de imperio,
Gobiernos como el suyo cumplirán un importante papel en la región.
Recordemos que cuando apenas se estaba insinuando la discusión sobre un
posible traslado de la base de Manta a Colombia, Uribe, de modo tajante,
afirmó que algo así nunca iba a suceder. Más adelante, se filtraron algunos
rumores sobre negociaciones secretas adelantadas por el ministro de Defensa,
Juan Manuel Santos, sobre la materia, pero más temprano que tarde el asunto
salió de la discusión. Pero, transcurridos apenas unos días de la lánguida e
improductiva reunión formal de Uribe con Obama, el presidente de Colombia
citó a una rueda de prensa para hacer saber que había tomado la decisión de
actualizar y modernizar los acuerdos militares existentes con los Estados Unidos.
Como podrá observarse, Uribe fue a los Estados Unidos a reunirse con
Obama y, al regresar, constató que para el mes de junio se hallaba más alejado
del nuevo gobierno que en enero del 2009. Por lo tanto, como hipótesis puede
plantearse que cuando el presidente de Colombia visitó Washington, llevaba
ya entre las mangas alguna oferta especial, que le permitiese romper la frialdad
de una relación meramente diplomática. En Trinidad y Tobago, lo único que
había logrado había sido una servilleta firmada por el presidente Barack.
Entonces, al regresar a Colombia sin un botín político que lo apalancara en el
mundo exterior, con habilidad de político práctico, hizo la gran jugada: cancelada
Manta, pensó, Estados Unidos requería de una nueva base de operaciones
para su guerra contra la droga en la región. Había que sacar ventaja, entonces,
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de esa necesidad que tenían los Estados Unidos de mantener una base militar
en esta parte del mundo. Desde esa mirada, salvada quedaban su reelección,
la aprobación del TLC, la reproducción ampliada de su política de seguridad
democrática y, sobre todo y ante todo, la derrota definitiva de las Farc. Es
decir, salvada quedaba la quintaesencia de su gobernar. Por otra parte,
continuamos así la hipótesis, como era contra toda táctica, sobre todo ante
América Latina y el mundo, entregarle siete bases militares a los Estados
Unidos, la mejor salida era la de presentar el asunto como una simple
actualización y modernización de acuerdos militares preexistentes. Fue entonces
cuando, en círculo cerrado, decidió, pasando por encima de toda institucionalidad,
concederle u otorgarle u ofrecerle al gobierno norteamericano siete bases
militares 'colombianas' para que las usase a discreción. En el decir del gobierno,
en ellas mandarían los generales colombianos quedando así exaltada y exultada
la soberanía nacional. Pero, en términos de realidad y de relaciones de poder,
¿en qué cabeza puede caber que, estando en su neo-colonia trasera, un
encumbrado general estadounidense llamado 'Jhonson' va a estar dispuesto a
recibir órdenes de un general colombiano de apellido 'Jaramillo'? Fue con una
pregunta similar con la que uno de los presidentes de la región le desmontó al
presidente Uribe el argumento ideológico de la autonomía de la soberanía
colombiana frente a la soberanía imperial.
Resultado final: Bajo su forma de base norteamericana, la base de Manta
no se trasladó a Colombia, pues ése enfoque, propio de una base militar de la
guerra fría, se ha tornado obsoleto. Como ha destacado Raúl Zibechi7, "las
enormes concentraciones humanas de aparatos, fijas en inmóviles, han quedado
en desuso por las nuevas tecnologías, pero sobre todo por los objetivos trazados
por el Pentágono consistentes en el control a distancia y la disuasión, dejando
la intervención directa para casos excepcionales. Esto pasa por labrar buenas
relaciones con los gobiernos que les permitan fácil y rápido acceso a instalaciones
para desplegar batallones en cuestión de horas". Precisamente para eso y por
eso se reunieron el 18 de agosto Hilary Clinton y el ministro de Relaciones
Exteriores de Colombia en la primera reunión técnico-política entre los dos
gobiernos: no para formalizar la creación de siete bases norteamericanas en
Colombia. Eso ya no era necesario. Aún más, era obsoleto. Se reunieron, más
7 Zibechi, Raúl. Imperio, bases y acumulación por desposesión. La Jornada, 14-08-
2009.
Obama, obamanías y obamaposibilidades
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bien, para refinar unos acuerdos, de naturaleza muy distinta a los preexistentes,
que le permitirán, a los Estados Unidos, hacer inteligencia refinada -para lo
cual no necesitan sino un centímetro cuadrado de territorio colombiano- ,
supervisar la racionalidad de la producción de la droga y "desplegar batallones
en cuestión de horas" y, a al gobierno colombiano, derrotar definitivamente a
las Farc montando la seguridad democrática sobre una tecnología militar de
punta.
En Colombia, entonces, en su materialidad no habrá bases militares
norteamericanas. Pero, en lo funcional, todo lo que éstas han hecho, y mucho
más, será realizado desde siete bases colombianas al servicio de generales
americanos. Fue así como el gobierno de Colombia colocó en las narices de
Chávez y de una región prochavista, varias bases, pronorteamericanas en su
espíritu, pues su función real no serán otras que: 1.Controlar la producción de
droga hasta los límites de la rentabilidad adecuada; 2. Llevar a su desenlace
final lo que el gobierno de Colombia ha proclamado que ha hecho, pero no ha
podido realizar, vale decir, la derrota de las Farc; 3. Intensificar "el control del
continente y de las rutas que se dirigen hacia el Africa como, sin mayores
vueltas, lo ha planteado 'El informe 2009 global en Route strategy' de la Fuerza
Áerea"; 4. "Introducir una cuña entre los países de UNASUR y China, Rusia
e Irán"; y. 5. Lograr una posición dominante en la competencia por los bienes
comunes: agua, biodiversidad, minerales, combustibles fósiles y monocultivos
para biocombustibles. Como ha escrito el politólogo colombiano Ricardo García
Duarte, "cambiar una base en Ecuador por siete bases en Colombia significa
pasar de la guerra local contra la droga a una estrategia de contención eventual
ante un subcontinente que estaba distanciándose de Washington. Y esto cambia
de modo radical el papel de Colombia en América Latina".8
Como corresponde a las lógicas de las relaciones de poder, nada de eso
aparecerá en la letra de los acuerdos, ni en la gruesa ni en la menuda, pues se
comenzará diciendo que se trata de un acuerdo bilateral soportado en la
soberanía interna de los dos Estados firmantes y que con él no se afectará a
terceros pues, de modo explícito, se reconocerá el principio de la
autodeterminación de los pueblos. En un acuerdo de este tipo, firmado entre
un Estado subalterno y otro imperial, cabe toda la retórica que se quiera. Lo
8 García Duarte, Ricardo. 'El lío diplomático de Colombia y la nueva estrategia de
Estados Unidos'. En, Razón Pública. Bogotá, agosto 2009.
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único que dirá ese acuerdo será que los Estados Unidos podrán acceder y
usar esas siete bases estacionando sus naves y posibilitando, de modo
permanente, la presencia de tropas norteamericanas sea el que sea su
número.¿Para qué? Pues, para llevar a cabo las motivaciones y razones reales
que determinaron el acuerdo.
Estados Unidos aceptó el regalo sin que hasta ahora le haya traído el
contra-regalo al presidente de Colombia. Hasta la primera semana de agosto
el presidente Obama permaneció silencioso. Y cuando habló, lo hizo para
reafirmar lo que ya había dicho el presidente Uribe, que sólo se trataba de
actualizar unos acuerdos militares. En nuestro concepto estas siete bases
constituyen la mejor expresión del hondo conflicto de poder que caracteriza al
actual establecimiento estadounidense entre un presidente que promete un
nuevo marco de relaciones con la América del Sur y un sistema imperial que
aprovecha la oferta de 'su mejor aliado en la región' para reposicionarse en
América Latina y desde ésta frente al mundo. Como ha escrito el profesor
Alvaro Camacho, "cuando en América latina se respiran ciertos aires de
independencia y alguna altivez frente a los Estados Unidos, Uribe se ubica en
el viejo modelo de subordinación a la potencia, lo que sin duda obstaculizará las
relaciones con los demás gobiernos de la región. Eso de tratar de establecer
un rotundo contraste con el presidente de Ecuador puede servir para satisfacer
el fanatismo de los enemigos de Chávez, Correa y Evo, pero no nos acerca a
otros presidentes más sensatos. Al contrario, menos confiarán en Uribe como
aliado". 9En 1903, cuando en definitiva Los Estados Unidos se llevaron a
Panamá para ajustarlo a su proyecto de un imperio en ascenso, Colombia
quedó aislada del mundo en general y de América Latina en particular; ahora
en 2009, ciento seis años después, cuando ese mismo imperio, pero ahora en
declive, ha aprovechado la coyuntura de oportunidad ofrecida en bandeja por
el gobierno colombiano de siete bases para su uso aéreo y naval, Colombia ha
sido reintegrada al mundo y a América Latina, pero en una apuesta militar que
busca la relegitimación del imperio. De Colombia se está hablando en este
momento en el mundo entero. Por eso pensamos que esas siete bases
constituirán una ruptura en las relaciones de Colombia con el mundo en general,
pero, ante todo y sobre todo, con América Latina. Como lo ha dicho el
expresidente Samper, esos acuerdos "tendrán unas implicaciones en el cambio
9 Camacho G, Alvaro. 'Julio y Uribe'. El Espectador. Bogotá, 18-07-09
Obama, obamanías y obamaposibilidades
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del relacionamiento externo, parecidas a las que tuvo, hace más de un siglo, la
pérdida del Canal de Panamá".10

9. En Estados Unidos, aunque lo exaltan, la reelección de
Uribe no es bien mirada
Como ya vimos, en una conferencia de prensa el presidente Obama, de modo
inteligente y elegante, le dijo a Uribe que su gobierno no estaba de acuerdo
con una segunda reelección. Pues bien, al acercarse ahora el final del semestre
del 2009, con Uribe en pleno juego por un tercer mandato, la opinión especializada
de los Estados Unidos, aún reconociendo que "los méritos de Uribe son
innegables" siendo ellos "su mejor carta de presentación", sin embargo, su
posible reelección no está siendo bien mirada. El gobierno ha reiterado su
posición de respeto a las decisiones de cada país, "la reelección, ha dicho
Hilary Clinton, es una decisión del pueblo colombiano". Pero, el analista más
prestigioso sobre Colombia en Washington, Michael Schifter, de 'Diálogo
interamericano', de modo tajante ha afirmado, "no conozco a una sola persona
que esté de acuerdo con otra elección de Uribe". Por su parte, el exembajador
de Estados Unidos en Colombia, Myles Frechette, señaló, "No es una
interpretación demasiado dura. Si Colombia quiere seguir recibiendo ayuda
masiva de Estados Unidos, es importante que vaya tomando en cuenta lo que
está saliendo en los medios acá. No parece estar en sintonía con el rumbo que
Obama y el congreso quieren dar a la política latinoamericana…Obama quiere
fortalecer la democracia, las instituciones, el Estado de derecho. Cuando aquí
se publican esas noticias- se refiere a los 'falsos positivos', al espionaje del
DAS, al enfrentamiento con la Corte Suprema de Justicia, a las grandes
ganancias obtenidas por sus hijos gracias a decisiones de funcionarios públicos,
a la parapolítica- queda la sensación de que en Colombia no se están
fortaleciendo las instituciones de una democracia como quiere la administración
Obama".11
10 Samper Pizano, Ernesto. 'Acuerdo con Estados Unidos': falta discusión. El Tiempo,
16-08-09.
11 El Espectador. Bogotá, 24 de mayo de 2009, pgs. 22 y 23.
Humberto Vélez Ramírez
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10. ¿El imperio y su presidente constitucional, Barack Obama,
le pagarán a Uribe el favor prestado?
Aunque con Obama no haya congeniado, Uribe continúa siendo, en este
momento, un pilar central del imperio estadounidense. Por encima de Obama,
aquel lo ha impuesto e impondrá a los presidentes que vengan mientras continúen
amarrados a un Acuerdo de naturaleza por completo distinta de los hasta
ahora realizados. Por lo tanto, de cara al imperio, Uribe con esa decisión de las
siete bases ha ganado un espacio, que le permitirá presionar, con mayor vigor,
sobre el gobierno de Obama.

lunes, 8 de junio de 2009

LA ESTRATEGIA: “ MÁS PAÍS, MENOS URIBE”

Atisbos Analíticos, Santiago de Cali, junio 2009, Humberto Vélez Ramírez, profesor del Programa de Estudios Políticos, IEP, Universidad del Valle; presidente de ECOPAZ, Fundación Estado*Comunidad*Paz, “Por un nuevo Estado para un nuevo País”.


Ensayo
LA ESTRATEGIA: “ MÁS PAÍS, MENOS URIBE”.

Hacia un Movimiento Programático
Anti-reeleccionista.

(Especial para “Columnistas Libres”.)

Primera Parte

1

Uno de los rostros más fascinantes de la política es el de ser consentida con sus practicantes: los mima, permitiéndoles ingresar a ella por los más variados caminos y, ya adentro, se les abre a múltiples posibilidades. Les permite realizar, construir y avanzar. También les posibilita sentirse derrotados, levantarse y rectificar. Podemos hablar entonces de los complacientes y maleables caminos de la política. Esta nunca marcha por un solo carril. Como a la libertad personal, a toda hora la retan las opciones.
Más que en cualquier otra actividad, los caminos de la política no son los de una línea de ferrocarril a la que, de antemano y para siempre, se le han fijado las paradas, los puntos de partida y los sitios de llegada. Ocurre que por estas calendas, no sabemos a título de qué, así lo ha predeterminado el actual equipo de gobierno: Que con ellos se ha iniciado la historia de Colombia, que los presentes pasados no han sido sino prehistoria y que, por eso, la agenda futura de la política es la agenda por ellos levantada. Es decir, pretenden encarcelar la política al dejarla sin opciones.

2

En la presenta etapa de la historia del país, media Colombia, orgullosa y enhiesta, alza la testa proclamando que las actuales, las de las primeras décadas del siglo XXI, son la era uribista de la historia nacional.
En este Atisbos desearíamos afirmar que eso así no es, que no nos dejaremos afectar por esa febril afirmación, que esa no es más que una abusiva pretensión que no podemos aceptar. Esto no obstante, somos hombres de esta era, de este tiempo y no podemos escapar de él. Y por eso, al distanciarnos un poco del presente, del fenómeno y de su figura estelar, al volvernos, si se quiere, un poco inactuales, nos vemos obligados a concluir que estos tiempos, los del 2000 al 2010, efectivamente han sido los tiempos de Alvaro Uribe Vélez.


3

En sus ya históricas relaciones con las Farc (1963-2008), este Estado – que en su formación no ha sido una institucionalidad “inocente” sino que, de modo elevado, ha sido un producto dialéctico de las violencias siendo esto lo que en la actualidad nos ha traído a la memoria la parapolítica- decimos, pues, que en sus históricas relaciones con las guerrillas, este Estado ha pasado por distintos momentos: En unos primeros, se despreocupó del fenómeno y de sus dinámicas como si no existiesen o, mejor, como si no fuesen con él y contra él; en otros, combinó, de modo desacompasado, el garrote con la zanahoria; en un tercer momento, y estamos ya en el Caguán, se puso a negociar, en un territorio paraestatal, el conflicto socioarmado; y finalmente, por primera vez en esta historia, con la Seguridad democrática se centró, concentró y agotó en una estrategia orientada a su derrota militar.
Desde sus inicios, en eso anduvo Uribe Vélez. Por esos caminos continuó. En la actualidad los sigue transitando. Y por ellos anhela correr durante tres, cuatro o cinco mandatos más hasta el 2018 cuando, de acuerdo con sus técnicos y asesores, estará en plena vigencia el Estado comunitario como equilibrada combinación de neoliberalismo (componente estatal) con comunidades desorganizadas (componente social).
He ahí, entonces, la razón central, que responde a la pregunta sobre el porqué ésta, la del 2000 al 2010, es la era de Uribe en la historia del país.
El hijo de Puerto Salgar, encumbrado, pasará a la historia colombiana por haber sido el primer presidente en levantar, desnuda y sin mayores sofisticaciones ideológicas, una estrategia orientada a la derrota militar de las Farc. Pero, Uribe no sólo quiere levantar estrategias antifarquianas. Desea y anhela verlas materializadas en la vida real. Traducidas en unas Farc aniquiladas. De ahí su idea fija de perpetuarse en el poder.
No es inane, por cierto, la hipótesis que señala que Uribe sufre de una mal cercano a la sicopatología política, llamado hambruna de poder. En una sociedad como la colombiana, donde la supervaloración del poder sobre otros recursos, es muy elevada – fenómeno definitorio de nuestra Cultura política- ese sesgo perverso, por llamarlo así, no debería ser considerado como anormalidad. Sin embargo, más allá de este enfoque clínico, preferimos escarbar en la objetividad asociada a las realidades nacionales, así como en la subjetividad ciudadana, las razones de la uribización del país.

4.

Más que de la ideología de las Farc – atractiva y fascinante o perversa e inviable, cada cual la asumirá de acuerdo con sus valores políticos- la ciudadanía pareció cansarse de los métodos y prácticas de guerra, así como de los estilos de negociación de las guerrillas. Inteligente y habilidoso, ésta fue la primera observación detallada recogida por Uribe como precandidato presidencial. En ese momento - segunda parte de la última década del siglo XX - un volumen significativo de la población colombiana, sobre todo a escala local y regional, así como un amplio sector de sus líderes, simpatizaban, más en la intimidad que en el discurso explícito, con los paramilitares. Veían en ellos una fuerza básica de apalancamiento de las luchas del Estado contra la subversión guerrillera. Los más cristianos, al pellizcarles la conciencia, fundamentaban las simpatías en la tesis de “un mal menor”. De nuevo Uribe, desde la gobernación de Antioquia, avizoró el nuevo fenómeno social y lo anticipó en las Convivir. Por otra parte, el precandidato antioqueño empezó a revelarse como un excelente comunicador. Constituía ésta una notable y notoria condición personal en un momento en que en Colombia despegaba la política virtual. Más temprano que tarde, ésta se vio potenciada por unos Medios de difusión, cuyos dueños, en desconocida proporción, eran parte silenciosa de ese fenómeno de empatía social con los paramilitares. Por ese nuevo camino estratégico de las comunicaciones, Uribe, de modo pedagógico aunque simplista pero efectista, empezó a llegar a una población, conformada en su mayoría por pobres, fatigados con los métodos de las guerrillas y simpatizantes in pectore del paramilitarismo. Fue por ahí por donde el emergente candidato empezó a enhebrar una base de popularidad afectiva que, tras una década, no hecho más que agrandar y cultivar. A una estrategia antifarc así construida, no le faltaba más que una sólida base de respaldo internacional. Más temprano que tarde se la brindó Bush con los seis mil millones de dólares del Plan Colombia, destinados, en un efecto carambola, a frenar la producción de la droga derrotando, en el mismo movimiento, a las Farc.

5

En coherencia ahora con el discurso inicial, en la era de Uribe, “a Dios lo que es de Dios y a Uribe lo que es de Uribe”.
Habrá que destacarlo: A la luz de sus propias lógicas hobbesianas, la Estrategia de Seguridad democrática fue exitosa como Estrategia de Contención de las Farc. Estas, con su plan de bloqueo de la Capital, se vieron frenadas en su vertiginoso ascenso hacia el control del Estado central cuya puerta de acceso era la región de Sumapaz. Fue entonces cuando las guerrillas salieron de muchos cascos urbanos regresando a donde siempre habían estado en la etapa precaguán, a la montaña, a sus más clásicas retaguardias paraestatales con bases sociales propias de sustentación. De modo lento y dificultoso fueron readecuando su estrategia regresando, en buena medida, a los métodos de lucha propios de la guerra de guerrillas. Los paramilitares, por su parte, al entender que sobraban, desde el 2002 abandonaron su proyecto anti-insurreccional dedicándose a hacer política armada-institucional codo a codo con la dirigencia de las municipalidades y de las regiones. En este momento el gobierno, apalancado en los ingentes recursos asociados a las políticas de lucha contra la pobreza, transformó a un tercio de los pobres adultos del país en actores indirectos del conflicto armado al asignarles el rol de informantes de las organizaciones de defensa y seguridad del Estado. Una fuente más de cultivo de la más arrolladora popularidad afectiva.
En materia económica, por otra parte, dos hechos brutos merecen ser destacados. De acuerdo con el gobierno, los avances en la derrota militar de las Farc, animaron e insuflaron la llamada “confianza inversionista”. Y en efecto, en los últimos años la inversión extranjera directa en cantidades inusitadas empezó a llegar al país. A guisa de ejemplo, según el departamento técnico del Banco de la República, la cifra al respecto en el 2008 alcanzó 10.564 millones de dólares. El monto más alto registrado en el país en su historia económica. También, sobre todo a partir del 2004, la economía empezó a alcanzar tasas importantes de crecimiento.
Todo eso aunado - contención efectiva de las Farc en su acelerado ascenso militar, mayor control territorial de algunas regiones del país por parte del Estado, aprietos farquianos en la readecuación de su estrategia, fuertes y reiterados golpes a las Farc siendo espectacular y deslumbrante el de la “Operación Jaque”, masivas delaciones de la población civil a las autoridades, decrecimiento de las tasas de violencia, alejamiento de los paramilitares de la confrontación armada propiamente dicha, conversaciones Gobierno-Auc, llegada en volúmenes históricos de la inversión extranjera directa, elevación de las tasas de crecimiento económico y ampliación de la cobertura social del sentimiento de seguridad ciudadana-, todo eso, sin mayor análisis crítico, fue
cargado a favor de la bondad intrínseca de la Estrategia de Seguridad democrática.

6.

Llegados a este momento del análisis, cuando a la Seguridad Democrática se le han cargado tan inmensas y sublimes virtudes – las aquí destacadas se quedan cortas ante las catedralicias bondades que le asignan los uribistas- una pregunta de lógica elemental nos sale al encuentro: ¿En dónde tender la ropa sucia de la Seguridad democrática? Para el gobierno las críticas se asocian o a casos excepcionales o a guerrilleros analistas vestidos de corbata o a desinformación por no acceder a la verdad de las fuentes oficiales. Ha sido por esto por que algunos hemos pensado que inofensivos, inútiles y circulares se han tornado los esfuerzos por analizar la perversidad estrechamente unida al proyecto de Uribe Vélez.
Esto no obstante, démosle también a Uribe lo que es de Uribe en materia de metas no logradas; de logros efectivos falsamente atribuidos a la Seguridad democrática; de los subproductos negativos de ésta en el ámbito de la construcción de democracia; del fracaso de la propuesta de disminuir drásticamente la producción de droga derrotando, en el mismo movimiento, a las Farc; y de los manejos perversos que, desde el Estado, han contribuido al desquiciamiento moral e institucional de la sociedad colombiana.
Las guerrillas, de muchos y variados modos, han sido golpeadas con dureza, pero ahí continúan con sus diez mil hombres estratégicamente plantados. Por estos días han salido del repliegue dando de baja a 40 integrantes de la Fuerza Pública en el mes de mayo y a unos 400 en los primeros cinco meses del año. Cuando unos meses atrás los altos mandos hablaron del “comienzo del fin” de las Farc se olvidaron de la buena capacidad que esta organización siempre ha evidenciado para amortiguar los golpes, reciclarse y readecuarse en lo estratégico táctico. Como ha dicho uno de sus mandos medios, “nos han quitado de encima el peso de una masa de guerrilleros asalariados, sin convicciones y rumbos definidos. Al final de esta etapa, como que hemos quedado los que ‘somos’ Los uribistas nos han limpiado”. A los guerrilleros no se les puede pedir, como ha pretendido el gobierno, que se comporten como hermanitas del Buen Pastor, que cumplan con la Constitución y las leyes y que ajusten sus conductas a una Cultura democrática. No. Ellos son alzados en armas que buscan subvertir este Estado, que están en contra de este ordenamiento jurídico y que pregonan querer construir una nueva sociedad. Lo que sí se les debe exigir, de modo perentorio, es que se ajusten a la normatividad del DIH. Y mientras ellos persistan en esa condición “ontológicamente subversiva”, el Estado, rehusando hacerse el haraquiri, está en su derecho de defenderse y de atacarlos procurando llegar, por esa vía, a una utópica paz sin negociación. Por su parte, también se encuentra obligado a ajustar sus conductas a un DIH, que es norma superior de nuestra Constitución de 1991.Por otra parte, todos los indicadores señalan que el Plan Colombia ha sido un fracaso, pero ahora sin Bush y sin los ingentes recursos estatales. Claro que la inversión extranjera directa llegó, pero no tanto por la acción de la Seguridad democrática sino porque el Gobierno de Uribe, solícito, la cultivó de especial modo. El capital llega a un país, con violencia o sin violencia, primero cuando el Estado lo protege, segundo, cuando ese mismo Estado le posibilita la autoprotección, tercero, cuando medidas gubernamentales especiales, al absorber los costos de transacción, le permite incrementar las tasas de ganancias y, cuarto, cuando los alivios tributarios lo abruman. Todo eso, y mucho más, se ha dado en Colombia en los últimos años. Algo similar, puede afirmarse en relación con los importantes logros en materia de crecimiento económico. Pero, también los lograron otros países similares a Colombia, pues las condiciones generadas en la economía global les fueron altamente favorables.

7.

No se trata de reiterar ahora lo que ya han remarcado analistas y estudiosos de Colombia y de otras latitudes. Pero, con el paso de los días y semanas y meses han adquirido relieve y significación un conjunto de hechos embadurnados de perversidad que, de modo directo o indirecto, se asocian al gobierno de Uribe. A manera de hipótesis así planteamos el asunto: Fenómenos como,
A-) La parapolítica;
B.) La extradición de los jefes paramilitares a los Estados Unidos;
C.) El asesinato a mansalva de jóvenes civiles y de campesinos honrados para hacerlos aparecer como guerrilleros dados de baja;
D.) Las chuzadas del DAS;
E.) La yidispolítica;
F.) La explosión de violencia urbana originada en la delincuencia común, así como en el paramilitarismo de tercera generación …
han quedado indisolublemente ligados al proyecto de Uribe Vélez. Por cierto que las verdades más cercanas a esos ejes problemáticos no nos iluminarán en la coyuntura, pero, como ha señalado el colombianólogo Daniel Pecaut, “Ahora, para los responsables de millares de crímenes como es el caso de algunos paramilitares, yo creo que tarde o temprano, puede ser dentro de veinte años que es el plazo estipulado, tendrán que rendir cuentas a la justicia internacional si la justicia colombiana no puede hacerlo”. (2)
Entonces, así como en las tres últimas décadas no ha habido en Colombia perversidad nacional en la que el narcotráfico no haya marcado sus huellas, así en los últimos años estos problemas no podrán sustraerse a la rúbrica, directa o indirecta, de la actual forma de gobierno. Para manejar a su favor estos ejes centrales de perversidad, Uribe ha apelado a la gran popularidad afectiva que ostenta, como la manera más efectiva de aislar y debilitar los poderes, que limitan su poder personal. Ya se verá si ahora también buscará reproducir una conducta similar de cara al enorme poder de la opinión pública internacional que, de modo reiterado, le ha venido diciendo que “sí, que ha sido muy buen presidente”, pero que no despilfarre su prestigio imponiendo una segunda reelección.
Hoy por hoy, no obstante su elevada popularidad afectiva, no obstante su reconocida habilidad política y no obstante la ya casi desbordada uribización de las instituciones macro y de la mente de los colombianos, en Colombia no parece haber gobernabilidad a no ser en lo poco que va quedando de la Política de Seguridad democrática y en las medidas tributarias orientadas a alentar la inversión extranjera directa en las Zonas Francas, sobre todo. O sino no, que se nos diga ¿cuáles entre los miles de acciones del gobierno ameritan la condición de una Política pública sólida por su impacto en la vida social, orgánica por sus lógicas internas y coherente por su regularidad en la aplicación?
Uribe, sin finalizar todavía su segundo mandato, ha desembocado en la Administración de la “Nanoacción”, es decir, administrando un universo de “detalles y de cositas” efectistas” en los Consejos comunitarios. Aún más, nosotros diríamos que su Administración de la “Nanoacción” ha tenido, como telón de fondo, el Gobierno efectivo de los intereses reales del gran capital.

8.

En la presente coyuntura, Uribe no se encuentra en una “encrucijada del alma” sino, más bien, en “en una encrucijada de realidad”. En su intimidad ya tiene resuelto el problema de la reelección. Dejado a la espontaneidad de sus lógicas íntimas, con seguridad que marchará hacia la perpetuación en el poder moviéndose, durante las 24 horas del día, entre el micrófono y la pantalla chica en procura de acrecentar su popularidad emocional entre los pobres desorganizados como la mejor forma de neutralizar los poderes que limiten su poder personal. Pero ocurre que en sus ya casi siete años de gobierno nunca, como ahora, había pasado por una coyuntura más dificultosa no para que la gente lo reelija sino, más bien, para remover los obstáculos institucionales y de opinión que, como vacas muertas, a toda hora se le están atravesando en los caminos hacia la reelección. Por eso, su “encrucijada” es de realidad.
Entre los dos escenarios, ahora, por lo menos, está dudando de verdad. Como antioqueño formado en la Cultura del mundo de los negocios no podrá sustraerse a un cálculo racional, que le permita balancear la más óptima conveniencia personal, aunque, en su lenguaje, él diría “el más óptimo interés de la patria”: o si quedarse con el acumulado de prestigio que ya tiene o si, por el contrario, acrecentarlo sin que se le desborde.
Si opta por la reelección, las Farc continuarán siendo su mayor obsesión. Esto no obstante, ojala no lo olvide, él mismo lo ha reiterado, las Farc hoy por hoy no son lo que fueron ayer. Protagónicas en la vida nacional hace unos años, en la actualidad son una fuerza y un problema importantes, pero al lado de otras fuerzas y problemas también centrales. Gracias a Uribe, sobre todo, Colombia se ha desfarquizado al mismo ritmo que se ha uribizado. En este momento, otras son las percepciones de la ciudadanía. Según la última encuesta de Napoleón Franco (01-06-09), el gran problema del país es la seguridad (83%). Pero ahora no se trata de la seguridad atada a la guerra interna sino, más bien, de la seguridad ligada al desempleo (70%) y al problema social (66%). El asunto que menos les interesa, es el de la política (21%). El presidente en este momento continúa obsesionado por la seguridad de la guerra. Quitémosle la adjetivación de “democrática”, lo que no ha sido más que un recurso ideológico orientado a tapar la destrucción de lo poquito que de democracia nos quedaba. La otra seguridad, la seguridad integral o social ha permanecido durante su gobierno en el cuarto trasero.
Por lo tanto, si Uribe quiere entrar exitoso a un tercer mandato sólo lo podrá hacer apalancado en una sólida, orgánica y coherente Política social. Pero, esto repugna con sus concepciones neoliberales y con el papel de Supremo Limosnero con el que en sus dos mandatos ha manejado lo social. Al ser ello así, como salida no le queda otra que la de profundizar el populismo asistencialista en el que cada ocho días se ha venido entrenando en los Consejos comunitarios. Por populismo asistencialista entendemos aquella masa de acciones-limosnas que, desde el Estado, se le entrega al más amplio conjunto de de pobres que, por encontrarse líquidos y desorganizados, pueden ser manejados a merced del gran limosnero. Este los quiere y los ama y los ensalza y los llama por sus nombres de pila y periódicamente reproduce y refuerza su lealtad emocional con uno u otro regalo. El gran limosnero goza entonces de la más enorme popularidad. No tendría otra salida, pues, carismático y lo que se quiera, no es el líder con el perfil necesario para inscribirse en el populismo “popular”. Perdóneseme la frase, pero no es un pleonasmo. En el populismo “popular”, el protagonista es el pueblo organizado. Es el protagonismo del conjunto de los trabajadores organizados que, empleados o desempleados, se movilizan, de modo autónomo, buscando sacar adelante sus luchas reivindicativas y hasta postcapitalistas.


Segunda Parte.

julio 2009

Abstract

Mental e institucionalmente Uribizado, el país se ha deslizado hacia la más precaria y obtusa y desorientadora polarización: Uribismo versus antiuribismo. Abramos esta cárcel y salgamos de la oposición reeleccionistas y anti-reeleccionistas agarrando por los cuernos al país con sus problemas centrales jerarquizados, de modo adecuado, en procura de una gran coalición programática con claro sentido antireeleccionista. Hacer de la política una actividad decente; impulsar una estrategia de seguridad integral; manejar el Estado a partir un nuevo modelo socioeconómico; poner en acción una política social robusta, orgánica y coherente; y fomentar y respetar una Cultura de las reglas de juego, podrían ser parámetros inspiradores de una nueva apuesta de gobierno del país.
Aislados, ninguno de los sectores de la oposición se encuentra en condiciones de emprender por su cuenta un reto tan enorme.
En estos Atisbos, aunque en lo básico fungimos como investigadores y analistas académicos, también somos ciudadanos. Desde esta lógica, no ocultamos, por el contrario, lo explicitamos como condición de objetividad, nuestras simpatías críticas por el Polo Alternativo. Este todavía es un esbozo de partido, que se potenciará en la medida en que se democratice ejerciendo y cualificando la democracia interna, que se fortalezca como fuerza parlamentaria y que luche, al lado de los asalariados con sus grandes problemas irresolutos dentro de una estrategia de reivindicaciones y de luchas postcapitalistas. Por eso, en esta coyuntura, un Polo en la Presidencia, se estaría cavando su sepultura.

CUANDO LOS HIJOS DEL MESÍAS SE NIEGAN A ENTREGAR UN PLUVALOR DE LA SOCIEDAD

Atisbos Analíticos No 101, mayo 2009, Humberto Vélez Ramírez, profesor del PROGRAMA DE Estudios Políticos de la Universidad del Valle; Directo de ECOPAZ, Fundación Estado*Comunidad*Paz, “Por un nuevo Estado para un nuevo País”.




CUANDO LOS HIJOS DEL MESÍAS SE NIEGAN
A ENTREGAR UN PLUVALOR DE LA SOCIEDAD.


En sociedades donde la estructura específica de poder está montada,
1. sobre conciencias individuales sin conciencia ética ( como decir, ante un mal social grande, todo vale, todo es lícito);
2. sobre una cultura instrumental de la legalidad ( como decir, la ley presenta dos rostros, es obligatoriedad para los subordinados, pero es discrecionalidad para los dominantes);
3. sobre el recuse de “acción antipatriótica o cuando no, subversiva” de toda crítica que lo conmueva ( como decir, “si no estás con el poder, estás contra mí “);
4. y sobre una ciudadanía acrítica embobada con el carisma popular del líder y, por lo tanto, pastoreada como borrego por los Medios de Comunicación, todo lo que en ella diga o haga la cohorte cercana al príncipe, tendrá siempre el viso de acción legal, ética, legítima y hasta plausible.
Ayer no más leíamos ese formidable discurso del Padre Francisco José de Roux tan inspirado en una versión abierta de humanismo cristiano. (1) De entrada, nos llamó la atención una tesis que afirma que “la dignidad humana no puede incrementarse ni disminuirse”. Al glosarla, quizá de un modo un poco burdo, diríamos que por mucho que se la cultive, o por mucho que se la violente, siempre estará ahí como medida de lo humano. Pero, esto quizá en el plano de lo ontológico, pues, a escala simbólica, en ciertas sociedades con frecuencia uno se pregunta cómo hará el ser humano para aguantarse tanta mentira, tanta falsificación de lo real y tan enorme idealización de lo no real en unos plazos menores a 24 horas. Con inmenso dolor reconocimos que eso es lo que ha venido aconteciendo en Colombia desde hace más de siete años.
No pongamos sino un solo ejemplo. Por estos días los hijos del Mesías se han negado a entregarle a la sociedad lo que a ella le corresponde: Unos plusvalores, generados no por el trabajo propio sino por las decisiones públicas- o inocentes o interesadas- de quienes, a escalas territoriales distintas, dirigen el país. Y frente a tan tremendo descaro, en lo que a la ciudadanía respecta, nadie ha dicho nada. Y el poder absoluto ha aplaudido ese silencio. Nadie ha protestado. Y el poder absoluto ha bendecido la pasividad social. Más allá de la ciudadanía, unos pocos han acusado. Y el poder absoluto los ha reacusado de subversivos. Entre la ciudadanía, muchos han aplaudido. Y el poder absoluto los ha legitimado. Pero, ¿desde cuándo en esta sociedad se llegó a un extremo tal? Desde siempre. Pero, sobre todo, desde que hace siete años se instaló en el país una forma autoritaria de gobierno que, de modo voraz, se ha venido acrecentando hasta llegar a su forma actual de un gobierno absoluto que ya no cabe en su propia piel.
Este Atisbos 101 constituye una invitación a que pensemos que aquí no ha pasado nada. Y es que ha así ha sido porque en este país, en los últimos siete años, la condición ontológica de realidad sólo la ha alcanzado, lo tocado, lo mimado, lo empujado, lo bendecido, lo aplaudido, lo legitimado por la actual forma de gobierno. Solo es real, lo que toque Uribe. Hagamos de cuenta, entonces, que, en lo que a nuestra querida Colombia respecta, ninguna de estas cosas ha acaecido Ni siquiera las recurrentes rabietas del Mesías:
“Así, asuntos como la llamada “parapolítica”, que ha vinculado en su mayoría a amigos políticos del presidente; las inclinaciones delictivas de los antiguos paramilitares; sus confesiones y denuncias; el oscuro proceso de negociación de Ralito; la torcida y celestina ley “de justicia y paz”; las extrañas extradiciones de los jefes “paras”, sin atención alguna a las víctimas; las revelaciones de las mismas autodefensas, en un cerco cada vez más estrecho alrededor del Jefe del Estado; los llamados “falsos positivos”, que no son sino crímenes atroces, cuyo número va en aumento; los enfrentamientos presidenciales con la Corte Suprema de Justicia; el seguimiento a magistrados, inclusive los auxiliares, por parte del Gobierno; la llamada “yidispolítica”, que puso en tela de juicio la legitimidad de la primera reelección; la posible participación de integrantes de la familia presidencial en DMG; la demora del Estado en definir una línea de acción en el problema de las ”pirámides”; la posible financiación de DMG para la recolección de firmas para el referendo con miras a la segunda reelección; la extraña visita de alias “Job” a la Casa de Nariño -nunca explicada-; las interceptaciones telefónicas, tampoco explicadas a cabalidad, en el seno de la Policía Nacional - con la caída, como en el juego del dominó, de varios generales que aspiraban a su dirección; las interceptaciones y seguimientos del DAS a dirigentes de oposición; las interceptaciones a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia; la entrega de datos financieros y familiares de los magistrados al DAS cuando habían sido captados en función de la prerrogativa estatal de carácter tributario; los negocios de los hijos del Presidente de la República con DMG; los negocios de los jóvenes Uribe con la administración dirigida por su padre para obtener beneficios en relación con un terreno, y su posterior conversión en “zona franca”. (2)
En relación con el caso Mosquera, aceptemos que todo fue legal y ético; aceptemos también que no hubo ninguna presión indebida que haya manchado las decisiones tomadas; aceptemos que los tomadores de decisiones fueron tan neutrales y objetivos que pasaron por encima el hecho de que entre, los fortuitamente favorecidos, se encontraban los dos hijos del presidente; finalmente hagamos presunciones, todas a favor de los que se ganaron ese catedralicio plusvalor.
PERO,
Señores “suertudos”, por favor madruguen mañana a hacer cola en la Alcaldía de Mosquera para que paguen un impuesto que legalmente deben por el plusvalor creado. Nada de eso, de que las beneficiarias van a ser unas ONGs abstractas para que hagan una más abstracta inversión social. No. Ese dinero pertenece, por ley, a la Comunidad de Mosquera. Y por favor no se olviden de llevar un chequecito, bien antioqueño, por treinta mil millones de pesos.

1. Palabras del P. Francisco José de Roux, SJ., en la ceremonia de graduación de los estudiantes de la Universidad de los Andes., Bogotá, 21 de marzo de 2009.
2. “La segunda reelección de Uribe: No es un asunto político, es mediático
José Gregorio Hernández”, en Razón Pública” 11-05-2009..