jueves, marzo 16, 2006
Atisbos Analíticos No 63,
Santiago de Cali, Febrero 2006,
Director, Humberto Vélez Ramírez, humbertovelez@andinet.com ,
profesor del Programa de Estudios políticos, IEP, Universidad del Valle; REDUNIPAZ, Red de Universidades por la Paz y la Convivencia; ECOPAIS, Fundación Estado*Comunidad*País,”Un nuevo Estado para una nueva Nación”.
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ENSAYO
CUANDO LA TELEPOLITICA EMPIEZA A DESFALLECER:
¿ES URIBE VÉLEZ EL HISTÓRICO ESTADISTA QUE EL PAIS
NECESITA?
“Cuando los sábados, a través de la televisión,
realiza sus consejos comunales y ofrece poma-
das para las várices, regaña a los oficiales del
ejército o saca matas de coca en la Macarena
antes de que lleguen las farc para dar sensa-
ción de seguridad, yo pienso: algún día le va a
fallar la estrategia”. (Alvaro Leyva Durán, El
Espectador, 29 enero- 4 febrero 2006, p.7A).
ABSTRACT
Introducción
1. Cuando las Estrategias simbólicas empiezan a fallar
2. Uribe: del Predominio de lo simbólico a la Imposición de la Realidad
3. Los potenciales Boquetes del Desinfle de Uribe
4. No obstante la Mediocridad de su Tele-gobierno, Uribe continúa siendo el más Admirado
5. Uribe y el problema del Estado en Colombia
Conclusión provisional
INTRODUCCIÓN
Cuando, en histórico acto, la Corte Constitucional incurrió en el ilícito de lesa juridicidad al formalizar en definitiva la reelección, no la general, lo que podría haber sido acertado, si no la de Alvaro Uribe Vélez en particular, éste, atento y solícito, proclamó que los historiadores del futuro evaluarían el acto, pero que por ahora sus responsabilidades eran con el pueblo, que no con la historia. (1) Al cuestionar este enfoque práctico de la historia como simple pieza de rebujos y antiguallas y no como vívida y socialmente impactante transformación del presente en pasado y futuro, escribió el profesor Ricardo Sánchez: “tal idea sobre el pueblo y la historia, pretende negar los procesos del devenir, en el quehacer de las sociedades y la cultura, colocando a la historia como un decorado, siempre en el pasado”. (2) Como, en otra línea de argumentos, el propio profesor Sánchez lo insinúa, dos son las razones centrales del carácter histórico de la decisión de la Corte. De un lado, el lógico y empíricamente presumible impacto de esa decisión jurídico política sobre la estructura futura del Estado, así como sobre la orientación política de la sociedad colombiana en la década 2006-2016. Y del otro, la más contraria a la sensibilidad de una Cultura jurídica rica, el gravísimo precedente de legislar ad hoc, es decir, a dedo.
Destacamos este enfoque de la historia que liga el presente con el pasado y el futuro, porque desde las lógicas analíticas de los “Atisbos”, histórica fue ésa decisión de la Corte, como histórico ha sido éste gobierno de Uribe Vélez. Las huellas empíricas hasta ahora por él dejadas en los últimos mil doscientos sesenta días, para bien o para mal, lo marcan como uno de esos “hechos” reveladores y condensadores de las notas más definitorias de una etapa dada de la sociedad colombiana. Como se apuntó en el Atisbos No 55: “Estamos de acuerdo en que la singularidad de Uribe ha consistido en ser capaz de cohesionar a más de medio país tras un propósito nacional, el de derrotar a los violentos. Pudo, entonces, introducirse subrepticiamente en la intimidad personalizada de una masa policlasista de colombianos de carne y hueso vendiéndoles coloquialmente la idea de que juntos construirían un Estado, primero, capaz de derrotar militarmente a los violentos y, segundo, potenciado para brindarle a todos y todas seguridad sicosocial, familiar y patrimonial. Y como en los foros de Zalamea, la audiencia creció y creció y creció”. (3)
Encontrándose ya a medio año del final de su primer mandato, primero, no ha logrado la derrota militar de los violentos. Los obligó, por cierto, a salirse de las carreteras centrales. A correrse en muchas partes, desde los cascos urbanos hasta las zonas rurales. A pasar a una defensiva estratégica. Segundo, inyectó sin dolor en muchos corazones- en los que, en clasista combinación, se agazapaban la “asustada riqueza” de unos pocos, la “crisis desesperada” de los sectores medios y las “optimistas expectativas” de no pocos pobres- el más unidimensional sentimiento de seguridad sicosocial. Esos resultados, como señaló Alvaro Leyva en Carta al presidente, produjeron “la complacencia general de bañistas, dueños de fundos y veraneantes por la forma como usted les brinda atento cuidado movilizando la fuerza pública de aire, tierra y mar con el propósito de depararles satisfacciones...sin medir los costos”. (4) Magnificados en extremo hacia el exterior estos resultados, la inversión extranjera empezó a llegar. Con timidez y con ánimo, más bien, exploratorio en un principio, aunque nunca en los volúmenes esperados por el gobierno. También la economía comenzó a salir del atolladero. Claro que el año de comparación es 1997, el peor en la historia económica contemporánea de Colombia, aunque lo ha hecho por debajo de la media latinoamericana y obedeciendo, sobre todo, a factores exógenos a la política económica del gobierno. Entre ellos habría que destacar, las bondadosas remesas con las que los inmigrantes, ya son millones, amplían la demanda efectiva interna y concretan en sus familias el amor a la patria que los expulsó. Atrás no podrán quedarse, dadas las dificultades para cuantificarlos, los millares de lavaderos de dólares que, a toda hora se instalan en la mayor parte de las regiones del país, propiciados y amparados y enmascarados por la nueva y poderosa “institucionalidad paramilitar”.
En medio de tan plural incertidumbre- político-militar, institucional y simbólica- la guerrilla fariana salió de su repliegue estratégico proporcionándole al gobierno en el final del 2005 no pocos golpes, rabietas y sustos. Los analistas académicos cercanos a las lógicas de la Seguridad Democrática, se han distanciado al interpretar la ofensiva. Para Alfredo Rangel, ella es la mejor expresión de que las farc están aún vivas y casi incólumes en lo militar. (5) Para Rubén Darío Acevedo, en cambio, estarían quemando los cartuchos finales. (6) Para Atisbos, por su parte, ciertamente que las Farc en un principio recibieron golpes importantes, pero insuficientes para afectar la esencia de su poderío militar. Decidido por ellas el repliegue militar, retornaron a la clásica guerra de guerrillas, re-evidenciando ahora su ya casi histórica capacidad para readecuarse a las cambiantes condiciones estratégicas y tácticas de la guerra. Asesinadas y re-asesinadas a diario en los corazones y deseos de miles de colombianos, en lo político se han debilitado una enormidad. Esto no significa que el gobierno, no obstante las cotidianas “pescas judiciales” en las que han caído millares de inocentes conciencias, haya logrado vaciarle el agua a la pecera maoista. En muchos lugares de Colombia, mantienen una importante base social alimentada por el pensamiento bolivariano de Cano, así como por las retaguardias de gobiernos guerrilleros informales. Al colega Rubén Darío Acevedo le recordaría, independientemente de la validez empírica de su hipótesis, que en dos asuntos nucleares de toda Estrategia militar, los relativos a los espacios y los tiempos, la Política de Seguridad democrática fue mal planeada. En cuanto a los tiempos se programó que, a 18 meses vista, las guerrillas serían derrotadas o que, por lo menos, serían colocadas en condiciones militares de casi obligada capitulación. A partir de ese resultado rotundo, se pensó, los para-estados guerrilleros quedarían desmontados recuperando el Estado institucional la plena soberanía territorial sobre el conjunto del país.
Como la justicia intelectual obliga a dar Dios lo que es de Dios y al Diablo lo que es del Diablo, en este Ensayo se le reconocerá Uribe otro importante mérito. Además de haber logrado cohesionar alrededor de la causa de la guerra a una mayoría nacional de colombianos, díscolos individualistas libertarios, en los inicios del siglo XXI, tal como lo hizo Rafael Reyes, en los del XX, ha colocado sobre el tapete el asunto del Estado obsoleto y premoderno que tenemos. Esto no obstante, hasta ahora no ha podido remover dos de los mayores obstáculos a la materialización de su enfoque específico y particular de nuevo Estado: la politiquería y la corrupción. Aún más. Diría que esos dos obstáculos se lo han engullido. Se lo han tragado.
Son éstas, entonces, las bases sobre las que se intentará algunas respuestas a la pregunta, ¿Es Uribe Vélez el histórico Estadista que, con afán, el país necesita?
Las respuestas, por otra parte, tendrán como marco el examen de la crisis por la que está pasando su Estrategia de tele-gobierno y que se ha manifestado en el bailoteo de las Encuestas, que, distanciadas, le señalan unas el 48% y otras, la de Napoleón Franco, por ejemplo, el 57% de la intención del voto. (7) De todas maneras, alejadas, por cierto, del 70 y 75 % de simpatías sociales con las que los uribistas señalaban que habría Uribe hasta, por lo menos, el 2019.
2. CUANDO LAS ESTRATEGIAS SIMBÓLICAS EMPIEZAN A FALLAR.
Desde la colectivamente optimista y optimizada alborada del gobierno de Uribe, los Atisbos le han apuntado a una hipótesis explicativa formulada así, en una muy rica síntesis, por Omar Rincón en su lúcido Ensayo “Uribe tevé Cuando Gobernar es una Emoción televisiva”: “No basta con ser presidente, si no que hay que parecerlo. Y parecer presidente es un efecto de televisión “. (8) Aún más: en general, Uribe Vélez es más lo que parecido presidente que lo que lo ha sido. Por eso, sin los tremendos logros militares objetivos prometidos en el corto plazo; por eso, aún yendo en contra de su gran promesa electoral, la lucha contra la politiquería y la corrupción, todavía, para muchos “parece” el más excepcional y extraordinario y cualificado y admirable e insuperable e irreemplazable presidente de la historia nacional. Como me dijera un obsesivo uribista del eje cafetero:”si no sonase a profanación, lo asimilaría a Bolívar”. (9) Desde otras lógicas, Omar Rincón nos habla de una amiga, “joven, bella, de 23 años, educada en Universidad privada”, que le contó que “ ese hombre (Uribe) la transformaba, le fascinaba, le encantaba...que ella le creía todo...y que, es más, había llegado a soñar con él, no cualquier sueño, uno erótico”. (10)
Por distintos caminos, las limitaciones, que no el ocaso, de los mayores clásicos de las Ciencias sociales-Durkheim, Marx y Weber- empezaron evidenciarse de cara a sus explicables impotencias teóricas y metodológicas en el examen de lo virtual-simbólico-mediático. Ahora como nunca se sabe que el estudio de esta dimensión de la vida histórico-sociocultural es fundamental para una inteligencia consistente e integral de las sociedades contemporáneas.
Habida cuenta de esta idea, nuestra crítica del uso y abuso intensivos que de la tele-política ha hecho Uribe, no encierra una intención descalificadota de la importancia central y casi inevitable de la política simbólica en el mundo actual. No se podrá ocultar que ésta, de acuerdo con opciones y horizontes políticos distintos, encierra contenidos, orientaciones y objetivos diferenciados. Una cosa es la tele-política, estilo Uribe, dirigida al corazón y a la afectividad de las gentes bloqueando el juicio racional en procura de reproducir la sujeción y embobamiento colectivos y otra cosa es la política simbólica orientada a crearle a la razón, a la racionalidad y al razonamiento condiciones subjetivas y emocionales propicias en procura de alimentar procesos de emancipación ciudadana. Claro que en uno y otro caso, lo simbólico, manejado sin abusos ni espaciales ni temporales, puede ser, y efectivamente lo es, elevadamente eficaz.
3. URIBE: DEL PREDOMIO DE LO SIMBÓLICO A LA REIMPOSICIÓN DE LA REALIDAD.
Uno de los mayores errores estratégicos de Uribe ha sido el de engolosinarse con “un gobierno desde la televisión, con la televisión y para televidentes” negando, a toda hora y a diestra y siniestra, las realidades objetivas. Eso de negar, a guisa de ejemplo, la existencia de la guerra interna al mismo tiempo que le ruega a la gente que odie y se movilice en contra de actores que, a toda hora y en muchas partes, producen acciones bélicas objetivas, lo ha conducido a la contradicción discursiva permanente, a obligados silencios, a hablar ya con medias verdades ya con medias mentiras, así como a rectificaciones continuas haciendo de la incertidumbre y la superficialidad las notas más notorias y notables de su discurso. Ahora mismo en estas semanas desistió de lanzar una candidatura ya lanzada pues, “siendo ya una misma cosa, presidente y candidato fáctico en un solo Uribe, pudieron pensar sus asesores, es mejor que se quede unos meses más haciendo lo que más sabe hacer, en lo que tiene excelentes competencias técnicas, gobernar a punta de actos televisivos, donde todo es un juego de imágenes espectáculo (García Canclini) sin que sea obligado a entrar en el debate donde el análisis racional, las posiciones doctrinarias y los proyectos sociales continúan siendo la pauta normal de conducta”. (11)
Las nuevas Ciencias sociales - línea Wallerstein, Bourdieu, Morin o Castoriadis- nos dirían que el método de la comprensión- en este caso el de la fijación de los sentidos de representaciones bélicas colectivas manejadas, a su amaño, por los Medios de Comunicación a favor de los intereses de la Política de Seguridad democrática-, más bien, que el de la tradicional mirada objetivista, sería más que suficiente para una inteligencia adecuada del primer gobierno de Uribe. Para esta forma específica de gobierno, el de 2002-2006, ese método nos brindaría las claves para descifrarla.
Compartimos esta mirada pero matizada más o menos así: por lo menos hasta mediados del 2005, a los mil días de su llegada al Palacio de San Carlos, Uribe fue presidente más como imaginario colectivo que como realidad objetiva. Pero, en los últimos seis meses, tozudas y reacumuladas realidades han empezado a mellar su Estrategia de tele-gobierno haciéndola entrar en progresiva crisis. Un preanuncio de ésta se había presentado en la coyuntura del referendo cuando el uso intensivo y abusivo de lo simbólico, así como de los espacios virtuales se vino en contra de los diez millones de votos con que soñaba el ministro Fernando Londoño. Al escarbar sobre esas realidades que han determinado la crisis del tele-gobierno uribista, en lo interno se pueden destacar la vigorosa irrupción de las farc, las enormes dificultades enfrentadas por el Plan Patriota, la profundización de la inequidad social, así como la acelerada apropiación coercitiva, por parte de los paramilitares, de la institucionalidad local y regional en, por lo menos, once departamentos del país empezando por la Costa atlántica. En lo externo, contra la Estrategia de Uribe han reactuado el desplome de Bush en el manejo del imperio y la reacción anti-neoliberal en casi toda América latina.
3. LOS POTENCIALES BOQUETES DEL DESINFLE DE URIBE.
En la coyuntura, y sin rivales nacionalmente protagónicos que se apropien de las grandes debilidades de su tele-gobierno, es casi seguro que Uribe, en primera, quizá, en segunda vuelta, acceda a un segundo y dificultoso y complejo e incierto mandato sobre una base de congresistas, heterogénea, parcialmente espuria dado el deseado y no deseado apoyo masivo paramilitar, y babélicamente confusa. Es también casi seguro que un partido liberal medio reagrupado, pueda equilibrar la base parlamentaria del Uribismo. Y finalmente, es probable que el nuevo Polo Democrático Alternativo, PDA, cohesione, con una votación respetable, a las distintas versiones de la izquierda democrática. Esto no obstante, dejando para el próximo Atisbos una reflexión sobre el tema, preferimos desvincular el presente análisis de lo estrictamente coyuntural electoral.
En sucesivas reflexiones hemos dicho que el talón de Aquiles de Uribe- “los errorcitos veniales” de los que osan hablar algunos de sus admiradores y hasta analistas como Cepeda- es plurifrontal. Los errores estructurales en el enfoque de la Política de Seguridad democrática; la aventura del Plan Patriota; la marginalidad de la política social; el tratamiento de connivencia, de permisibilidad y de favorabilidad con el paramilitarismo ; la asimétrica firma arrodillada de un TLC, que sólo busca la “gringorización” de nuestro mercado interior; el uso y abuso intensivos de la tele-política visibilizada en esa especie de tele-gobierno al menudeo que han sido los Consejos comunales, constituyen asuntos de grueso calado.
Pero, Uribe todavía está muy asentando en los corazones de la mitad de los colombianos y trascurrirá un buen tiempo antes de que empiecen a “corotearse” a otras paternales esperanzas. De todas maneras, la tozuda realidad, más temprano que tarde, terminará por imponerse.
Tocaríamos en detalle cada uno de esos puntos, pero la economía, no de espacio virtual sino de compasión con los posibles lectores, obliga a jerarquizar lo que pensamos nodal.
Primero señalemos que en materia de crisis socioterritorial, el Estado se encuentra actualmente en una crisis más aguda que la de hace cuatro años.
En ese entonces, en muchas regiones y localidades del país predominaban los gobiernos guerrilleros fácticos. Estos, por la acción de los paramilitares que no de las fuerzas del Estado, se habían desmoronado en zonas como Puerto Boyacá y el Urabá antioqueño. El conflicto armado como revolución social le estaba cediendo el paso a la más aguda guerra por el control y recontrol de territorios. La confrontación se daba entre paramilitares, coadyuvados por militares, y las guerrillas de las Farc. Sólo al acceder Uribe al gobierno, el Ejercito llegó a la pugna socioterritorial. Como resultado de la Política de Seguridad democrática, en un primer momento, las guerrillas en algunas partes sufrieron golpes y reveses y, en otras, por sí mismas decidieron replegarse desde poblados donde o actuaban como para-estado o cogobernaban, regresando a sus retaguardias rurales donde, militarmente asediadas o no, mantienen sus gobiernos guerrilleros fácticos. Las AUC, por su parte, de modo notorio y notable se agigantaron como para-estado en constelaciones de micro-municipalidades en, por lo menos, 11 departamentos del país. En síntesis, el que durante el gobierno de Uribe se ha empequeñecido en términos de control territorial real, y no meramente discursivo, ha sido el Estado institucional en su nivel de acción, sobre todo, municipal.
Constituye éste un contexto analítico indispensable para explicarse las conductas de los paramilitares una vez iniciado el proceso de pacificación con el gobierno. Sencillamente, ni tontas que fuesen, le han venido cobrando el apalancamiento, a veces estratégico, que le dieron al Estado en la pugna socio-territorial con las guerrillas. En esa línea han hablado con mucha sinceridad. Sin culminar todavía su casi anómico proceso de reinserción a la vida civil, la polemizada ley de Justicia y Paz se produjo a posteriori, arrastrando a ella sus tierras y privilegios y cultura de guerra, han llegado a la institucionalidad con el objetivo específico de controlar las estructuras locales de poder apelando “a todas las formas de lucha”. Hasta ahora en más de diez departamentos del país han alcanzado el objetivo. Han sido sus propios líderes los que le han presentado al país las razones de su políticamente exitosa pero perversa re-inserción. José Vicente Castaño, por ejemplo, le dijo a Colombia entera:”Hay una amistad con los políticos en las zonas donde operamos y se forman alianzas que son innegables. Las autodefensas les dan consejos a muchos de ellos y hay comandantes que tienen sus amigos a las corporaciones y a las alcaldías”. Y a renglón seguido aconsejó:”tratar de aumentar nuestros amigos políticos sin importar el partido a que pertenezcan”. (12) Como en relación con la pasada campaña me lo dijo en una charla de tinto un parlamentario liberal de la Costa: “me llamaron los muchachos de las Auc y me dijeron que aunque en lo personal no tenían nada contra mí, necesitaban mi cupo y mis votos para su gente”. (13) Mancuso, por su parte, señaló que su aspiración política no era personal, si no que dependía de “la voluntad de la gente que durante años se sintió apoyada en nosotros. Recuerde que hablamos de zonas donde el Estado nunca estuvo y los Comandantes ejercen un liderazgo natural”. (14)
Solo cuando asediada por condiciones objetivas social y política y culturalmente apremiantes, la gente empiece a despojarse de la venda afectiva prouribista que le impide analizar la realidad con relativa objetividad, sólo entonces, el país empezará a preguntarse, ¿cómo es que hemos llegado a estos extremos de crisis socio-territorial del Estado y de control coercitivo de la sociedad institucional por parte del paramilitarismo reinsertado?
La otra bomba que, más temprano que tarde, se le desinflará a Uribe será la de los sabatinos Consejos comunales. Un presidente que, en definitiva, está obsesionado “por gobernar desde la televisión, con la televisión y para los televidentes” en una especie de feria pueblerina en la que al detalle se menudean por millares pequeños servicios públicos, “por mucho que trabaje y trabaje y trabaje”, - en esto el presidente paisa, que goza del don de la ubicuidad, es inigualable - al final se olvida o termina dejando en manos ajenas el estudio, manejo y solución de los grandes problemas nacionales. Ojalá hubiese gastado el 20 % del tiempo que dedica al hebdomadario tele-gobierno sabatino a escarbar caminos para sacar avante los Acuerdos Humanitarios o a negociar el TLC sin genuflexiones y sin entregar lo que nos resta de soberanía externa o a resolver grandes angustias sociales. Todo ello en su conjunto no constituye espectáculo emocional ni engorda la imagen pero se llama “gobernar”.
4. NO OBSTANTE LA MEDIOCRIDAD DE SU TELE-GOBIERNO, URIBE CONTINÚA SIENDO EL MÁS ADMIRADO.
Hemos dicho que el Uribe ha sido un tele-gobierno mediocre pero que URIBE, como figura paternal y redentora, penetró tan hondo en la intimidad ciudadana que a ésta, por el momento no le importa la precariedad de los resultados por él logrados. Si no sucede un revolcón imprevisto en la subjetividad ciudadana, se encuentra en línea directa hacia un segundo mandato.
La Encuesta Universidad de los ANDES-INDEPAZ- enero 2006, dos mil encuestados y 5% de margen de error- (15) señaló, dos puntos por encima de la de GALLUP, que en la primera vuelta alcanzará el 59% de la votación. Esto no obstante, en contra del idealizado líder, el 81% manifestó que en Colombia sí había una guerra interna pero que no ésta, si no la pobreza y la corrupción eran los mayores problemas del país. Por otra parte, con un promedio de 2.87, los que lo reelegirán, de “peapá lo rajaron como gestor de las Políticas públicas. Estos fueron los resultados por áreas de acción:
1. Esfuerzos para combatir la pobreza 2.57
2. Estrategia contra el Desempleo 2.57
3. Rechazo de la Politiquería 2.74
4. Protección y Promoción de los
Principios democráticos 2.83
5. Lucha contra la Corrupción 2.84
6. Sanciones a los Culpables por PROMEDIO: 2.87
Violar los Derechos humanos 2.87
7. Esfuerzos por lograr un Acuer-
do Humanitario 2.87
8. Labor para proteger los Dere-
chos Humanos 2.91
9 .Preocupación por aplicar la
Constitución 2.97
10. Acuerdos hacia la Paz 3.05
11. Políticas de Seguridad 3.07
12. Lucha contra el Narcotráfico 3.22
Así examinaron estos resultados algunos académicos:
“La noción de Seguridad está más ligada a mínimos vitales que a lo que es ofrecido por las autoridades. El conflicto no es lo más importante porque nos criamos en él y aprendimos a manejarlo”.(Angélica Rettemberg, U. de los Andes)
“Al preferir a Uribe, pese a que lo califican mal en lo social, la gente le está diciendo: lo vamos a reelegir para que realice la tarea que tiene pendiente”, Camilo González Posso, Presidente de Indepaz)
“El colombiano necesita la figura paterna. Prefiere esto a una propuesta programática. En Uribe ven el papá y por eso lo prefieren”. (Esteban Restrepo, Universidad de los Andes)
5. URIBE O EL PROBLEMADEL ESTADO. En COLOMBIA.
El Estado actual, excepción hecha de su ya casi desmontada aunque, por cierto, contradictoria Constitución, es un Estado obsoleto y premoderno. Aunando contrarios, puede decirse que ya no sirve ni para reproducir el establecimiento y, mucho menos, para transformarlo. En 1903, cuando como respuesta a un país hundido por los efectos de la guerra de los Mil Días, del zarpazo norteamericano en Panamá y de la crisis económica, Rafael Reyes intentó iniciar el proceso de modernización capitalista del país, lo primero que señaló era que el Estado heredado del siglo XIX no era el adecuado para emprender tan enorme proyecto.(16) También dijo, conviene recordarlo ahora, que no obstante su liberalismo económico contrario al intervencionismo, un Estado reformado era el único que podía sacar adelante tan tremenda apuesta. Inició entonces una reforma del Estado que, en términos de ordenamiento territorial, de desarme de la ciudadanía y de profesionalización de las Fuerzas armadas, por lo menos en su espíritu, todavía se mantiene vigente.
Un gran mérito de actual presidente ha sido el de volver a colocar el problema del Estado actual como un asunto estratégico. En el régimen político las propuestas sobre el ideario de sociedad- la vigente o la reformada o la transformada- sobre-abundan al mismo tiempo que escasean las apuestas sobre la reforma del Estado, es decir, sobre la herramienta estratégica o para mantener la sociedad o para reformarla o para transformarla.
Uribe desde un principio presentó su idea-enfoque de Estado comunitario. Fue y continúa siendo una idea práctica, más que un enfoque conceptualizado y operacional con la misión de remodelar la actual sociedad como una sociedad de mercado. Desde el inicio de su gobierno pensó y practicó que, por tres caminos que no explicó cómo se anudaban, podía ir dándole forma a su Enfoque de reforma estatal. Estos no eran otros que los de la creación de instituciones estatales eficaces, la aplicación de Políticas públicas de inspiración neoliberal y la puesta en marcha persistente de los Consejos comunales. En relación con cada uno de ellos, con mayor énfasis en el neoliberalismo, ha venido dando puntadas sin que todavía se sepa con claridad qué es eso de Estado comunitario.
Pero, no fue por esas vías por donde encontró las mayores dificultades. Estas han estado asociadas, más bien, a la remoción de los grandes obstáculos a la idea de un Estado “distinto”. De un lado, la corrupción-politiquería y, del otro, el conflicto armado.
En un principio, como candidato y cuando rubricó el Catecismo de los Cien Puntos, era sincero cuando hablaba de la lucha contra la corrupción. Eso se correspondía con su pensamiento: la corrupción era un asunto que, al elevar los costos de transacción, se traducía en una baja de los niveles de ganancias de los empresarios. Por eso había que combatirla más que por razones ligadas a una drástica disminución de las posibilidades de hacer inversión social. Algo similar ocurría con la estrategia privilegiada para tratar el conflicto armado. La vía negociada también afectaba las ganancias de los empresarios dado, sobre todo, el enorme costo económico que encerraba la realización de las reformas estructurales exigidas por las guerrillas. Aunque en la coyuntura, derrotarlas militarmente era muy costoso y los impuestos de guerra elevarían los costos de transacción, sin embargo, en el mediano y largo plazo vendría la recompensa económica de un país sin guerrillas o con todas ellas en las cárceles o en los cementerios.
Entonces, las dificultades para remover estos obstáculos obligaron al gobierno a postergar para las décadas venideras la definitiva reforma del Estado. Según “Visión Colombia”, El Programa de largo plazo de los Uribistas, para el año 2019, fecha para la que por un acto de poder se trasladó la celebración del Bicentenario, estaría ya concretado el Estado Comunitario. En la práctica, más allá del discurso, se trataría de imbricar los tres próximos Planes Cuatrienales con tres Gobiernos de inspiración uribista, 2006-2018, de tal modo que el 7 de agosto del 2019 el Estado comunitario estuviese ya en plena acción como nuevo Estado.(17)
CONCLUSIÓN PROVISIONAL
En su primer mandato Uribe no pudo derrotar a las guerrillas y los corruptos se lo engulleron hasta reelegirlo, es decir, no pudo remover los dos mayores obstáculos que conspiran contra su idea-enfoque de Estado Comunitario
.¿Será, entonces, Uribe el Estadista que con inmensos deseos viene buscando el país? ¿Será, por otra parte, su idea de Estado comunitario- hasta ahora, neoliberalismo + tele-gobierno comunitario + instituciones de mercado- el camino más adecuado para enfrentar los problemas de un país con los elevados índices que presenta de concentración de la riqueza, de los ingresos y de las oportunidades?
1 .Intervención de Uribe en la Universidad Libre, 19 octubre 2005
2. Sánchez, Ricardo, “Reelección presidenciaL y Simulación de Garantías”, Red de Oscar Delgado, Universidad del Rosario, 17 de enero 2006
3. “Atisbos Analíticos” No 55, Cali, 7 de agosto de 2005.
4. Carta de Alvaro Leyva al Presidente Uribe
5. Para leer a Rangel, www.seguridadydemocracia.org
6. Para leer a Rubén Darío Acevedo, http://ventanaabierta.blogspirit.com ,
7. De un lado la Encuesta de DATEXCO, y, por el otro, la de Napoleón Franco.
8. “Revista Número, Edición 46, sep-oct-nov 2005, pgs.10-19
9. Archivo personal del Autor.
10. Rincón, Omar, Ensayo citado, p.17
11.Cfr. García Canclini, www.innovarium.com/culturaUrbana/Ciudadania.htm
12. Semana, No 1205, junio 6-13 de 2005, p.34
13. Archivo personal del Autor.
14. Semana, No.1198, abril 28-25 de 2005, p.28
15. Ficha técnica de esta importante Encuesta: 2.000 encuestados, 20 municipios, incluidos Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, marga de error
16. Vélez, Humberto, “Quinquenio, Régimen político y Capitalismo”, En, NHC.
17. Visión Colombia Centenario 2019, Presidencia de la República, Planeta, DNP, Bogotá, 2005
Atisbos Analíticos No 63,
Santiago de Cali, Febrero 2006,
Director, Humberto Vélez Ramírez, humbertovelez@andinet.com ,
profesor del Programa de Estudios políticos, IEP, Universidad del Valle; REDUNIPAZ, Red de Universidades por la Paz y la Convivencia; ECOPAIS, Fundación Estado*Comunidad*País,”Un nuevo Estado para una nueva Nación”.
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ENSAYO
CUANDO LA TELEPOLITICA EMPIEZA A DESFALLECER:
¿ES URIBE VÉLEZ EL HISTÓRICO ESTADISTA QUE EL PAIS
NECESITA?
“Cuando los sábados, a través de la televisión,
realiza sus consejos comunales y ofrece poma-
das para las várices, regaña a los oficiales del
ejército o saca matas de coca en la Macarena
antes de que lleguen las farc para dar sensa-
ción de seguridad, yo pienso: algún día le va a
fallar la estrategia”. (Alvaro Leyva Durán, El
Espectador, 29 enero- 4 febrero 2006, p.7A).
ABSTRACT
Introducción
1. Cuando las Estrategias simbólicas empiezan a fallar
2. Uribe: del Predominio de lo simbólico a la Imposición de la Realidad
3. Los potenciales Boquetes del Desinfle de Uribe
4. No obstante la Mediocridad de su Tele-gobierno, Uribe continúa siendo el más Admirado
5. Uribe y el problema del Estado en Colombia
Conclusión provisional
INTRODUCCIÓN
Cuando, en histórico acto, la Corte Constitucional incurrió en el ilícito de lesa juridicidad al formalizar en definitiva la reelección, no la general, lo que podría haber sido acertado, si no la de Alvaro Uribe Vélez en particular, éste, atento y solícito, proclamó que los historiadores del futuro evaluarían el acto, pero que por ahora sus responsabilidades eran con el pueblo, que no con la historia. (1) Al cuestionar este enfoque práctico de la historia como simple pieza de rebujos y antiguallas y no como vívida y socialmente impactante transformación del presente en pasado y futuro, escribió el profesor Ricardo Sánchez: “tal idea sobre el pueblo y la historia, pretende negar los procesos del devenir, en el quehacer de las sociedades y la cultura, colocando a la historia como un decorado, siempre en el pasado”. (2) Como, en otra línea de argumentos, el propio profesor Sánchez lo insinúa, dos son las razones centrales del carácter histórico de la decisión de la Corte. De un lado, el lógico y empíricamente presumible impacto de esa decisión jurídico política sobre la estructura futura del Estado, así como sobre la orientación política de la sociedad colombiana en la década 2006-2016. Y del otro, la más contraria a la sensibilidad de una Cultura jurídica rica, el gravísimo precedente de legislar ad hoc, es decir, a dedo.
Destacamos este enfoque de la historia que liga el presente con el pasado y el futuro, porque desde las lógicas analíticas de los “Atisbos”, histórica fue ésa decisión de la Corte, como histórico ha sido éste gobierno de Uribe Vélez. Las huellas empíricas hasta ahora por él dejadas en los últimos mil doscientos sesenta días, para bien o para mal, lo marcan como uno de esos “hechos” reveladores y condensadores de las notas más definitorias de una etapa dada de la sociedad colombiana. Como se apuntó en el Atisbos No 55: “Estamos de acuerdo en que la singularidad de Uribe ha consistido en ser capaz de cohesionar a más de medio país tras un propósito nacional, el de derrotar a los violentos. Pudo, entonces, introducirse subrepticiamente en la intimidad personalizada de una masa policlasista de colombianos de carne y hueso vendiéndoles coloquialmente la idea de que juntos construirían un Estado, primero, capaz de derrotar militarmente a los violentos y, segundo, potenciado para brindarle a todos y todas seguridad sicosocial, familiar y patrimonial. Y como en los foros de Zalamea, la audiencia creció y creció y creció”. (3)
Encontrándose ya a medio año del final de su primer mandato, primero, no ha logrado la derrota militar de los violentos. Los obligó, por cierto, a salirse de las carreteras centrales. A correrse en muchas partes, desde los cascos urbanos hasta las zonas rurales. A pasar a una defensiva estratégica. Segundo, inyectó sin dolor en muchos corazones- en los que, en clasista combinación, se agazapaban la “asustada riqueza” de unos pocos, la “crisis desesperada” de los sectores medios y las “optimistas expectativas” de no pocos pobres- el más unidimensional sentimiento de seguridad sicosocial. Esos resultados, como señaló Alvaro Leyva en Carta al presidente, produjeron “la complacencia general de bañistas, dueños de fundos y veraneantes por la forma como usted les brinda atento cuidado movilizando la fuerza pública de aire, tierra y mar con el propósito de depararles satisfacciones...sin medir los costos”. (4) Magnificados en extremo hacia el exterior estos resultados, la inversión extranjera empezó a llegar. Con timidez y con ánimo, más bien, exploratorio en un principio, aunque nunca en los volúmenes esperados por el gobierno. También la economía comenzó a salir del atolladero. Claro que el año de comparación es 1997, el peor en la historia económica contemporánea de Colombia, aunque lo ha hecho por debajo de la media latinoamericana y obedeciendo, sobre todo, a factores exógenos a la política económica del gobierno. Entre ellos habría que destacar, las bondadosas remesas con las que los inmigrantes, ya son millones, amplían la demanda efectiva interna y concretan en sus familias el amor a la patria que los expulsó. Atrás no podrán quedarse, dadas las dificultades para cuantificarlos, los millares de lavaderos de dólares que, a toda hora se instalan en la mayor parte de las regiones del país, propiciados y amparados y enmascarados por la nueva y poderosa “institucionalidad paramilitar”.
En medio de tan plural incertidumbre- político-militar, institucional y simbólica- la guerrilla fariana salió de su repliegue estratégico proporcionándole al gobierno en el final del 2005 no pocos golpes, rabietas y sustos. Los analistas académicos cercanos a las lógicas de la Seguridad Democrática, se han distanciado al interpretar la ofensiva. Para Alfredo Rangel, ella es la mejor expresión de que las farc están aún vivas y casi incólumes en lo militar. (5) Para Rubén Darío Acevedo, en cambio, estarían quemando los cartuchos finales. (6) Para Atisbos, por su parte, ciertamente que las Farc en un principio recibieron golpes importantes, pero insuficientes para afectar la esencia de su poderío militar. Decidido por ellas el repliegue militar, retornaron a la clásica guerra de guerrillas, re-evidenciando ahora su ya casi histórica capacidad para readecuarse a las cambiantes condiciones estratégicas y tácticas de la guerra. Asesinadas y re-asesinadas a diario en los corazones y deseos de miles de colombianos, en lo político se han debilitado una enormidad. Esto no significa que el gobierno, no obstante las cotidianas “pescas judiciales” en las que han caído millares de inocentes conciencias, haya logrado vaciarle el agua a la pecera maoista. En muchos lugares de Colombia, mantienen una importante base social alimentada por el pensamiento bolivariano de Cano, así como por las retaguardias de gobiernos guerrilleros informales. Al colega Rubén Darío Acevedo le recordaría, independientemente de la validez empírica de su hipótesis, que en dos asuntos nucleares de toda Estrategia militar, los relativos a los espacios y los tiempos, la Política de Seguridad democrática fue mal planeada. En cuanto a los tiempos se programó que, a 18 meses vista, las guerrillas serían derrotadas o que, por lo menos, serían colocadas en condiciones militares de casi obligada capitulación. A partir de ese resultado rotundo, se pensó, los para-estados guerrilleros quedarían desmontados recuperando el Estado institucional la plena soberanía territorial sobre el conjunto del país.
Como la justicia intelectual obliga a dar Dios lo que es de Dios y al Diablo lo que es del Diablo, en este Ensayo se le reconocerá Uribe otro importante mérito. Además de haber logrado cohesionar alrededor de la causa de la guerra a una mayoría nacional de colombianos, díscolos individualistas libertarios, en los inicios del siglo XXI, tal como lo hizo Rafael Reyes, en los del XX, ha colocado sobre el tapete el asunto del Estado obsoleto y premoderno que tenemos. Esto no obstante, hasta ahora no ha podido remover dos de los mayores obstáculos a la materialización de su enfoque específico y particular de nuevo Estado: la politiquería y la corrupción. Aún más. Diría que esos dos obstáculos se lo han engullido. Se lo han tragado.
Son éstas, entonces, las bases sobre las que se intentará algunas respuestas a la pregunta, ¿Es Uribe Vélez el histórico Estadista que, con afán, el país necesita?
Las respuestas, por otra parte, tendrán como marco el examen de la crisis por la que está pasando su Estrategia de tele-gobierno y que se ha manifestado en el bailoteo de las Encuestas, que, distanciadas, le señalan unas el 48% y otras, la de Napoleón Franco, por ejemplo, el 57% de la intención del voto. (7) De todas maneras, alejadas, por cierto, del 70 y 75 % de simpatías sociales con las que los uribistas señalaban que habría Uribe hasta, por lo menos, el 2019.
2. CUANDO LAS ESTRATEGIAS SIMBÓLICAS EMPIEZAN A FALLAR.
Desde la colectivamente optimista y optimizada alborada del gobierno de Uribe, los Atisbos le han apuntado a una hipótesis explicativa formulada así, en una muy rica síntesis, por Omar Rincón en su lúcido Ensayo “Uribe tevé Cuando Gobernar es una Emoción televisiva”: “No basta con ser presidente, si no que hay que parecerlo. Y parecer presidente es un efecto de televisión “. (8) Aún más: en general, Uribe Vélez es más lo que parecido presidente que lo que lo ha sido. Por eso, sin los tremendos logros militares objetivos prometidos en el corto plazo; por eso, aún yendo en contra de su gran promesa electoral, la lucha contra la politiquería y la corrupción, todavía, para muchos “parece” el más excepcional y extraordinario y cualificado y admirable e insuperable e irreemplazable presidente de la historia nacional. Como me dijera un obsesivo uribista del eje cafetero:”si no sonase a profanación, lo asimilaría a Bolívar”. (9) Desde otras lógicas, Omar Rincón nos habla de una amiga, “joven, bella, de 23 años, educada en Universidad privada”, que le contó que “ ese hombre (Uribe) la transformaba, le fascinaba, le encantaba...que ella le creía todo...y que, es más, había llegado a soñar con él, no cualquier sueño, uno erótico”. (10)
Por distintos caminos, las limitaciones, que no el ocaso, de los mayores clásicos de las Ciencias sociales-Durkheim, Marx y Weber- empezaron evidenciarse de cara a sus explicables impotencias teóricas y metodológicas en el examen de lo virtual-simbólico-mediático. Ahora como nunca se sabe que el estudio de esta dimensión de la vida histórico-sociocultural es fundamental para una inteligencia consistente e integral de las sociedades contemporáneas.
Habida cuenta de esta idea, nuestra crítica del uso y abuso intensivos que de la tele-política ha hecho Uribe, no encierra una intención descalificadota de la importancia central y casi inevitable de la política simbólica en el mundo actual. No se podrá ocultar que ésta, de acuerdo con opciones y horizontes políticos distintos, encierra contenidos, orientaciones y objetivos diferenciados. Una cosa es la tele-política, estilo Uribe, dirigida al corazón y a la afectividad de las gentes bloqueando el juicio racional en procura de reproducir la sujeción y embobamiento colectivos y otra cosa es la política simbólica orientada a crearle a la razón, a la racionalidad y al razonamiento condiciones subjetivas y emocionales propicias en procura de alimentar procesos de emancipación ciudadana. Claro que en uno y otro caso, lo simbólico, manejado sin abusos ni espaciales ni temporales, puede ser, y efectivamente lo es, elevadamente eficaz.
3. URIBE: DEL PREDOMIO DE LO SIMBÓLICO A LA REIMPOSICIÓN DE LA REALIDAD.
Uno de los mayores errores estratégicos de Uribe ha sido el de engolosinarse con “un gobierno desde la televisión, con la televisión y para televidentes” negando, a toda hora y a diestra y siniestra, las realidades objetivas. Eso de negar, a guisa de ejemplo, la existencia de la guerra interna al mismo tiempo que le ruega a la gente que odie y se movilice en contra de actores que, a toda hora y en muchas partes, producen acciones bélicas objetivas, lo ha conducido a la contradicción discursiva permanente, a obligados silencios, a hablar ya con medias verdades ya con medias mentiras, así como a rectificaciones continuas haciendo de la incertidumbre y la superficialidad las notas más notorias y notables de su discurso. Ahora mismo en estas semanas desistió de lanzar una candidatura ya lanzada pues, “siendo ya una misma cosa, presidente y candidato fáctico en un solo Uribe, pudieron pensar sus asesores, es mejor que se quede unos meses más haciendo lo que más sabe hacer, en lo que tiene excelentes competencias técnicas, gobernar a punta de actos televisivos, donde todo es un juego de imágenes espectáculo (García Canclini) sin que sea obligado a entrar en el debate donde el análisis racional, las posiciones doctrinarias y los proyectos sociales continúan siendo la pauta normal de conducta”. (11)
Las nuevas Ciencias sociales - línea Wallerstein, Bourdieu, Morin o Castoriadis- nos dirían que el método de la comprensión- en este caso el de la fijación de los sentidos de representaciones bélicas colectivas manejadas, a su amaño, por los Medios de Comunicación a favor de los intereses de la Política de Seguridad democrática-, más bien, que el de la tradicional mirada objetivista, sería más que suficiente para una inteligencia adecuada del primer gobierno de Uribe. Para esta forma específica de gobierno, el de 2002-2006, ese método nos brindaría las claves para descifrarla.
Compartimos esta mirada pero matizada más o menos así: por lo menos hasta mediados del 2005, a los mil días de su llegada al Palacio de San Carlos, Uribe fue presidente más como imaginario colectivo que como realidad objetiva. Pero, en los últimos seis meses, tozudas y reacumuladas realidades han empezado a mellar su Estrategia de tele-gobierno haciéndola entrar en progresiva crisis. Un preanuncio de ésta se había presentado en la coyuntura del referendo cuando el uso intensivo y abusivo de lo simbólico, así como de los espacios virtuales se vino en contra de los diez millones de votos con que soñaba el ministro Fernando Londoño. Al escarbar sobre esas realidades que han determinado la crisis del tele-gobierno uribista, en lo interno se pueden destacar la vigorosa irrupción de las farc, las enormes dificultades enfrentadas por el Plan Patriota, la profundización de la inequidad social, así como la acelerada apropiación coercitiva, por parte de los paramilitares, de la institucionalidad local y regional en, por lo menos, once departamentos del país empezando por la Costa atlántica. En lo externo, contra la Estrategia de Uribe han reactuado el desplome de Bush en el manejo del imperio y la reacción anti-neoliberal en casi toda América latina.
3. LOS POTENCIALES BOQUETES DEL DESINFLE DE URIBE.
En la coyuntura, y sin rivales nacionalmente protagónicos que se apropien de las grandes debilidades de su tele-gobierno, es casi seguro que Uribe, en primera, quizá, en segunda vuelta, acceda a un segundo y dificultoso y complejo e incierto mandato sobre una base de congresistas, heterogénea, parcialmente espuria dado el deseado y no deseado apoyo masivo paramilitar, y babélicamente confusa. Es también casi seguro que un partido liberal medio reagrupado, pueda equilibrar la base parlamentaria del Uribismo. Y finalmente, es probable que el nuevo Polo Democrático Alternativo, PDA, cohesione, con una votación respetable, a las distintas versiones de la izquierda democrática. Esto no obstante, dejando para el próximo Atisbos una reflexión sobre el tema, preferimos desvincular el presente análisis de lo estrictamente coyuntural electoral.
En sucesivas reflexiones hemos dicho que el talón de Aquiles de Uribe- “los errorcitos veniales” de los que osan hablar algunos de sus admiradores y hasta analistas como Cepeda- es plurifrontal. Los errores estructurales en el enfoque de la Política de Seguridad democrática; la aventura del Plan Patriota; la marginalidad de la política social; el tratamiento de connivencia, de permisibilidad y de favorabilidad con el paramilitarismo ; la asimétrica firma arrodillada de un TLC, que sólo busca la “gringorización” de nuestro mercado interior; el uso y abuso intensivos de la tele-política visibilizada en esa especie de tele-gobierno al menudeo que han sido los Consejos comunales, constituyen asuntos de grueso calado.
Pero, Uribe todavía está muy asentando en los corazones de la mitad de los colombianos y trascurrirá un buen tiempo antes de que empiecen a “corotearse” a otras paternales esperanzas. De todas maneras, la tozuda realidad, más temprano que tarde, terminará por imponerse.
Tocaríamos en detalle cada uno de esos puntos, pero la economía, no de espacio virtual sino de compasión con los posibles lectores, obliga a jerarquizar lo que pensamos nodal.
Primero señalemos que en materia de crisis socioterritorial, el Estado se encuentra actualmente en una crisis más aguda que la de hace cuatro años.
En ese entonces, en muchas regiones y localidades del país predominaban los gobiernos guerrilleros fácticos. Estos, por la acción de los paramilitares que no de las fuerzas del Estado, se habían desmoronado en zonas como Puerto Boyacá y el Urabá antioqueño. El conflicto armado como revolución social le estaba cediendo el paso a la más aguda guerra por el control y recontrol de territorios. La confrontación se daba entre paramilitares, coadyuvados por militares, y las guerrillas de las Farc. Sólo al acceder Uribe al gobierno, el Ejercito llegó a la pugna socioterritorial. Como resultado de la Política de Seguridad democrática, en un primer momento, las guerrillas en algunas partes sufrieron golpes y reveses y, en otras, por sí mismas decidieron replegarse desde poblados donde o actuaban como para-estado o cogobernaban, regresando a sus retaguardias rurales donde, militarmente asediadas o no, mantienen sus gobiernos guerrilleros fácticos. Las AUC, por su parte, de modo notorio y notable se agigantaron como para-estado en constelaciones de micro-municipalidades en, por lo menos, 11 departamentos del país. En síntesis, el que durante el gobierno de Uribe se ha empequeñecido en términos de control territorial real, y no meramente discursivo, ha sido el Estado institucional en su nivel de acción, sobre todo, municipal.
Constituye éste un contexto analítico indispensable para explicarse las conductas de los paramilitares una vez iniciado el proceso de pacificación con el gobierno. Sencillamente, ni tontas que fuesen, le han venido cobrando el apalancamiento, a veces estratégico, que le dieron al Estado en la pugna socio-territorial con las guerrillas. En esa línea han hablado con mucha sinceridad. Sin culminar todavía su casi anómico proceso de reinserción a la vida civil, la polemizada ley de Justicia y Paz se produjo a posteriori, arrastrando a ella sus tierras y privilegios y cultura de guerra, han llegado a la institucionalidad con el objetivo específico de controlar las estructuras locales de poder apelando “a todas las formas de lucha”. Hasta ahora en más de diez departamentos del país han alcanzado el objetivo. Han sido sus propios líderes los que le han presentado al país las razones de su políticamente exitosa pero perversa re-inserción. José Vicente Castaño, por ejemplo, le dijo a Colombia entera:”Hay una amistad con los políticos en las zonas donde operamos y se forman alianzas que son innegables. Las autodefensas les dan consejos a muchos de ellos y hay comandantes que tienen sus amigos a las corporaciones y a las alcaldías”. Y a renglón seguido aconsejó:”tratar de aumentar nuestros amigos políticos sin importar el partido a que pertenezcan”. (12) Como en relación con la pasada campaña me lo dijo en una charla de tinto un parlamentario liberal de la Costa: “me llamaron los muchachos de las Auc y me dijeron que aunque en lo personal no tenían nada contra mí, necesitaban mi cupo y mis votos para su gente”. (13) Mancuso, por su parte, señaló que su aspiración política no era personal, si no que dependía de “la voluntad de la gente que durante años se sintió apoyada en nosotros. Recuerde que hablamos de zonas donde el Estado nunca estuvo y los Comandantes ejercen un liderazgo natural”. (14)
Solo cuando asediada por condiciones objetivas social y política y culturalmente apremiantes, la gente empiece a despojarse de la venda afectiva prouribista que le impide analizar la realidad con relativa objetividad, sólo entonces, el país empezará a preguntarse, ¿cómo es que hemos llegado a estos extremos de crisis socio-territorial del Estado y de control coercitivo de la sociedad institucional por parte del paramilitarismo reinsertado?
La otra bomba que, más temprano que tarde, se le desinflará a Uribe será la de los sabatinos Consejos comunales. Un presidente que, en definitiva, está obsesionado “por gobernar desde la televisión, con la televisión y para los televidentes” en una especie de feria pueblerina en la que al detalle se menudean por millares pequeños servicios públicos, “por mucho que trabaje y trabaje y trabaje”, - en esto el presidente paisa, que goza del don de la ubicuidad, es inigualable - al final se olvida o termina dejando en manos ajenas el estudio, manejo y solución de los grandes problemas nacionales. Ojalá hubiese gastado el 20 % del tiempo que dedica al hebdomadario tele-gobierno sabatino a escarbar caminos para sacar avante los Acuerdos Humanitarios o a negociar el TLC sin genuflexiones y sin entregar lo que nos resta de soberanía externa o a resolver grandes angustias sociales. Todo ello en su conjunto no constituye espectáculo emocional ni engorda la imagen pero se llama “gobernar”.
4. NO OBSTANTE LA MEDIOCRIDAD DE SU TELE-GOBIERNO, URIBE CONTINÚA SIENDO EL MÁS ADMIRADO.
Hemos dicho que el Uribe ha sido un tele-gobierno mediocre pero que URIBE, como figura paternal y redentora, penetró tan hondo en la intimidad ciudadana que a ésta, por el momento no le importa la precariedad de los resultados por él logrados. Si no sucede un revolcón imprevisto en la subjetividad ciudadana, se encuentra en línea directa hacia un segundo mandato.
La Encuesta Universidad de los ANDES-INDEPAZ- enero 2006, dos mil encuestados y 5% de margen de error- (15) señaló, dos puntos por encima de la de GALLUP, que en la primera vuelta alcanzará el 59% de la votación. Esto no obstante, en contra del idealizado líder, el 81% manifestó que en Colombia sí había una guerra interna pero que no ésta, si no la pobreza y la corrupción eran los mayores problemas del país. Por otra parte, con un promedio de 2.87, los que lo reelegirán, de “peapá lo rajaron como gestor de las Políticas públicas. Estos fueron los resultados por áreas de acción:
1. Esfuerzos para combatir la pobreza 2.57
2. Estrategia contra el Desempleo 2.57
3. Rechazo de la Politiquería 2.74
4. Protección y Promoción de los
Principios democráticos 2.83
5. Lucha contra la Corrupción 2.84
6. Sanciones a los Culpables por PROMEDIO: 2.87
Violar los Derechos humanos 2.87
7. Esfuerzos por lograr un Acuer-
do Humanitario 2.87
8. Labor para proteger los Dere-
chos Humanos 2.91
9 .Preocupación por aplicar la
Constitución 2.97
10. Acuerdos hacia la Paz 3.05
11. Políticas de Seguridad 3.07
12. Lucha contra el Narcotráfico 3.22
Así examinaron estos resultados algunos académicos:
“La noción de Seguridad está más ligada a mínimos vitales que a lo que es ofrecido por las autoridades. El conflicto no es lo más importante porque nos criamos en él y aprendimos a manejarlo”.(Angélica Rettemberg, U. de los Andes)
“Al preferir a Uribe, pese a que lo califican mal en lo social, la gente le está diciendo: lo vamos a reelegir para que realice la tarea que tiene pendiente”, Camilo González Posso, Presidente de Indepaz)
“El colombiano necesita la figura paterna. Prefiere esto a una propuesta programática. En Uribe ven el papá y por eso lo prefieren”. (Esteban Restrepo, Universidad de los Andes)
5. URIBE O EL PROBLEMADEL ESTADO. En COLOMBIA.
El Estado actual, excepción hecha de su ya casi desmontada aunque, por cierto, contradictoria Constitución, es un Estado obsoleto y premoderno. Aunando contrarios, puede decirse que ya no sirve ni para reproducir el establecimiento y, mucho menos, para transformarlo. En 1903, cuando como respuesta a un país hundido por los efectos de la guerra de los Mil Días, del zarpazo norteamericano en Panamá y de la crisis económica, Rafael Reyes intentó iniciar el proceso de modernización capitalista del país, lo primero que señaló era que el Estado heredado del siglo XIX no era el adecuado para emprender tan enorme proyecto.(16) También dijo, conviene recordarlo ahora, que no obstante su liberalismo económico contrario al intervencionismo, un Estado reformado era el único que podía sacar adelante tan tremenda apuesta. Inició entonces una reforma del Estado que, en términos de ordenamiento territorial, de desarme de la ciudadanía y de profesionalización de las Fuerzas armadas, por lo menos en su espíritu, todavía se mantiene vigente.
Un gran mérito de actual presidente ha sido el de volver a colocar el problema del Estado actual como un asunto estratégico. En el régimen político las propuestas sobre el ideario de sociedad- la vigente o la reformada o la transformada- sobre-abundan al mismo tiempo que escasean las apuestas sobre la reforma del Estado, es decir, sobre la herramienta estratégica o para mantener la sociedad o para reformarla o para transformarla.
Uribe desde un principio presentó su idea-enfoque de Estado comunitario. Fue y continúa siendo una idea práctica, más que un enfoque conceptualizado y operacional con la misión de remodelar la actual sociedad como una sociedad de mercado. Desde el inicio de su gobierno pensó y practicó que, por tres caminos que no explicó cómo se anudaban, podía ir dándole forma a su Enfoque de reforma estatal. Estos no eran otros que los de la creación de instituciones estatales eficaces, la aplicación de Políticas públicas de inspiración neoliberal y la puesta en marcha persistente de los Consejos comunales. En relación con cada uno de ellos, con mayor énfasis en el neoliberalismo, ha venido dando puntadas sin que todavía se sepa con claridad qué es eso de Estado comunitario.
Pero, no fue por esas vías por donde encontró las mayores dificultades. Estas han estado asociadas, más bien, a la remoción de los grandes obstáculos a la idea de un Estado “distinto”. De un lado, la corrupción-politiquería y, del otro, el conflicto armado.
En un principio, como candidato y cuando rubricó el Catecismo de los Cien Puntos, era sincero cuando hablaba de la lucha contra la corrupción. Eso se correspondía con su pensamiento: la corrupción era un asunto que, al elevar los costos de transacción, se traducía en una baja de los niveles de ganancias de los empresarios. Por eso había que combatirla más que por razones ligadas a una drástica disminución de las posibilidades de hacer inversión social. Algo similar ocurría con la estrategia privilegiada para tratar el conflicto armado. La vía negociada también afectaba las ganancias de los empresarios dado, sobre todo, el enorme costo económico que encerraba la realización de las reformas estructurales exigidas por las guerrillas. Aunque en la coyuntura, derrotarlas militarmente era muy costoso y los impuestos de guerra elevarían los costos de transacción, sin embargo, en el mediano y largo plazo vendría la recompensa económica de un país sin guerrillas o con todas ellas en las cárceles o en los cementerios.
Entonces, las dificultades para remover estos obstáculos obligaron al gobierno a postergar para las décadas venideras la definitiva reforma del Estado. Según “Visión Colombia”, El Programa de largo plazo de los Uribistas, para el año 2019, fecha para la que por un acto de poder se trasladó la celebración del Bicentenario, estaría ya concretado el Estado Comunitario. En la práctica, más allá del discurso, se trataría de imbricar los tres próximos Planes Cuatrienales con tres Gobiernos de inspiración uribista, 2006-2018, de tal modo que el 7 de agosto del 2019 el Estado comunitario estuviese ya en plena acción como nuevo Estado.(17)
CONCLUSIÓN PROVISIONAL
En su primer mandato Uribe no pudo derrotar a las guerrillas y los corruptos se lo engulleron hasta reelegirlo, es decir, no pudo remover los dos mayores obstáculos que conspiran contra su idea-enfoque de Estado Comunitario
.¿Será, entonces, Uribe el Estadista que con inmensos deseos viene buscando el país? ¿Será, por otra parte, su idea de Estado comunitario- hasta ahora, neoliberalismo + tele-gobierno comunitario + instituciones de mercado- el camino más adecuado para enfrentar los problemas de un país con los elevados índices que presenta de concentración de la riqueza, de los ingresos y de las oportunidades?
1 .Intervención de Uribe en la Universidad Libre, 19 octubre 2005
2. Sánchez, Ricardo, “Reelección presidenciaL y Simulación de Garantías”, Red de Oscar Delgado, Universidad del Rosario, 17 de enero 2006
3. “Atisbos Analíticos” No 55, Cali, 7 de agosto de 2005.
4. Carta de Alvaro Leyva al Presidente Uribe
5. Para leer a Rangel, www.seguridadydemocracia.org
6. Para leer a Rubén Darío Acevedo, http://ventanaabierta.blogspirit.com ,
7. De un lado la Encuesta de DATEXCO, y, por el otro, la de Napoleón Franco.
8. “Revista Número, Edición 46, sep-oct-nov 2005, pgs.10-19
9. Archivo personal del Autor.
10. Rincón, Omar, Ensayo citado, p.17
11.Cfr. García Canclini, www.innovarium.com/culturaUrbana/Ciudadania.htm
12. Semana, No 1205, junio 6-13 de 2005, p.34
13. Archivo personal del Autor.
14. Semana, No.1198, abril 28-25 de 2005, p.28
15. Ficha técnica de esta importante Encuesta: 2.000 encuestados, 20 municipios, incluidos Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, marga de error
16. Vélez, Humberto, “Quinquenio, Régimen político y Capitalismo”, En, NHC.
17. Visión Colombia Centenario 2019, Presidencia de la República, Planeta, DNP, Bogotá, 2005
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