viernes, 19 de septiembre de 2008

Atisbos Analíticos No 93, Cali,
septiembre 2008
Humberto Vélez Ramírez
Programa de Estudios Políticos,
Universidad del Valle.



Para Ingresar a los Atisbos Analíticos,
ATISBOSANALITICOS2000.BLOGSPOT.COM



“URIBE: ENTRE LA REELECCIÓN Y LA
INTRASCENDENCIA DEL MÉTODO”


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Especial para la Revista
“El Salmón”, U. del Tolima.

Como una desgracia más, en Colombia en las últimas cinco décadas la historia siempre se ha aparecido y repetido como inmensa mentira, como tremendo engaño social y como perversa sombra encubridora. Clío como que se ha olvidado de presentarse por estos lares como farsa y como tragedia, que fue así como se la imaginó el siempre lúcido y olvidado Marx. (1) Lástima que así hubiese acaecido porque, por lo menos, estas dos formas de aparición de la historia son públicas y abiertas y no privadas y clandestinas como lo son la mentira, el engaño y el encubrimiento. En el primer caso, la historia como tragedia o como farsa para que la sufra la ciudadanía, es cierto , y, en el segundo, la historia para que, ocultados y mimetizados bajo las máscaras del poder, de la ideología y de las trampas de imagen, la gocen y usufructúen los detentadores de la dominación hegemónica.

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Como décadas ha lo dijo el maestro Fals Borda, “Colombia ha llegado en su devenir histórico a tal encrucijada que necesita que se le diga la verdad, así sea ella dolorosa, y aunque produzca serios inconvenientes a aquellos que se atreven a decirla”. (2) En la década del 60, la violencia entre partidos fue investigada y sus resultados, publicados en un libro ya clásico cuya lectura fue prohibida por un acuerdo institucional liberal conservador. De acuerdo con el historiador Jorge Orlando Melo entre 1958 y el 2008 en Colombia hubo 709.000 asesinatos (3), o sea, que en un período de diez y ocho mil días esta sociedad tuvo un promedio de 39.5 víctimas diarias sin que la ciudadanía- estamos casi seguros de nuestra afirmación- haya visto públicamente castigados y encarcelados a los victimarios en el 90% de los casos. Esto significa que los asesinatos de las guerrillas, del narcotráfico, de los paramilitares, de la parapolítica y de la delincuencia común fueron, han sido y continúan siendo acciones básicamente “privadas.”
Pero, ¿por qué extender la tesis de la historia como mentira, engaño social y sombra encubridora hasta la actual forma de gobierno cuando el 78% de la ciudadanía – en estos días las encuestas ya no hablan del técnicamente imposible 91.4% de popularidad como hace tres meses- piensa, cree y se imagina que el “Conductor Insustituible del país” anda siempre con la verdad a flor de labios? “.

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Es cierto que un importante sector de la oposición, aunque no toda ella, ha estado empeñada en probar que Uribe ha delinquido. Sabemos que para serlo, lo primero que se requiere es ser humano. Por eso Foucault muy tranquilamente dijo que, entre las cosas, que diariamente hacen los seres humanos se encuentra el delinquir. (4) A nosotros los investigadores no nos corresponde decirlo sino, más bien, probarlo mediante sólidos soportes empíricos, aunque sabemos que, por muy importantes que éstos sean, en la inducción empírica no se agota la ciencia. Claro que a un régimen fuerte y que, ante todo, maneje muy bien el juego entre la realidad y las imágenes, le es relativamente fácil bloquear temporal y circunstancialmente la solidez de unas pruebas empíricas. En nuestro medio abunda la historia de clásicos politicastros, avezados y mañosos y hábiles, que tienen entre rejas a muchos de los administradores de sus prácticas corruptas, cuando a ellos con dificultad se les logra probar que han dejado de rezar el padrenuestro de cada día. Pero, al presidente no se le puede juzgar por lo que dice, porque a excepción de cinco puntos en los que se evidencia altamente coherente, seguridad democrática- confianza inversionista-cohesión social-privatización progresiva de las empresas del Estado- mercado untado de comunitarismo como regulador central de la vida social, engorroso y dificultoso se hace seguirle la coherencia discursiva en otro tema distinto.
En una ocasión, antes de subirse al avión para viajar a Europa, Uribe manifestó, “no importa que me digan paramilitar”, afirmación que se complementa con lo que ha dicho en estos días que a la “Corte Penal Internacional no se dejará llevar”. Pues bien, Atisbos no posee ninguna prueba sólida y robusta para configurarle la condición de paramilitar. El mismo ha manifestado que de haberlo sido, otro sería el Uribe que habría cantado con un fusil al hombro. En este caso, tampoco podemos quedarnos en el imaginario popular que dice “dime con quién andas y te diré quién eres”. Pero, existe “algo” que, aunque no apunta a un juicio de hecho empíricamente contundente, sí resulta, por lo menos, muy extraño, inusualmente ocurrido y hasta digno de un cuidadoso examen a la luz de la teoría del cálculo de probabilidades para preguntarle si en la compleja y volátil indeterminación humana puede caber junta tanta coincidencia. Desde enero del 2002 hasta ahora, septiembre del 2008, no ha habido casi semana en la que Uribe no haya tenido que ver con personas presumiblemente cercanas al paramilitarismo ya se trate de altos funcionarios públicos, miembros de su bancada en el Congreso o viejas amistades.

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Como para poder afirmar ahora, en clave de hipótesis, que numerosos y tortuosos son los caminos paras que, de modo indirecto, nos pueden conducir hasta la puerta de entrada de la oficina del exgobernador de Antioquia. Claro que mediante ese método dificultoso resulta configurar delitos pero, ello no obstante, desde y por muchas partes saltarán indicios indirectos de muy posibles malas conductas.
Por otra parte, quizá no existan razones válidas para cuestionar a la masa que se babea frente al conductor insustituible pues, desde tiempos remotos, se ha dicho que cada sociedad tiene el gobierno que se merece. Pero ocurre que los colombianos siempre se han cuidado de vigilar quién se le acerca a quién y quién busca a quién, máxime cuando se trata de un presidente idealizado. Al respecto, la antropóloga Marlene Singapur, al referirse al nuevo escándalo de Fiduagraria cuya presidente, sobrina del hasta hace dos días Embajador en República Dominicana, Juan José Chaux, señaló: “Pero, ¿por qué está rodeado el presidente de tanto mentiroso, ¿de dónde los sacó, quién se los recomendó? Al contratarlos, les pidió siquiera la hoja de vida, el pasado judicial? Es que son tantos, que ya no preocupa que mientan, sino la imagen del presidente”.
Ahora de cara a esta nueva situación, el gobierno, fiel a su estrategia de las trampas de imagen, le aplicará al país la simbología de un ya reiterado mensaje. En próximo Consejo Comunitario le dirá a la gente que, perdonen, que, en contravía del espíritu democrático de su gobierno, de nuevo el presidente y el ministro del interior han sido engañados por sus subalternos; continuará afirmando que una golondrina no hace verano, que se trata de acciones menores, de casos aislados, que deben ser explicados, pues “cómo vamos a sacrificar a la gente antes que la investiguen, ¡país de linchadores!” (5)
Con una declaración así, salida de los labios del Mesías, tremendo punto a favor de éste, pues de la boca de Uribe no puede salir si no la verdad.

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No es que en los tiempos que corren una visión pesimista del país haya invadido a “Los Atisbos” pues juzgamos que, enormes y estructurales los problemas , las salidas se van construyendo a medida que más manos se juntan; que, orgánica la dominación hegemónica alimentada por la seguridad democrática y por las farsas de la imagen, la contradominación hegemónica alternativa, con esperanza y empeño, se va abriendo paso; y que, obnubilado el pueblo por los resplandores de las apariencias, el presidencialismo de excepción de Uribe se irá hundiendo sobre sus bases de arena.
La nuestra es una sociedad históricamente marcada por el sufrimiento colectivo, pero, al mismo tiempo, repleta de posibilidades de crecimiento futuro alternativo al capitalismo salvaje. En ella tan graves, por su cercanos abrazos con la muerte, han sido los miles de vivos gritados a muerte a toda hora (el secuestro); la infravaloración de la existencia humana (los 709.000 asesinatos de que nos habló Melo); un coeficiente de Gini del 57.6; el 65% de pobres; el 25% de indigentes; los niños a los que se les arrebató la margarina para saciar con ellas porquerizas y bolsillos; los miles de niños infra-alimentados de las viejas capitales de los paras; y la conversión de la manipulación de las enfermedades del pueblo en gigantescos volúmenes de dinero privadamente apropiado.
De todo ello a Uribe sólo le ha interesado la Seguridad democrática con la derrota militar de las farc como objetivo casi exclusivo y excluyente; la confianza inversionista; la impura e inmunda y coercitiva cohesión social alrededor del gran capital; la privatización fracturada y progresiva de las grandes empresas del Estado; y el neoliberalismo untado de comunitarismo, espacio desde el cual cada ocho días su gobierno le tira migajas a los pobres que, en su concepto, son los “más organizados” porque luchan solos y solitarios desprendidos del peligro de las organizaciones y movimientos “terroristas”.
Hasta ahora ésa ha sido la agenda nacional de Uribe, agenda que, además de sus protuberantes fallas estructurales, se encuentra divorciada de los otros grandes problemas de la sociedad colombiana.

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No ha trascurrido más de una semana desde que Uribe polarizó al país (unos, preocupados, se pusieron tristes y otros, gozosos, rabiosamente aplaudieron) cuando el presidente en una Universidad respondió así a un estudiante que le preguntó sobre la reelección y las reformas: “…hoy iban a presentar el referendo…yo quiero pedirle al Congreso que por favor se ocupe de las reformas a la justicia y a la política y a los otros temas, y no del referendo. Pensaba llegar esta noche a la Casa de Nariño…a escribir este tema que lo vengo madurando en mi mente, pero lo anticipó el joven que ha hecho la pregunta: la urgencia real es la aprobación de la agenda legislativa. Me parece grave por el futuro del país, por la credibilidad de las instituciones…por la imagen del Congreso. También les pido a los congresistas una cosa: que no saquemos disculpas para negar estas reformas. A mi me parece muy grave que un congreso , que de pronto estaba maduro para que el país lo revocara y que por respeto a las instituciones hemos procurado consolidarlo, me parece muy grave que la respuesta de ese congreso sea alegar que hay impedimentos para no tramitar esas reformas. Yo pienso que para el futuro del país es mejor trabajar para que los colombianos sigan interiorizando la seguridad democrática, el compromiso con la confianza inversionista y la cohesión social que simplemente ocuparnos de perpetuar al presidente. Ahora, el congreso puede, fácilmente, reformar el artículo que aprobó en el 2006 y dejar ahí un factor de contigencia, que un presidente pueda ser reelegido inmediatamente por una sola vez y después, período de por medio, pueda volver a aspirar”.
De nuevo el presidente Uribe ha vuelto a jugar con la táctica esbozada en el Atisbos 92 sobre las trampas de la imagen. Partiendo de una inmensa realidad que señala que, de modo directo o indirecto, dado el control sobre posibles candidatos, quiere ser presidente hasta el período del 2019, ha enviado un mensaje simbólico donde le pide a la ciudadanía interiorizar su agenda. Le reitera que no se enrede con el problema de la reelección y la alecciona cómo él, por ejemplo, puede perpetuarse en la presidencia a partir del 2014….Entonces, el país quedó con la imagen de que quizá sí o de que quizá no. De todas maneras hasta ahora Uribe no ha desmontado su idea de un tercer mandato inmediato. Más bien, ha sugerido que podría esperar hasta el 2014 como una simple táctica de de contención de tensiones, como una pausa para definir estrategias a más mediano plazo o quizá como una forma de limpiarse de toda inculpación pudiendo, por lo tanto, la ciudadanía decir, “ No ven ese prototipo o emblema de desprendimiento cuando pudiendo arrasar en unas elecciones presidenciales, para bien de la Patria ha preferido abstenerse?
De nuevo, más imaginarios colectivos simbólicos positivos a favor de Uribe.

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En la circunstancia de la coyuntura con todo el alud de escándalos que se han precipitado en los últimos días (sin jerarquizarlos señalamos sólo uno, la conversación en el propio Palacio presidencial con enviados de los líderes de la criminalidad armada), el presidente sintió que estaba perdiendo la iniciativa en la fijación de los temas de reflexión, de análisis y de debate. Fue entonces, cuando con habilidad ya conocida, como paradoja, le dio centralidad al asunto de la reelección para decirle a la gente que no se preocupara por ese asunto, que él iría iluminando el camino por dónde marchar. En la práctica, entonces, le dijo a Colombia que tenía que entrar en una nueva división institucional del trabajo siendo así los lugares y roles de cada quien: 1) La ciudadanía preocupada por interiorizar y apropiarse su agenda, seguridad-derrota de las farc-confianza inversionista-cohesión social.; 2.) el congreso de tiempo completo entregado a reformar la justicia y la política; 3.) las Cortes dedicadas a reflexionar sobre cómo hacer para no entrometerse en las otras ramas del poder público pero dejando precisados los métodos para posibilitar la intromisión progresiva del ejecutivo en las decisiones judiciales; y finalmente 4.), él, el insustituible, dedicado a ensayar estrategias de reelección, que no afectasen sus ya altamente tocadas legalidad, legitimidad y popularidad.
En ese descarado bailoteo de la reelección, unas iniciales observaciones se imponen: Al examinar los contenidos de los proyectos de reforma judicial y política y al hacer un esfuerzo por juntar los micos trepados en su urdimbre, uno inmediatamente piensa en la única competencia que podría tener posibilidad en esta coyuntura como sería la pugna electoral entre el presidente y las figuras de Rafael Núñez, El General Mosquera y quizá la de Rafael Reyes. Es decir, sería una competencia electoral tras-histórica entre un vivo y tres muertos. Por otra parte, quién puede pensar que Uribe va a sacrificar su reelección a favor de unas reformas tan tímidas e inanes e intrascendentes como las propuestas en sus nuevos contenidos. Por esta vía con facilidad se llega a la conclusión que lo que le interesa al presidente no es tanto el rediseño institucional de la justicia y de la política sino, más bien, “rediseñar algo” mientras va ganando los tiempos y reacomodos necesarios para salvar a sus “amigos legales e ilegales”, lo que estaría más cerca por la vía de la reelección.

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Efectivamente no sabemos si Uribe aspirará en el 2010 a un tercer período. Lo que sí hemos advertido es que la posibilidad de no volverse a presentar hasta el 2014 constituye una alternativa que le han aconsejado, sobre todo, sus asesores externos norteamericanos y británicos. Los Atisbos también están seguros que Uribe seguirá jugando en las tres elecciones presidenciales que puede haber en el país entre el 2010 y el 2018. Quizá a él personalmente le encantaría estar en la presidencia en el 2019. Y esto por tres razones centrales: Primera: Se espera que para ese año las farc ya no tengan historia; Segunda: Para ese fecha, 7 de agosto del 2019, podría conmemorar el bicentenario del Estado colombiano destacando los aspectos militares y de cultura militar sobre su dimensión político simbólica; y Tercera: Uribe y su equipo esperan que para esa fecha ya estará en plena acción su modelo de Estado comunitario, cuya construcción la ha asumido el presidente como un compromiso de cada día.
De llegar a ser así, Uribe no cabrá en la historia nacional.

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Uribe, pues, parece haber recuperado la iniciativa acerca de qué es lo que se debe discutir, o medio discutir, o hacer a un lado y con que métodos y sobre la base de qué tipo de información, que no puede ser otra que la información del poder. Cada 48 horas le cambia la agenda de análisis y de reflexión a analistas e investigadores. Apenas estamos entrando por la superficie a un evento cuando centraliza otro. Así nunca llegamos, por decir lo menos, a la profundidad de la superficie de algo. Es por eso por lo que Atisbos adhiere con satisfacción a la propuesta de Jorge Mejía Martínez , quien nos invita a sacudirnos analíticamente de Uribe para entrar a construir una nueva Agenda nacional. En ésta, la forma de gobierno de Uribe sólo debe funcionar como una dimensión entre otras de una reflexión integral sobre los grandes problemas nacionales.

1. Marx, Carlos, Dieciocho Brunario de Luis Bonaparte, Ediciones Ariel, 1971.
2. Fals Borda, Orlando et Alia, La Violencia en Colombia, Edit.Taurus,2005
3. Melo, Jorge Orlando, “Cincuenta años de homicidios” El Espectador, Bogotá, agosto 16 2008.
4. Foucault, Michael, Vigilar y Castigar, 1972.
5. Singapur, Marlene, ¿Alguna Duda”, en, El Gusano en la Fruta, 15 de septiembre de 2008, http://criteriocolombianoblogspot.com/
6. Mejía Martinez Jorge, “Una nueva Agenda nacional” , septiembre 2008




























































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