sábado, 16 de enero de 2010

Atisbos analíticos 109, Enero 2010

EL PENTÁGONO COMO IMPERIO, MÁS SEIS;
OBAMA COMO PROMESA, MENOS CINCO:
UNA REALISTA CALIFICACIÓN.

INTRODUCCIÓN
Para hacerle un seguimiento, desde las lógicas de los intereses de América Latina, al liberal demócrata Obama, que venía precedido de una linda historia biográfica, fue por lo que escribimos “OBAMA, OBAMANÍAS Y OBAMAPOSIBILIDADES”. Al cumplirse su primer año de gobierno, es claro que el Pentágono, la máxima expresión institucional del Imperio ha triunfado, sobre todo en lo que a la región surmamericana se refiere, sobre un presidente que, como mínimo, prometió ser distinto de su predecesor, lo que no era irrealista al tratarse de George Bush. Al iniciarse este 2010, tres eventos sobre todo, nos señalan que la relación de poder se ha venido resolviendo a favor del Imperio. Han sido ellos, una conducta casi cobarde frente al bloqueo a Cuba, el zigzagueo finalmente derrotista de cara al golpe de Estado en Honduras y la regalada instalación de siete bases militares colombianas en el corazón y en las necesidades imperiales del Pentágono.
En el prólogo al citado libro, Fernando Cruz Kronfly recogió, con su palabra densa y bonita, nuestro horizonte de inspiración. Dijo que el autor consideraba que lo que podía esperarse de Obama “no es mucho, aunque lo poco que pueda hacer en la dirección de su liberalismo democrático resulte demasiado importante como para considerarlo irrelevante y secundario”. Al cumplirse el primer año de Obama en la presidencia, dada la brevedad del tiempo, continuamos pensando lo mismo: no será “mucho” lo que podrá hacer, pero el tiempo nos hará ver que Obama no seguirá a Bush con la misma lógica que el dos sigue al uno. Releemos ahora el texto en la página 24, “Obama tendrá su margen de acción…y deberíamos darnos por satisfechos si en el capitalismo maduro retrocede la inequidad social y si su gobierno contribuye a que en el mundo haya menos tiranos”. Obama no le mintió al mundo cuando hace unas pocas semanas atrás envió tropas extras a Afganistán, pues en plena campaña electoral había previsto esa posibilidad, la de fortalecer en lo cuantitativo “su guerra”, la única guerra que él consideraba como necesaria para los Estados Unidos.
En la página 81 del citado libro le damos una forma más concreta a nuestra posición cuando señalamos que “lo que el observador logra aprehender es que en los Estados Unidos por estos días (nos referíamos a los de su elección y posesión) se ha desatado un conflicto real entre los entresijos del poder, manifestado en un divorcio entre la cabeza y la maquinaria. Este parece funcionar sin obedecer a la cabeza…Obama diciendo y pensando una cosa y el gobierno que detenta haciendo otra. El presidente hablando de paz, de retiro de tropas, de derechos humanos y su gobierno haciendo la guerra, negando el retiro de tropas, violando como es su tradición los derechos humanos y lanzando golpes de Estado por doquier…A este respecto, nuestra hipótesis abierta y precisa es la siguiente: el real o sentido divorcio entre el presidente que dice y que ordena y el gobierno que continúa ejecutando lo contrario, no es más que el divorcio entre el presidente constitucional y el efectivo poder imperial”. Entonces, es a la luz de esta hipótesis que hoy, al año de su posesión, podemos decir que el Pentágono, no obstante la evidente caída del imperio, le está ganando la pugna al presidente.
De cara a la vertiginosa caída de la imagen del nuevo presidente, no nos interesa en este momento la defensa del ya citado libro. Si, en algo o en mucho, nos equivocamos o acertamos, nos equivocamos o acertamos y punto. Ese libro no es más que un marco hipotético para hacerle un seguimiento de cuatro o de ocho años al nuevo presidente norteamericano y en esta línea lo que nos interesa es fijar y precisar sus contenidos. Es por esto por lo que ahora cuando el país ha entrado a una coyuntura definitiva para su futuro, la de la reelección o no reelección de Uribe, presentamos a los lectores de los Atisbos el Epígrafe No 41 titulado “La relación Obama-Uribe: los Estados Unidos sólo necesitan ‘un centímetro de territorio colombiano’ para reposicionarse en América Latina”. Los siguientes son los temas tratados en este Epígrafe:
1. El presidente Uribe: punta de lanza, real y simbólica, de la campaña de Mackein; 2. Apenas posesionado, Uribe, sin mayores resultados, buscó un acercamiento; 3. El Plan Colombia, entre la contención de las guerrillas, éxito parcial de Uribe, y el fracaso de la lucha contra la droga; 4. En un segundo momento Uribe, con timidez, buscó aproximarse a Obama; 5. A Uribe no le ha importado la caída del Muro circular del Neoliberalismo; 6. La pequeña historia de una Servilleta trofeo: Otro intento de Aproximación; 7. La Visita forma de Uribe a Washington: Obama o la Pedagogía de la Diplomacia; 8. Entre Manta y las siete Bases colombianas; 9.En Estado Unidos, aunque lo exaltan, la reelección de Uribe no es bien mirada; 10. El Imperio y su Presidente constitucional, ¡le pagarán a Uribe el favor prestado?
Humberto Vélez Ramírez
humbertovelezr@gmail.com
atisbosanaliticos2000.blogspot.com

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La relación Obama-Uribe: los Estados Unidos sólo
necesitan 'un centímetro cuadrado de territorio
colombiano' para reposicionarse en América
Latina

1. El presidente Uribe: punta de lanza, real y simbólica, de la
campaña de Mackein

Estamos de cara a dos líderes, especiales en sí mismos, pero, sobre todo,
por sus marcadas y notorias diferencias personales y políticas.
No es que Uribe hubiese corrido a escribirle a Obama para congratularlo
por su victoria electoral. Pero, cuando las exigencias de la diplomacia se lo
impusieron, con seguridad que lo hizo con íntima molestia, pues dentro de sus
cálculos de ideas, de poder y de deseos el triunfo del hawaiano no le había
gustado. En plena campaña electoral, así se había expresado el presidente
Uribe sobre el candidato demócrata: "…es joven y tiene poca experiencia.
De todas formas, yo no creo que Estados Unidos esté preparado para un
presidente de color. Pienso que va ganar el candidato republicano McCain,
quien para nosotros representa la continuidad de las relaciones políticas y

14 Entrevista a Noam Schomsky, Eva Colinger, enviada por Oscar Delgado, osdelgad@
unirosario.edu.co
15 McCausland, Ernesto. La mascarada de Bariloche. ElTiempo.com, 02-09-09
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comerciales".1 Y, consecuente, actuó como punta de lanza de la campaña del
candidato republicano en América Latina.

2. Apenas posesionado Obama, Uribe, sin mayores resultados,
buscó un acercamiento

Triunfante Obama, el gobierno colombiano empezó a dar pasos, entre tímidos
y estridentes, orientados a congraciarse con el nuevo presidente negro de La
Casa Blanca. Tímidos por pena, dados los contrastes ideológicos y personales,
y estridentes, por lo abultado de la delegación que se fue a Washington a
finales de febrero del 2009, así como por algunas declaraciones ligeras del
líder del grupo, el ministro de Defensa Juan Manuel Santos. Hubo por cierto
tapete rojo y zalemas diplomáticas, pero el gobierno recibió una clara advertencia:
que urgía modificar la agenda, desmilitarizarla, bajarle el tono al anterior orden
del día con el Plan Colombia, el narcotráfico y el TLC como puntos casi
exclusivos; que en ella, problemas como los derechos humanos, la protección
de los sindicalistas, el medio ambiente, la Amazonía, las fuentes alternas de
energía, debían ganar centralidad; y que todo eso se manejaría por la vía
diplomática con la participación de organismos multilaterales. Así fue como
evaluó esa visita uno de los columnistas más respetados de un diario gobiernista
como 'El Tiempo' de Bogotá.2Digámoslo desde la periferia colombiana: no es
que problemas como el conflicto armado, el narcotráfico, la ayuda militar y el
TLC ya no interesen a Washington sino que, más bien, ese gobierno se
encuentra centrado en otros asuntos, razón por la cual esos temas - casi de
principio para el gobierno de Uribe- o han disminuido su grado de importancia
o han adquirido nuevos significados o han quedado reinscritos dentro de otros
enfoques de análisis y de gestión.
Para brindarle un contexto explicativo a este balance de los esfuerzos por
ubicar 'la obsesionada y unidimensional problemática uribista' a la luz de las
lógicas del gobierno de Obama, recordemos cómo, a escasos cuarenta días
de su posesión, empezaron a insinuarse importantes cambios en la relación
Estados Unidos-Colombia.

1 La República. Italia, 11-07-2008; citado por Esperanza Vieira
2 El Tiempo. Bogotá. Contraescape, 10-03-2009.
Obama, obamanías y obamaposibilidades

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En materia de el Plan Colombia, por ejemplo, aunque no se modificó el
monto del aporte, se produjo un importante cambio en la composición del
gasto con mayor énfasis ahora en los programas sociales y en la reinserción.
Por otra parte, de acuerdo con el proyecto de presupuesto presentado por el
nuevo gobierno, el cobro de esos dineros sólo se viabilizaría en la medida en
que el gobierno de Colombia fuese presentado al congreso estadounidense
informes periódicos sobre la situación de los derechos humanos en el país. El
gobierno de Colombia, entonces, debía probar que estaba 'desmantelando las
redes paramilitares' y que 'había cortado vínculos con ellas'. En similar dirección,
el Plan Colombia recibió por estos días un campanazo de alerta cuando uno
de los más influyentes líderes del partido demócrata, el senador Patrick Leary,
presidente del Comité de Apropiaciones del Senado, condicionó el envío de 72
millones de dólares al esclarecimiento de los problemas de los 'falsos positivos'.
Puede que se hayan tomado "algunas medidas", dijo, pero es "muy poco lo que
se ha hecho por encausar y castigar a los responsables".3
De entrada, entonces, el gobierno de Colombia llegó perdiendo terreno
frente al presidente Obama.

3. El plan Colombia, entre la contención de las guerrillas,
éxito parcial de Uribe, y el fracaso de la lucha contra la
droga

Importa recordar ahora que el Plan Colombia ha sido un programa ambivalente
que ha buscado, en un mismo movimiento, reducir la producción de la droga y
derrotar a las Farc. Pues bien, todo indica que fracasó en la primera meta y
que, en cuanto a la segunda, el éxito ha sido muy relativo. Fracaso y éxito
relativo, que costaron entre cinco y seis mil millones de dólares. Fue esa la
suma que el gobierno de Bush le envió a Uribe entre el 2002 y el 2008. Las
guerrillas, por cierto, se han visto contenidas - con todas las consecuencias
derivadas de esa estrategia de contención - pero los insurgentes no han sido
derrotados y ni siquiera colocados en condiciones objetivas de casi obligatoria
negociación. Por otra parte, el Plan Colombia resultó un fracaso en su propósito
de reducción de la producción y de mercadeo de la droga. Fue a una conclusión
3 Columnistas Libres. Bogotá,05-03-2009; 18-03-2009
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así a la que se llegó en un estudio realizado por la GLAO, encomendado por
el propio vicepresidente Joe Biden.4
En resumen, las guerrillas colombianas hoy por hoy, y en contraste con la
tradicional mirada doctrinaria de la extrema derecha norteamericana, no son
un factor de elevada preocupación para la seguridad norteamericana en la
región. El propio gobierno colombiano, a su turno, se ha encargado de bajarle
el tono al asunto pues, lo ha reiterado hasta el cansancio: que las guerrillas ya
no son más que una serpiente mortalmente herida que solo alcanzará a dar un
coletazo final.Nadie ha podido explicar, por otra parte, el porqué el gobierno de
Uribe necesitó de unos 'acuerdos' militares tan intensivos para enfrentar a
unas guerrillas en el fin de su final.

4. En un segundo momento Uribe, con timidez, buscó
aproximarse a Obama

Ante el fracaso de la primera misión que fue en febrero a Washington, el
presidente Uribe, por varias vías, quiso borrar la imagen que tenía de busheano
integral. Primero, abriéndole silenciosamente campo, tanto geopolítico como
funcional, a una base que como la de Manta, el gobierno ecuatoriano, por
dignidad nacional, había ordenado clausurar; segundo, prometiendo enviar
soldados y policías a Afganistán, a una guerra de la que ya se estaban retirando
los aliados europeos; y tercero, desplegando un comportamiento torpe, entre
ingenuo y genuflexo, en la última Cumbre de las Américas. O si no ¿en qué
relación interpersonal inscribir un evento singular en el que un presidente le
solicita a otro presidente, su par institucional, un autógrafo en una sencilla
servilleta de comedor?
De todas maneras, este segundo momento terminó por evaporarse.

5. A Uribe no le ha importado la caída del muro circular del
neoliberalismo

Haciendo, por lo menos, algunos ajustes internos básicos en el manejo de su
gobierno, Uribe se habría preparado mejor para encontrarle una ventana de
entrada al nuevo presidente estadounidense. Pero no. En una época que ha
significado el comienzo del derrumbe de otro muro, del 'muro circular del

4 http://www.ircamericas.org/esp/5680
Obama, obamanías y obamaposibilidades
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neoliberalismo' en el que el imperio ha mantenido encarcelados a los países de
la periferia, y en la que, además, la cultura y la práctica de la guerra han sufrido
serios cuestionamientos, Uribe no hizo nada por adecuar su modelo económico
y político de gobierno. Continuó privatizando y echando para adelante su
'neoliberalismo comunitario'. Prosiguió actuando como si, en el último año, en
el mundo no se hubiese marchitado una sola una flor neoliberal. Como si la
política de seguridad democrática ya no hubiese dado de sí todo lo que podía
dar. Como si Bush todavía lo estuviese esperando en la Casa Blanca para ir
hasta el rancho a condecorarlo como héroe de la libertad. Y como si Lula, sin
estridencias, no se estuviese posicionando como el nuevo líder de América
Latina.

6. La pequeña historia de una servilleta trofeo: otro intento de
aproximación

En la V Cumbre de las Américas Trinidad y Tobago abril 2009, todos los
presidentes habrían deseado colocar sus intereses, problemas y necesidades
en la mente, la agenda y en los bolsillos de Obama. Pero, la movida que más
se evidenció fue la colombiana interesada en arrancarle unos minutos bilaterales.
Al final, como por arte de magia y por fuera de todas las lógicas del protocolo,
Uribe resultó almorzando al lado de Obama. Fue en este episodio en el que se
coció el autógrafo que, orgulloso, Uribe exhibió al regresar al país.5 Por ahora,
la nueva diplomacia estadounidense no ha hecho desaires a Uribe al estilo del
que le hizo el exvicepresidente Al Gore, que no asistió a un foro organizado por
la revista Poder en Miami, pues se negaba a compartir el podio con el presidente
de Colombia. Pero si con Bush, con quien tenía una clara identidad doctrinaria
y hasta emocional, tuvo que pagar un elevado costo político externo, en América
Latina, sobre todo, con Obama, por antecedentes y por lo que son- dos mundos
mentales y sicológicos muy distintos-, las relaciones no serán tan fluidas y bien
pagadas.
Por otra parte, no hay nada que indique que Obama esté dispuesto a otorgarle
a Uribe un tratamiento similar al que le brindó Bush para enfrentar la crisis
asociada a, primero, a la situación de la economía, y segundo, a la supervivencia
de la guerrilla.

5 Ver un facsímil del autógrafo en, El Espectador. Bogotá, 24 de mayo de 2009, p.22.
7. La visita formal de Uribe a Washington: Obama o la
pedagogía de la diplomacia

Para iniciar la distensión Obama-Uribe, todas las expectativas estaban puestas
en esta visita. La más rica indicación empírica de los resultados magros de
este encuentro, la proporcionaron los grandes medios de difusión que apenas
si lo relacionaron cuando estaban preparados para un gran despliegue.
Tras las invitaciones a Lula y a la Bachelet a visitar Washington, el gobierno
de Colombia quería ser el tercero, por lo menos, para probar que continuaba
estando entre los primeros aliados de Estados Unidos. Obama ya había dicho
que esos dos países prefiguraban el nuevo modelo de relaciones de su gobierno
con los de la América del sur. En la primera semana de junio, Uribe visitó
formalmente los Estados Unidos, impuso la agenda, así lo declaró su ministro
de Relaciones Exteriores, Obama, dentro de su ya conocido estilo, lo escuchó
durante cuarenta minutos y luego lo invitó a pasar al Salón Oval donde exhibió
la más magistral pedagogía crítica diplomática que se le haya conocido a un
presidente Sin decirlo, condensó la actual coyuntura colombiana en cuatro
puntos y uno por uno se los presentó así al presidente de Colombia en la
conferencia de prensa. Empezó diciéndole que se acordara del ejemplo de
Washington, el primero entre los padres fundadores, "no sólo fue nuestro
primer presidente, sino que en parte lo que lo hizo grande fue que pudo haberse
quedado por vida en el cargo. Tomó la decisión de regresar al trabajo civil y
eso marcó un precedente muy importante para el país". Luego lo invitó a
observar la experiencia estadounidense, "nuestra experiencia en los Estados
Unidos es que dos períodos funcionan muy bien para completar el trabajo".
Enseguida le manifestó que su gobierno respetaba la autodeterminación de la
ciudadanía de cada país, "que la gente sienta una sensación de legitimidad",
pero que sienta también que "no es algo impuesto, que no involucra la
manipulación". En un cuarto momento lógico, Obama le reconoció a Uribe su
popularidad, pero lo importante, señaló, es que "esos procesos no se impongan
'desde arriba'…o que se acallen las voces opositoras". En su conjunto, la
intervención de Obama en esa conferencia de prensa estuvo cruzada por la
idea de que en el paradigma militar no podía agotarse la dirección de una
sociedad.6
6 Conferencia de prensa en el Salón Oval de la Casa Blanca. Columnistas Libres.
Bogotá, 29-06-2009.

Obama, obamanías y obamaposibilidades
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8. Entre Manta y las siete bases colombianas: los Estados
Unidos sólo necesitan 'un centímetro cuadrado de
territorio colombiano' para reposicionarse en América
Latina

Fracasados todos los intentos por ganar aceptabilidad obamiana, Uribe empezó
a pensar en una salida de casi necesaria aceptación. Fue en ese contexto en
el que caviló y concretó la idea de las siete bases.
Brindémosle unas líneas al caso de la base de Manta, así como a la generosa
entrega que el gobierno de Uribe le ha hecho a Estados Unidos de siete bases
militares.
Como hipótesis digamos que Uribe y su obsesión programática -gobernar
para derrotar a las Farc- no compaginan del todo con las lógicas de Obama.
Esto no obstante, mientras los Estados Unidos mantengan su status de imperio,
Gobiernos como el suyo cumplirán un importante papel en la región.
Recordemos que cuando apenas se estaba insinuando la discusión sobre un
posible traslado de la base de Manta a Colombia, Uribe, de modo tajante,
afirmó que algo así nunca iba a suceder. Más adelante, se filtraron algunos
rumores sobre negociaciones secretas adelantadas por el ministro de Defensa,
Juan Manuel Santos, sobre la materia, pero más temprano que tarde el asunto
salió de la discusión. Pero, transcurridos apenas unos días de la lánguida e
improductiva reunión formal de Uribe con Obama, el presidente de Colombia
citó a una rueda de prensa para hacer saber que había tomado la decisión de
actualizar y modernizar los acuerdos militares existentes con los Estados Unidos.
Como podrá observarse, Uribe fue a los Estados Unidos a reunirse con
Obama y, al regresar, constató que para el mes de junio se hallaba más alejado
del nuevo gobierno que en enero del 2009. Por lo tanto, como hipótesis puede
plantearse que cuando el presidente de Colombia visitó Washington, llevaba
ya entre las mangas alguna oferta especial, que le permitiese romper la frialdad
de una relación meramente diplomática. En Trinidad y Tobago, lo único que
había logrado había sido una servilleta firmada por el presidente Barack.
Entonces, al regresar a Colombia sin un botín político que lo apalancara en el
mundo exterior, con habilidad de político práctico, hizo la gran jugada: cancelada
Manta, pensó, Estados Unidos requería de una nueva base de operaciones
para su guerra contra la droga en la región. Había que sacar ventaja, entonces,
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de esa necesidad que tenían los Estados Unidos de mantener una base militar
en esta parte del mundo. Desde esa mirada, salvada quedaban su reelección,
la aprobación del TLC, la reproducción ampliada de su política de seguridad
democrática y, sobre todo y ante todo, la derrota definitiva de las Farc. Es
decir, salvada quedaba la quintaesencia de su gobernar. Por otra parte,
continuamos así la hipótesis, como era contra toda táctica, sobre todo ante
América Latina y el mundo, entregarle siete bases militares a los Estados
Unidos, la mejor salida era la de presentar el asunto como una simple
actualización y modernización de acuerdos militares preexistentes. Fue entonces
cuando, en círculo cerrado, decidió, pasando por encima de toda institucionalidad,
concederle u otorgarle u ofrecerle al gobierno norteamericano siete bases
militares 'colombianas' para que las usase a discreción. En el decir del gobierno,
en ellas mandarían los generales colombianos quedando así exaltada y exultada
la soberanía nacional. Pero, en términos de realidad y de relaciones de poder,
¿en qué cabeza puede caber que, estando en su neo-colonia trasera, un
encumbrado general estadounidense llamado 'Jhonson' va a estar dispuesto a
recibir órdenes de un general colombiano de apellido 'Jaramillo'? Fue con una
pregunta similar con la que uno de los presidentes de la región le desmontó al
presidente Uribe el argumento ideológico de la autonomía de la soberanía
colombiana frente a la soberanía imperial.
Resultado final: Bajo su forma de base norteamericana, la base de Manta
no se trasladó a Colombia, pues ése enfoque, propio de una base militar de la
guerra fría, se ha tornado obsoleto. Como ha destacado Raúl Zibechi7, "las
enormes concentraciones humanas de aparatos, fijas en inmóviles, han quedado
en desuso por las nuevas tecnologías, pero sobre todo por los objetivos trazados
por el Pentágono consistentes en el control a distancia y la disuasión, dejando
la intervención directa para casos excepcionales. Esto pasa por labrar buenas
relaciones con los gobiernos que les permitan fácil y rápido acceso a instalaciones
para desplegar batallones en cuestión de horas". Precisamente para eso y por
eso se reunieron el 18 de agosto Hilary Clinton y el ministro de Relaciones
Exteriores de Colombia en la primera reunión técnico-política entre los dos
gobiernos: no para formalizar la creación de siete bases norteamericanas en
Colombia. Eso ya no era necesario. Aún más, era obsoleto. Se reunieron, más
7 Zibechi, Raúl. Imperio, bases y acumulación por desposesión. La Jornada, 14-08-
2009.
Obama, obamanías y obamaposibilidades
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bien, para refinar unos acuerdos, de naturaleza muy distinta a los preexistentes,
que le permitirán, a los Estados Unidos, hacer inteligencia refinada -para lo
cual no necesitan sino un centímetro cuadrado de territorio colombiano- ,
supervisar la racionalidad de la producción de la droga y "desplegar batallones
en cuestión de horas" y, a al gobierno colombiano, derrotar definitivamente a
las Farc montando la seguridad democrática sobre una tecnología militar de
punta.
En Colombia, entonces, en su materialidad no habrá bases militares
norteamericanas. Pero, en lo funcional, todo lo que éstas han hecho, y mucho
más, será realizado desde siete bases colombianas al servicio de generales
americanos. Fue así como el gobierno de Colombia colocó en las narices de
Chávez y de una región prochavista, varias bases, pronorteamericanas en su
espíritu, pues su función real no serán otras que: 1.Controlar la producción de
droga hasta los límites de la rentabilidad adecuada; 2. Llevar a su desenlace
final lo que el gobierno de Colombia ha proclamado que ha hecho, pero no ha
podido realizar, vale decir, la derrota de las Farc; 3. Intensificar "el control del
continente y de las rutas que se dirigen hacia el Africa como, sin mayores
vueltas, lo ha planteado 'El informe 2009 global en Route strategy' de la Fuerza
Áerea"; 4. "Introducir una cuña entre los países de UNASUR y China, Rusia
e Irán"; y. 5. Lograr una posición dominante en la competencia por los bienes
comunes: agua, biodiversidad, minerales, combustibles fósiles y monocultivos
para biocombustibles. Como ha escrito el politólogo colombiano Ricardo García
Duarte, "cambiar una base en Ecuador por siete bases en Colombia significa
pasar de la guerra local contra la droga a una estrategia de contención eventual
ante un subcontinente que estaba distanciándose de Washington. Y esto cambia
de modo radical el papel de Colombia en América Latina".8
Como corresponde a las lógicas de las relaciones de poder, nada de eso
aparecerá en la letra de los acuerdos, ni en la gruesa ni en la menuda, pues se
comenzará diciendo que se trata de un acuerdo bilateral soportado en la
soberanía interna de los dos Estados firmantes y que con él no se afectará a
terceros pues, de modo explícito, se reconocerá el principio de la
autodeterminación de los pueblos. En un acuerdo de este tipo, firmado entre
un Estado subalterno y otro imperial, cabe toda la retórica que se quiera. Lo
8 García Duarte, Ricardo. 'El lío diplomático de Colombia y la nueva estrategia de
Estados Unidos'. En, Razón Pública. Bogotá, agosto 2009.
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único que dirá ese acuerdo será que los Estados Unidos podrán acceder y
usar esas siete bases estacionando sus naves y posibilitando, de modo
permanente, la presencia de tropas norteamericanas sea el que sea su
número.¿Para qué? Pues, para llevar a cabo las motivaciones y razones reales
que determinaron el acuerdo.
Estados Unidos aceptó el regalo sin que hasta ahora le haya traído el
contra-regalo al presidente de Colombia. Hasta la primera semana de agosto
el presidente Obama permaneció silencioso. Y cuando habló, lo hizo para
reafirmar lo que ya había dicho el presidente Uribe, que sólo se trataba de
actualizar unos acuerdos militares. En nuestro concepto estas siete bases
constituyen la mejor expresión del hondo conflicto de poder que caracteriza al
actual establecimiento estadounidense entre un presidente que promete un
nuevo marco de relaciones con la América del Sur y un sistema imperial que
aprovecha la oferta de 'su mejor aliado en la región' para reposicionarse en
América Latina y desde ésta frente al mundo. Como ha escrito el profesor
Alvaro Camacho, "cuando en América latina se respiran ciertos aires de
independencia y alguna altivez frente a los Estados Unidos, Uribe se ubica en
el viejo modelo de subordinación a la potencia, lo que sin duda obstaculizará las
relaciones con los demás gobiernos de la región. Eso de tratar de establecer
un rotundo contraste con el presidente de Ecuador puede servir para satisfacer
el fanatismo de los enemigos de Chávez, Correa y Evo, pero no nos acerca a
otros presidentes más sensatos. Al contrario, menos confiarán en Uribe como
aliado". 9En 1903, cuando en definitiva Los Estados Unidos se llevaron a
Panamá para ajustarlo a su proyecto de un imperio en ascenso, Colombia
quedó aislada del mundo en general y de América Latina en particular; ahora
en 2009, ciento seis años después, cuando ese mismo imperio, pero ahora en
declive, ha aprovechado la coyuntura de oportunidad ofrecida en bandeja por
el gobierno colombiano de siete bases para su uso aéreo y naval, Colombia ha
sido reintegrada al mundo y a América Latina, pero en una apuesta militar que
busca la relegitimación del imperio. De Colombia se está hablando en este
momento en el mundo entero. Por eso pensamos que esas siete bases
constituirán una ruptura en las relaciones de Colombia con el mundo en general,
pero, ante todo y sobre todo, con América Latina. Como lo ha dicho el
expresidente Samper, esos acuerdos "tendrán unas implicaciones en el cambio
9 Camacho G, Alvaro. 'Julio y Uribe'. El Espectador. Bogotá, 18-07-09
Obama, obamanías y obamaposibilidades
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del relacionamiento externo, parecidas a las que tuvo, hace más de un siglo, la
pérdida del Canal de Panamá".10

9. En Estados Unidos, aunque lo exaltan, la reelección de
Uribe no es bien mirada
Como ya vimos, en una conferencia de prensa el presidente Obama, de modo
inteligente y elegante, le dijo a Uribe que su gobierno no estaba de acuerdo
con una segunda reelección. Pues bien, al acercarse ahora el final del semestre
del 2009, con Uribe en pleno juego por un tercer mandato, la opinión especializada
de los Estados Unidos, aún reconociendo que "los méritos de Uribe son
innegables" siendo ellos "su mejor carta de presentación", sin embargo, su
posible reelección no está siendo bien mirada. El gobierno ha reiterado su
posición de respeto a las decisiones de cada país, "la reelección, ha dicho
Hilary Clinton, es una decisión del pueblo colombiano". Pero, el analista más
prestigioso sobre Colombia en Washington, Michael Schifter, de 'Diálogo
interamericano', de modo tajante ha afirmado, "no conozco a una sola persona
que esté de acuerdo con otra elección de Uribe". Por su parte, el exembajador
de Estados Unidos en Colombia, Myles Frechette, señaló, "No es una
interpretación demasiado dura. Si Colombia quiere seguir recibiendo ayuda
masiva de Estados Unidos, es importante que vaya tomando en cuenta lo que
está saliendo en los medios acá. No parece estar en sintonía con el rumbo que
Obama y el congreso quieren dar a la política latinoamericana…Obama quiere
fortalecer la democracia, las instituciones, el Estado de derecho. Cuando aquí
se publican esas noticias- se refiere a los 'falsos positivos', al espionaje del
DAS, al enfrentamiento con la Corte Suprema de Justicia, a las grandes
ganancias obtenidas por sus hijos gracias a decisiones de funcionarios públicos,
a la parapolítica- queda la sensación de que en Colombia no se están
fortaleciendo las instituciones de una democracia como quiere la administración
Obama".11
10 Samper Pizano, Ernesto. 'Acuerdo con Estados Unidos': falta discusión. El Tiempo,
16-08-09.
11 El Espectador. Bogotá, 24 de mayo de 2009, pgs. 22 y 23.
Humberto Vélez Ramírez
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10. ¿El imperio y su presidente constitucional, Barack Obama,
le pagarán a Uribe el favor prestado?
Aunque con Obama no haya congeniado, Uribe continúa siendo, en este
momento, un pilar central del imperio estadounidense. Por encima de Obama,
aquel lo ha impuesto e impondrá a los presidentes que vengan mientras continúen
amarrados a un Acuerdo de naturaleza por completo distinta de los hasta
ahora realizados. Por lo tanto, de cara al imperio, Uribe con esa decisión de las
siete bases ha ganado un espacio, que le permitirá presionar, con mayor vigor,
sobre el gobierno de Obama.