lunes, 8 de junio de 2009

LA ESTRATEGIA: “ MÁS PAÍS, MENOS URIBE”

Atisbos Analíticos, Santiago de Cali, junio 2009, Humberto Vélez Ramírez, profesor del Programa de Estudios Políticos, IEP, Universidad del Valle; presidente de ECOPAZ, Fundación Estado*Comunidad*Paz, “Por un nuevo Estado para un nuevo País”.


Ensayo
LA ESTRATEGIA: “ MÁS PAÍS, MENOS URIBE”.

Hacia un Movimiento Programático
Anti-reeleccionista.

(Especial para “Columnistas Libres”.)

Primera Parte

1

Uno de los rostros más fascinantes de la política es el de ser consentida con sus practicantes: los mima, permitiéndoles ingresar a ella por los más variados caminos y, ya adentro, se les abre a múltiples posibilidades. Les permite realizar, construir y avanzar. También les posibilita sentirse derrotados, levantarse y rectificar. Podemos hablar entonces de los complacientes y maleables caminos de la política. Esta nunca marcha por un solo carril. Como a la libertad personal, a toda hora la retan las opciones.
Más que en cualquier otra actividad, los caminos de la política no son los de una línea de ferrocarril a la que, de antemano y para siempre, se le han fijado las paradas, los puntos de partida y los sitios de llegada. Ocurre que por estas calendas, no sabemos a título de qué, así lo ha predeterminado el actual equipo de gobierno: Que con ellos se ha iniciado la historia de Colombia, que los presentes pasados no han sido sino prehistoria y que, por eso, la agenda futura de la política es la agenda por ellos levantada. Es decir, pretenden encarcelar la política al dejarla sin opciones.

2

En la presenta etapa de la historia del país, media Colombia, orgullosa y enhiesta, alza la testa proclamando que las actuales, las de las primeras décadas del siglo XXI, son la era uribista de la historia nacional.
En este Atisbos desearíamos afirmar que eso así no es, que no nos dejaremos afectar por esa febril afirmación, que esa no es más que una abusiva pretensión que no podemos aceptar. Esto no obstante, somos hombres de esta era, de este tiempo y no podemos escapar de él. Y por eso, al distanciarnos un poco del presente, del fenómeno y de su figura estelar, al volvernos, si se quiere, un poco inactuales, nos vemos obligados a concluir que estos tiempos, los del 2000 al 2010, efectivamente han sido los tiempos de Alvaro Uribe Vélez.


3

En sus ya históricas relaciones con las Farc (1963-2008), este Estado – que en su formación no ha sido una institucionalidad “inocente” sino que, de modo elevado, ha sido un producto dialéctico de las violencias siendo esto lo que en la actualidad nos ha traído a la memoria la parapolítica- decimos, pues, que en sus históricas relaciones con las guerrillas, este Estado ha pasado por distintos momentos: En unos primeros, se despreocupó del fenómeno y de sus dinámicas como si no existiesen o, mejor, como si no fuesen con él y contra él; en otros, combinó, de modo desacompasado, el garrote con la zanahoria; en un tercer momento, y estamos ya en el Caguán, se puso a negociar, en un territorio paraestatal, el conflicto socioarmado; y finalmente, por primera vez en esta historia, con la Seguridad democrática se centró, concentró y agotó en una estrategia orientada a su derrota militar.
Desde sus inicios, en eso anduvo Uribe Vélez. Por esos caminos continuó. En la actualidad los sigue transitando. Y por ellos anhela correr durante tres, cuatro o cinco mandatos más hasta el 2018 cuando, de acuerdo con sus técnicos y asesores, estará en plena vigencia el Estado comunitario como equilibrada combinación de neoliberalismo (componente estatal) con comunidades desorganizadas (componente social).
He ahí, entonces, la razón central, que responde a la pregunta sobre el porqué ésta, la del 2000 al 2010, es la era de Uribe en la historia del país.
El hijo de Puerto Salgar, encumbrado, pasará a la historia colombiana por haber sido el primer presidente en levantar, desnuda y sin mayores sofisticaciones ideológicas, una estrategia orientada a la derrota militar de las Farc. Pero, Uribe no sólo quiere levantar estrategias antifarquianas. Desea y anhela verlas materializadas en la vida real. Traducidas en unas Farc aniquiladas. De ahí su idea fija de perpetuarse en el poder.
No es inane, por cierto, la hipótesis que señala que Uribe sufre de una mal cercano a la sicopatología política, llamado hambruna de poder. En una sociedad como la colombiana, donde la supervaloración del poder sobre otros recursos, es muy elevada – fenómeno definitorio de nuestra Cultura política- ese sesgo perverso, por llamarlo así, no debería ser considerado como anormalidad. Sin embargo, más allá de este enfoque clínico, preferimos escarbar en la objetividad asociada a las realidades nacionales, así como en la subjetividad ciudadana, las razones de la uribización del país.

4.

Más que de la ideología de las Farc – atractiva y fascinante o perversa e inviable, cada cual la asumirá de acuerdo con sus valores políticos- la ciudadanía pareció cansarse de los métodos y prácticas de guerra, así como de los estilos de negociación de las guerrillas. Inteligente y habilidoso, ésta fue la primera observación detallada recogida por Uribe como precandidato presidencial. En ese momento - segunda parte de la última década del siglo XX - un volumen significativo de la población colombiana, sobre todo a escala local y regional, así como un amplio sector de sus líderes, simpatizaban, más en la intimidad que en el discurso explícito, con los paramilitares. Veían en ellos una fuerza básica de apalancamiento de las luchas del Estado contra la subversión guerrillera. Los más cristianos, al pellizcarles la conciencia, fundamentaban las simpatías en la tesis de “un mal menor”. De nuevo Uribe, desde la gobernación de Antioquia, avizoró el nuevo fenómeno social y lo anticipó en las Convivir. Por otra parte, el precandidato antioqueño empezó a revelarse como un excelente comunicador. Constituía ésta una notable y notoria condición personal en un momento en que en Colombia despegaba la política virtual. Más temprano que tarde, ésta se vio potenciada por unos Medios de difusión, cuyos dueños, en desconocida proporción, eran parte silenciosa de ese fenómeno de empatía social con los paramilitares. Por ese nuevo camino estratégico de las comunicaciones, Uribe, de modo pedagógico aunque simplista pero efectista, empezó a llegar a una población, conformada en su mayoría por pobres, fatigados con los métodos de las guerrillas y simpatizantes in pectore del paramilitarismo. Fue por ahí por donde el emergente candidato empezó a enhebrar una base de popularidad afectiva que, tras una década, no hecho más que agrandar y cultivar. A una estrategia antifarc así construida, no le faltaba más que una sólida base de respaldo internacional. Más temprano que tarde se la brindó Bush con los seis mil millones de dólares del Plan Colombia, destinados, en un efecto carambola, a frenar la producción de la droga derrotando, en el mismo movimiento, a las Farc.

5

En coherencia ahora con el discurso inicial, en la era de Uribe, “a Dios lo que es de Dios y a Uribe lo que es de Uribe”.
Habrá que destacarlo: A la luz de sus propias lógicas hobbesianas, la Estrategia de Seguridad democrática fue exitosa como Estrategia de Contención de las Farc. Estas, con su plan de bloqueo de la Capital, se vieron frenadas en su vertiginoso ascenso hacia el control del Estado central cuya puerta de acceso era la región de Sumapaz. Fue entonces cuando las guerrillas salieron de muchos cascos urbanos regresando a donde siempre habían estado en la etapa precaguán, a la montaña, a sus más clásicas retaguardias paraestatales con bases sociales propias de sustentación. De modo lento y dificultoso fueron readecuando su estrategia regresando, en buena medida, a los métodos de lucha propios de la guerra de guerrillas. Los paramilitares, por su parte, al entender que sobraban, desde el 2002 abandonaron su proyecto anti-insurreccional dedicándose a hacer política armada-institucional codo a codo con la dirigencia de las municipalidades y de las regiones. En este momento el gobierno, apalancado en los ingentes recursos asociados a las políticas de lucha contra la pobreza, transformó a un tercio de los pobres adultos del país en actores indirectos del conflicto armado al asignarles el rol de informantes de las organizaciones de defensa y seguridad del Estado. Una fuente más de cultivo de la más arrolladora popularidad afectiva.
En materia económica, por otra parte, dos hechos brutos merecen ser destacados. De acuerdo con el gobierno, los avances en la derrota militar de las Farc, animaron e insuflaron la llamada “confianza inversionista”. Y en efecto, en los últimos años la inversión extranjera directa en cantidades inusitadas empezó a llegar al país. A guisa de ejemplo, según el departamento técnico del Banco de la República, la cifra al respecto en el 2008 alcanzó 10.564 millones de dólares. El monto más alto registrado en el país en su historia económica. También, sobre todo a partir del 2004, la economía empezó a alcanzar tasas importantes de crecimiento.
Todo eso aunado - contención efectiva de las Farc en su acelerado ascenso militar, mayor control territorial de algunas regiones del país por parte del Estado, aprietos farquianos en la readecuación de su estrategia, fuertes y reiterados golpes a las Farc siendo espectacular y deslumbrante el de la “Operación Jaque”, masivas delaciones de la población civil a las autoridades, decrecimiento de las tasas de violencia, alejamiento de los paramilitares de la confrontación armada propiamente dicha, conversaciones Gobierno-Auc, llegada en volúmenes históricos de la inversión extranjera directa, elevación de las tasas de crecimiento económico y ampliación de la cobertura social del sentimiento de seguridad ciudadana-, todo eso, sin mayor análisis crítico, fue
cargado a favor de la bondad intrínseca de la Estrategia de Seguridad democrática.

6.

Llegados a este momento del análisis, cuando a la Seguridad Democrática se le han cargado tan inmensas y sublimes virtudes – las aquí destacadas se quedan cortas ante las catedralicias bondades que le asignan los uribistas- una pregunta de lógica elemental nos sale al encuentro: ¿En dónde tender la ropa sucia de la Seguridad democrática? Para el gobierno las críticas se asocian o a casos excepcionales o a guerrilleros analistas vestidos de corbata o a desinformación por no acceder a la verdad de las fuentes oficiales. Ha sido por esto por que algunos hemos pensado que inofensivos, inútiles y circulares se han tornado los esfuerzos por analizar la perversidad estrechamente unida al proyecto de Uribe Vélez.
Esto no obstante, démosle también a Uribe lo que es de Uribe en materia de metas no logradas; de logros efectivos falsamente atribuidos a la Seguridad democrática; de los subproductos negativos de ésta en el ámbito de la construcción de democracia; del fracaso de la propuesta de disminuir drásticamente la producción de droga derrotando, en el mismo movimiento, a las Farc; y de los manejos perversos que, desde el Estado, han contribuido al desquiciamiento moral e institucional de la sociedad colombiana.
Las guerrillas, de muchos y variados modos, han sido golpeadas con dureza, pero ahí continúan con sus diez mil hombres estratégicamente plantados. Por estos días han salido del repliegue dando de baja a 40 integrantes de la Fuerza Pública en el mes de mayo y a unos 400 en los primeros cinco meses del año. Cuando unos meses atrás los altos mandos hablaron del “comienzo del fin” de las Farc se olvidaron de la buena capacidad que esta organización siempre ha evidenciado para amortiguar los golpes, reciclarse y readecuarse en lo estratégico táctico. Como ha dicho uno de sus mandos medios, “nos han quitado de encima el peso de una masa de guerrilleros asalariados, sin convicciones y rumbos definidos. Al final de esta etapa, como que hemos quedado los que ‘somos’ Los uribistas nos han limpiado”. A los guerrilleros no se les puede pedir, como ha pretendido el gobierno, que se comporten como hermanitas del Buen Pastor, que cumplan con la Constitución y las leyes y que ajusten sus conductas a una Cultura democrática. No. Ellos son alzados en armas que buscan subvertir este Estado, que están en contra de este ordenamiento jurídico y que pregonan querer construir una nueva sociedad. Lo que sí se les debe exigir, de modo perentorio, es que se ajusten a la normatividad del DIH. Y mientras ellos persistan en esa condición “ontológicamente subversiva”, el Estado, rehusando hacerse el haraquiri, está en su derecho de defenderse y de atacarlos procurando llegar, por esa vía, a una utópica paz sin negociación. Por su parte, también se encuentra obligado a ajustar sus conductas a un DIH, que es norma superior de nuestra Constitución de 1991.Por otra parte, todos los indicadores señalan que el Plan Colombia ha sido un fracaso, pero ahora sin Bush y sin los ingentes recursos estatales. Claro que la inversión extranjera directa llegó, pero no tanto por la acción de la Seguridad democrática sino porque el Gobierno de Uribe, solícito, la cultivó de especial modo. El capital llega a un país, con violencia o sin violencia, primero cuando el Estado lo protege, segundo, cuando ese mismo Estado le posibilita la autoprotección, tercero, cuando medidas gubernamentales especiales, al absorber los costos de transacción, le permite incrementar las tasas de ganancias y, cuarto, cuando los alivios tributarios lo abruman. Todo eso, y mucho más, se ha dado en Colombia en los últimos años. Algo similar, puede afirmarse en relación con los importantes logros en materia de crecimiento económico. Pero, también los lograron otros países similares a Colombia, pues las condiciones generadas en la economía global les fueron altamente favorables.

7.

No se trata de reiterar ahora lo que ya han remarcado analistas y estudiosos de Colombia y de otras latitudes. Pero, con el paso de los días y semanas y meses han adquirido relieve y significación un conjunto de hechos embadurnados de perversidad que, de modo directo o indirecto, se asocian al gobierno de Uribe. A manera de hipótesis así planteamos el asunto: Fenómenos como,
A-) La parapolítica;
B.) La extradición de los jefes paramilitares a los Estados Unidos;
C.) El asesinato a mansalva de jóvenes civiles y de campesinos honrados para hacerlos aparecer como guerrilleros dados de baja;
D.) Las chuzadas del DAS;
E.) La yidispolítica;
F.) La explosión de violencia urbana originada en la delincuencia común, así como en el paramilitarismo de tercera generación …
han quedado indisolublemente ligados al proyecto de Uribe Vélez. Por cierto que las verdades más cercanas a esos ejes problemáticos no nos iluminarán en la coyuntura, pero, como ha señalado el colombianólogo Daniel Pecaut, “Ahora, para los responsables de millares de crímenes como es el caso de algunos paramilitares, yo creo que tarde o temprano, puede ser dentro de veinte años que es el plazo estipulado, tendrán que rendir cuentas a la justicia internacional si la justicia colombiana no puede hacerlo”. (2)
Entonces, así como en las tres últimas décadas no ha habido en Colombia perversidad nacional en la que el narcotráfico no haya marcado sus huellas, así en los últimos años estos problemas no podrán sustraerse a la rúbrica, directa o indirecta, de la actual forma de gobierno. Para manejar a su favor estos ejes centrales de perversidad, Uribe ha apelado a la gran popularidad afectiva que ostenta, como la manera más efectiva de aislar y debilitar los poderes, que limitan su poder personal. Ya se verá si ahora también buscará reproducir una conducta similar de cara al enorme poder de la opinión pública internacional que, de modo reiterado, le ha venido diciendo que “sí, que ha sido muy buen presidente”, pero que no despilfarre su prestigio imponiendo una segunda reelección.
Hoy por hoy, no obstante su elevada popularidad afectiva, no obstante su reconocida habilidad política y no obstante la ya casi desbordada uribización de las instituciones macro y de la mente de los colombianos, en Colombia no parece haber gobernabilidad a no ser en lo poco que va quedando de la Política de Seguridad democrática y en las medidas tributarias orientadas a alentar la inversión extranjera directa en las Zonas Francas, sobre todo. O sino no, que se nos diga ¿cuáles entre los miles de acciones del gobierno ameritan la condición de una Política pública sólida por su impacto en la vida social, orgánica por sus lógicas internas y coherente por su regularidad en la aplicación?
Uribe, sin finalizar todavía su segundo mandato, ha desembocado en la Administración de la “Nanoacción”, es decir, administrando un universo de “detalles y de cositas” efectistas” en los Consejos comunitarios. Aún más, nosotros diríamos que su Administración de la “Nanoacción” ha tenido, como telón de fondo, el Gobierno efectivo de los intereses reales del gran capital.

8.

En la presente coyuntura, Uribe no se encuentra en una “encrucijada del alma” sino, más bien, en “en una encrucijada de realidad”. En su intimidad ya tiene resuelto el problema de la reelección. Dejado a la espontaneidad de sus lógicas íntimas, con seguridad que marchará hacia la perpetuación en el poder moviéndose, durante las 24 horas del día, entre el micrófono y la pantalla chica en procura de acrecentar su popularidad emocional entre los pobres desorganizados como la mejor forma de neutralizar los poderes que limiten su poder personal. Pero ocurre que en sus ya casi siete años de gobierno nunca, como ahora, había pasado por una coyuntura más dificultosa no para que la gente lo reelija sino, más bien, para remover los obstáculos institucionales y de opinión que, como vacas muertas, a toda hora se le están atravesando en los caminos hacia la reelección. Por eso, su “encrucijada” es de realidad.
Entre los dos escenarios, ahora, por lo menos, está dudando de verdad. Como antioqueño formado en la Cultura del mundo de los negocios no podrá sustraerse a un cálculo racional, que le permita balancear la más óptima conveniencia personal, aunque, en su lenguaje, él diría “el más óptimo interés de la patria”: o si quedarse con el acumulado de prestigio que ya tiene o si, por el contrario, acrecentarlo sin que se le desborde.
Si opta por la reelección, las Farc continuarán siendo su mayor obsesión. Esto no obstante, ojala no lo olvide, él mismo lo ha reiterado, las Farc hoy por hoy no son lo que fueron ayer. Protagónicas en la vida nacional hace unos años, en la actualidad son una fuerza y un problema importantes, pero al lado de otras fuerzas y problemas también centrales. Gracias a Uribe, sobre todo, Colombia se ha desfarquizado al mismo ritmo que se ha uribizado. En este momento, otras son las percepciones de la ciudadanía. Según la última encuesta de Napoleón Franco (01-06-09), el gran problema del país es la seguridad (83%). Pero ahora no se trata de la seguridad atada a la guerra interna sino, más bien, de la seguridad ligada al desempleo (70%) y al problema social (66%). El asunto que menos les interesa, es el de la política (21%). El presidente en este momento continúa obsesionado por la seguridad de la guerra. Quitémosle la adjetivación de “democrática”, lo que no ha sido más que un recurso ideológico orientado a tapar la destrucción de lo poquito que de democracia nos quedaba. La otra seguridad, la seguridad integral o social ha permanecido durante su gobierno en el cuarto trasero.
Por lo tanto, si Uribe quiere entrar exitoso a un tercer mandato sólo lo podrá hacer apalancado en una sólida, orgánica y coherente Política social. Pero, esto repugna con sus concepciones neoliberales y con el papel de Supremo Limosnero con el que en sus dos mandatos ha manejado lo social. Al ser ello así, como salida no le queda otra que la de profundizar el populismo asistencialista en el que cada ocho días se ha venido entrenando en los Consejos comunitarios. Por populismo asistencialista entendemos aquella masa de acciones-limosnas que, desde el Estado, se le entrega al más amplio conjunto de de pobres que, por encontrarse líquidos y desorganizados, pueden ser manejados a merced del gran limosnero. Este los quiere y los ama y los ensalza y los llama por sus nombres de pila y periódicamente reproduce y refuerza su lealtad emocional con uno u otro regalo. El gran limosnero goza entonces de la más enorme popularidad. No tendría otra salida, pues, carismático y lo que se quiera, no es el líder con el perfil necesario para inscribirse en el populismo “popular”. Perdóneseme la frase, pero no es un pleonasmo. En el populismo “popular”, el protagonista es el pueblo organizado. Es el protagonismo del conjunto de los trabajadores organizados que, empleados o desempleados, se movilizan, de modo autónomo, buscando sacar adelante sus luchas reivindicativas y hasta postcapitalistas.


Segunda Parte.

julio 2009

Abstract

Mental e institucionalmente Uribizado, el país se ha deslizado hacia la más precaria y obtusa y desorientadora polarización: Uribismo versus antiuribismo. Abramos esta cárcel y salgamos de la oposición reeleccionistas y anti-reeleccionistas agarrando por los cuernos al país con sus problemas centrales jerarquizados, de modo adecuado, en procura de una gran coalición programática con claro sentido antireeleccionista. Hacer de la política una actividad decente; impulsar una estrategia de seguridad integral; manejar el Estado a partir un nuevo modelo socioeconómico; poner en acción una política social robusta, orgánica y coherente; y fomentar y respetar una Cultura de las reglas de juego, podrían ser parámetros inspiradores de una nueva apuesta de gobierno del país.
Aislados, ninguno de los sectores de la oposición se encuentra en condiciones de emprender por su cuenta un reto tan enorme.
En estos Atisbos, aunque en lo básico fungimos como investigadores y analistas académicos, también somos ciudadanos. Desde esta lógica, no ocultamos, por el contrario, lo explicitamos como condición de objetividad, nuestras simpatías críticas por el Polo Alternativo. Este todavía es un esbozo de partido, que se potenciará en la medida en que se democratice ejerciendo y cualificando la democracia interna, que se fortalezca como fuerza parlamentaria y que luche, al lado de los asalariados con sus grandes problemas irresolutos dentro de una estrategia de reivindicaciones y de luchas postcapitalistas. Por eso, en esta coyuntura, un Polo en la Presidencia, se estaría cavando su sepultura.

CUANDO LOS HIJOS DEL MESÍAS SE NIEGAN A ENTREGAR UN PLUVALOR DE LA SOCIEDAD

Atisbos Analíticos No 101, mayo 2009, Humberto Vélez Ramírez, profesor del PROGRAMA DE Estudios Políticos de la Universidad del Valle; Directo de ECOPAZ, Fundación Estado*Comunidad*Paz, “Por un nuevo Estado para un nuevo País”.




CUANDO LOS HIJOS DEL MESÍAS SE NIEGAN
A ENTREGAR UN PLUVALOR DE LA SOCIEDAD.


En sociedades donde la estructura específica de poder está montada,
1. sobre conciencias individuales sin conciencia ética ( como decir, ante un mal social grande, todo vale, todo es lícito);
2. sobre una cultura instrumental de la legalidad ( como decir, la ley presenta dos rostros, es obligatoriedad para los subordinados, pero es discrecionalidad para los dominantes);
3. sobre el recuse de “acción antipatriótica o cuando no, subversiva” de toda crítica que lo conmueva ( como decir, “si no estás con el poder, estás contra mí “);
4. y sobre una ciudadanía acrítica embobada con el carisma popular del líder y, por lo tanto, pastoreada como borrego por los Medios de Comunicación, todo lo que en ella diga o haga la cohorte cercana al príncipe, tendrá siempre el viso de acción legal, ética, legítima y hasta plausible.
Ayer no más leíamos ese formidable discurso del Padre Francisco José de Roux tan inspirado en una versión abierta de humanismo cristiano. (1) De entrada, nos llamó la atención una tesis que afirma que “la dignidad humana no puede incrementarse ni disminuirse”. Al glosarla, quizá de un modo un poco burdo, diríamos que por mucho que se la cultive, o por mucho que se la violente, siempre estará ahí como medida de lo humano. Pero, esto quizá en el plano de lo ontológico, pues, a escala simbólica, en ciertas sociedades con frecuencia uno se pregunta cómo hará el ser humano para aguantarse tanta mentira, tanta falsificación de lo real y tan enorme idealización de lo no real en unos plazos menores a 24 horas. Con inmenso dolor reconocimos que eso es lo que ha venido aconteciendo en Colombia desde hace más de siete años.
No pongamos sino un solo ejemplo. Por estos días los hijos del Mesías se han negado a entregarle a la sociedad lo que a ella le corresponde: Unos plusvalores, generados no por el trabajo propio sino por las decisiones públicas- o inocentes o interesadas- de quienes, a escalas territoriales distintas, dirigen el país. Y frente a tan tremendo descaro, en lo que a la ciudadanía respecta, nadie ha dicho nada. Y el poder absoluto ha aplaudido ese silencio. Nadie ha protestado. Y el poder absoluto ha bendecido la pasividad social. Más allá de la ciudadanía, unos pocos han acusado. Y el poder absoluto los ha reacusado de subversivos. Entre la ciudadanía, muchos han aplaudido. Y el poder absoluto los ha legitimado. Pero, ¿desde cuándo en esta sociedad se llegó a un extremo tal? Desde siempre. Pero, sobre todo, desde que hace siete años se instaló en el país una forma autoritaria de gobierno que, de modo voraz, se ha venido acrecentando hasta llegar a su forma actual de un gobierno absoluto que ya no cabe en su propia piel.
Este Atisbos 101 constituye una invitación a que pensemos que aquí no ha pasado nada. Y es que ha así ha sido porque en este país, en los últimos siete años, la condición ontológica de realidad sólo la ha alcanzado, lo tocado, lo mimado, lo empujado, lo bendecido, lo aplaudido, lo legitimado por la actual forma de gobierno. Solo es real, lo que toque Uribe. Hagamos de cuenta, entonces, que, en lo que a nuestra querida Colombia respecta, ninguna de estas cosas ha acaecido Ni siquiera las recurrentes rabietas del Mesías:
“Así, asuntos como la llamada “parapolítica”, que ha vinculado en su mayoría a amigos políticos del presidente; las inclinaciones delictivas de los antiguos paramilitares; sus confesiones y denuncias; el oscuro proceso de negociación de Ralito; la torcida y celestina ley “de justicia y paz”; las extrañas extradiciones de los jefes “paras”, sin atención alguna a las víctimas; las revelaciones de las mismas autodefensas, en un cerco cada vez más estrecho alrededor del Jefe del Estado; los llamados “falsos positivos”, que no son sino crímenes atroces, cuyo número va en aumento; los enfrentamientos presidenciales con la Corte Suprema de Justicia; el seguimiento a magistrados, inclusive los auxiliares, por parte del Gobierno; la llamada “yidispolítica”, que puso en tela de juicio la legitimidad de la primera reelección; la posible participación de integrantes de la familia presidencial en DMG; la demora del Estado en definir una línea de acción en el problema de las ”pirámides”; la posible financiación de DMG para la recolección de firmas para el referendo con miras a la segunda reelección; la extraña visita de alias “Job” a la Casa de Nariño -nunca explicada-; las interceptaciones telefónicas, tampoco explicadas a cabalidad, en el seno de la Policía Nacional - con la caída, como en el juego del dominó, de varios generales que aspiraban a su dirección; las interceptaciones y seguimientos del DAS a dirigentes de oposición; las interceptaciones a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia; la entrega de datos financieros y familiares de los magistrados al DAS cuando habían sido captados en función de la prerrogativa estatal de carácter tributario; los negocios de los hijos del Presidente de la República con DMG; los negocios de los jóvenes Uribe con la administración dirigida por su padre para obtener beneficios en relación con un terreno, y su posterior conversión en “zona franca”. (2)
En relación con el caso Mosquera, aceptemos que todo fue legal y ético; aceptemos también que no hubo ninguna presión indebida que haya manchado las decisiones tomadas; aceptemos que los tomadores de decisiones fueron tan neutrales y objetivos que pasaron por encima el hecho de que entre, los fortuitamente favorecidos, se encontraban los dos hijos del presidente; finalmente hagamos presunciones, todas a favor de los que se ganaron ese catedralicio plusvalor.
PERO,
Señores “suertudos”, por favor madruguen mañana a hacer cola en la Alcaldía de Mosquera para que paguen un impuesto que legalmente deben por el plusvalor creado. Nada de eso, de que las beneficiarias van a ser unas ONGs abstractas para que hagan una más abstracta inversión social. No. Ese dinero pertenece, por ley, a la Comunidad de Mosquera. Y por favor no se olviden de llevar un chequecito, bien antioqueño, por treinta mil millones de pesos.

1. Palabras del P. Francisco José de Roux, SJ., en la ceremonia de graduación de los estudiantes de la Universidad de los Andes., Bogotá, 21 de marzo de 2009.
2. “La segunda reelección de Uribe: No es un asunto político, es mediático
José Gregorio Hernández”, en Razón Pública” 11-05-2009..

ENTRE OBAMA Y URIBE NO HABRÁ MUCHO DE QUE HABLAR

Atisbos Analíticos N. 100, Santiago de Cali, marzo 2009, humberto Vélez Ramírez, profesor del Programa de Estudios Políticos, IEP, Universidad del Valle; Presidente de ECOPAZ, Fundación Estado*Comunidad*Paz, “Un nuevo Estado para un nuevo País”, humbertovelezr@gmail.com, atisbosanaliticos2000.blogspot.com,





ENTRE OBAMA Y URIBE NO HABRÁ
MUCHO DE QUE HABLAR.

(Tomado de, Vélez Ramírez, Humberto, OBAMA, OBAMANÍAS Y OBAMAPOSIBILIDADES Blanco, Negro o Amarillo ¿qué podrá hacer Obama?, Santiago de Cali, marzo 2009, versión digital, páginas 96-100)

“Una Introducción Invasora”, en, Atisbos Analíticos No 99, febrero 2009, http://atisbosanaliticos2000.blogspot.com


A manera de Prólogo
Como idea guía, advertimos que la lectura total o parcial o selectiva de uno u otro de estos 40 acápites, algunos un poco extensos para ser epigramas, la puede sugerir el abstract en su numeración correlativa.
Este prólogo constituye, más bien, una especie de introducción como conclusión. Y es que al pergeñar estas anotaciones, hemos llegado a la conclusión de que Obama es un político de nuevo tipo que, bien intencionado, no parece sugerir lo que no es ni disimular lo que es aunque insiste mucho en lo que quisiera hacer. Es decir, no lo encasillamos como hipócrita. Sabe a ciencia cierta que es presidente de un imperio y que, por lo tanto, su accionar se encuentra limitado por sus tendencias y leyes históricas. Esto no obstante, lo mueve e impulsa el más vigoroso deseo de ser un presidente “distinto”, distinto, sobre todo, de la derecha neoconservadora en la línea Reagan- Bush. Es por esto por lo que pretende reenfocarlo todo inscribiéndolo bajo “otro enfoque”, bajo otra mirada de análisis y de acción. Al ser así, podrá acercarse a la improvisación y hasta a fallas y vacilaciones muy marcadas. Por eso, a casi dos meses de su acceso al gobierno, sobre varios asuntos centrales sus partidarios se refieren más a sus opiniones que a sus políticas concretas.
Esto no obstante, un famoso psicólogo israelí, Sam Vaknin, especialista en Narcisismo y autor de “El Amor malo del Uno Mismo”, nos ha dicho precisamente lo contrario: Que Obama, de modo consciente o inconsciente, es una persona hipócrita, que será un presidente “distinto” precisamente porque conducirá a Estados Unidos a la ruina ahondando su actual declive como potencia hegemónica internacional. Lo caracteriza como un narcisista, y no como uno cualquiera (Nixon, Clinton), sino como un egotista patológico a la manera de Stalin, Mao y Hitler. En él, las posturas y el lenguaje corporal volarían más alto que sus palabras vacías, además de que mantendría trenzadas la realidad y la fantasía. La conclusión de Vaknin es categórica y contundente, “Hoy los demócratas han colocado todas la esperanzas en Obama, pero este hombre le podría poner fin a su fiesta”. “No es admirable, pensó, que Ahmadinejad, Hugo Chávez, los castristas, los de Hezbollah, los Hamas, los abogados de los terroristas de Guantánamo y naturalmente todos los enemigos jurados de América estén tan emocionados por el prospecto de su hombre en la Casa Blanca. América está al borde de la destrucción. No hay locura mayor que elegir a un narcisista patológico como presidente”. (1)
En Vaknin encontramos, desde la psicología política, una posición extrema sobre Barack, emparentada con la de los que, desde la política, piensan que así como el dos sigue al uno, Barack seguirá a Bush. Nosotros, por nuestra parte, pensamos que, limitado por las leyes históricas de un sistema imperial en caída estructural y circunstancial, Obama tendrá, sin embargo, su margen de acción y que nos deberíamos dar por satisfechos si en su país retrocede la injusticia social y si su gobierno contribuye a que en el mundo haya menos tiranos.
Pero, sea la que sea la orientación presente-futura de su gobierno, estas notas no tienen otra intención que la de ser un referente discursivo, entre otros quizá más maduros, para hacerle un seguimiento al gobierno de una nación que, nos guste o nos disguste, ha sido y será protagónica en la marcha de nuestros pueblos.
1. En Columnistas Libres, Bogotá, 28-02-2009; sobre artículos y diálogos de Vaknin, ver, http://www.afroarticles.com/

Abstract
32. Entre Obama y Uribe no habrá mucho de qué hablar.



*******************32******************
No es que nuestros gobernantes hayan corrido a escribirle a Obama y cuando lo diplomático los obligó, lo hicieron con fastidio in pectore, pues dentro de sus cálculos de ideas, de poder y de deseos un triunfo del wauaiano no les gustaba. En plena campaña electoral, así se expresó, con pésimo cálculo político, el Presidente colombiano sobre el candidato demócrata: “…es joven y tiene poca experiencia. De todas formas, yo no creo que Estados Unidos esté preparado para un presidente de color. Pienso que va ganar el candidato republicano McCain, quien para nosotros representa la continuidad de las relaciones políticas y comerciales” (73) Y al aterrizar discurso, le sirvió al candidato republicano como punta de lanza de su campaña en América Latina.
Triunfante Obama, el presidente colombiano empezó a dar pasos, ora sigilosos ora estridentes, orientados a congraciarse y ganar favorabilidad con el nuevo presidente negro de la muy blanca Casa. Estridente, por lo abultado de la delegación y por varias de las declaraciones emitidas por el líder de la misión, el Ministro de Defensa Juan Manuel Santos, fue el viaje realizado a Washington a finales de febrero del 2009. Hubo tapete rojo y zalemas diplomáticas, pero el gobierno recibió la advertencia: Que urgía modificar la Agenda, casi desmilitarizarla, bajarle el tono al viejo orden del día con el Plan Colombia, el narcotráfico y el TLC como puntos casi exclusivos; que en ella problemas como los derechos humanos, la protección de los sindicalistas, el medio ambiente, la Amazonía, las fuentes alternas de energía debían ganar la centralidad; y que todo eso lo manejarían por la vía diplomática con la participación de organismos multilaterales. (74)
No es que problemas como el conflicto armado, el narcotráfico, la ayuda militar y el TlC ya no interesen a Washington sino que, más bien, este gobierno se encuentra centrado en otros asuntos prioritarios, razón por la cual anteriores asuntos nuestros o han bajado su nivel de importancia o han adquirido nuevos significados o han empezado a inscribirse dentro de otro enfoque de análisis y de acción.. EL proyecto presupuestario presentado por Obama para el 2009, por ejemplo, refleja de modo adecuado esta última orientación: El Plan Colombia se verá afectado no tanto en el monto (para el 2009 se mantienen los 545 millones de dólares que, con seguridad, se recortarán en el 2010), sino en su composición o distribución interna con mayor énfasis ahora en los programas sociales y de reinserción. Por otra parte, de acuerdo con el texto presupuestario, el Departamento de Estado, para viabilizar el cobro de los dineros, debe presentar al Congreso un informe periódico sobre la situación de los derechos humanos en Colombia y comprobar que “el gobierno de Colombia está desmantelando las redes paramilitares” y que “ha cortado vínculos con ellas. (75) No se podrá olvidar, por otra parte, que al margen del impacto de los cinco mil millones dólares de ayuda norteamericana sobre la estrategia de contención de las guerrillas – ha sido éste el único pero notorio efecto de la Política de Seguridad democrática- el Plan Colombia resultó un fracaso en materia de reducción de la producción y de mercadeo de la droga. Fue a una conclusión así a la que se llegó en un estudio realizado por la GLAO, encomendado por el Vicepresidente Joe Biden. (76) Esto no obstante, no se podrá ocultar que en su actual estado de evolución, el conflicto armado colombiano continuará teniendo buena incidencia en la presión del gobierno colombiano sobre los Estados Unidos pues, aunque no afecte de modo grave su seguridad interna, gravita y continuará gravitando como factor de desestabilización a escala regional. Por eso El Plan Colombia, sea el que sea el enfoque en que se reinscriba, presenta visos de supervivencia.
En resumen, Colombia hoy por hoy, y en contraste con la mirada ideológica de la extrema derecha religiosa, no es un factor preocupante para la seguridad norteamericana y tampoco lo son las guerrillas. Esto significa que Colombia tendrá que hacer méritos para desandar pasos busheanos atrayendo la mirada del nuevo equipo de gobierno. Desgraciadamente ha empezado a hacerlo por una vía fácil y peligrosa, que terminará afectando la ya precaria soberanía nacional. Primero, abriéndole campo interno, tanto geopolítico como funcional, a una base que como la de Manta, el gobierno ecuatoriano, por dignidad nacional, ha ordenado clausurar Y en segundo lugar, enviando soldados y policías a Afganistán, a una guerra de la que ya se están retirando los aliados europeos y en la que la experiencia colombiana en materia de minados, contrainsurgencia y narcotráfico con seguridad será bien vista.
Por otra parte, en lo interno, el gobierno de Uribe no ha hecho nada por modificar el modelo económico en un nueva era en la que el 2009, como hace dos décadas 1989, significó la caída de otro muro, el muro del neoliberalismo, aquel con el que los países ricos taparon a los países pobres para que éstos no los pillaran practicando el proteccionismo y en el que, además, la cultura y la práctica de la guerra han entrado en barrena. Uribe continúa actuando como si nada hubiese cambiado en el mundo en el último año, como si la política de seguridad democrática ya no hubiese dado de sí todo lo que podía dar, como si Bush todavía lo estuviese esperando en la Casa Blanca para ir a “finquiar” y recondecorarlo como héroe de la libertad y como si Lula, sin estridencias, no se hubiese posicionado como el nuevo líder de América Latina.
Para participar en la Cumbre de las Américas, Obama estará en abril del 2009 en Trinidad y Tobago. Por estos meses, los 33 presidentes de América Latina, de modo directo o indirecto, están ejecutando acciones para que en esa reunión sus problemas e intereses centrales lleguen a la mente, a la agenda y al bolsillo del presidente Obama. Por eso, todos irán anhelantes de una reunión con él. Barack, con seguridad llegará al evento, como es de lógica para un temperamento como el suyo y para un momento como el actual, más dispuesto a escuchar y aprender de sus colegas, que a dar y ofrecer. Pero, como ha dicho Jeff Davidow, asesor de esa Cumbre, ésta será, más bien, “un test” sobre la capacidad que tienen los asistentes para crear un foro más estable en el que puedan buscar conjuntamente soluciones a la crisis, en ella se evitarían temas conflictivos como Cuba y el proteccionismo y, hasta allá no irá Obama como “un papá Noel con una bolsa con un regalo para cada presidente”. (76ª)
Con un Castro aterrizado pero pensando tras bambalinas; con un Chávez avanzado en socialismo del siglo XXI, pero con problemas para cohesionar esfuerzos latinoamericanos, Lula, por méritos propios, ha emergido como líder en el mundo y, particularmente, en y de América Latina. Aunque en la última década Uribe nunca jugó ese papel, ante Bush sólo fue líder de si mismo y de su proyecto guerrerista, no podrá dejar de afectarle ahora el ver cómo Lula, este 13 de marzo del 2009, ha entrado por la puerta de frente a la Casa Blanca como primer presidente latinoamericano recibido por Obama a los 52 días de posesionado. En concepto de muchos, Lula sería el único que podría modificarle a Obama la agenda de la reunión de Trinidad y Tobago. El Presidente de Brasil ha llegado a la Casa Blanca con tres mensajes interactuados: que como la acción bilateral era obsoleta, él estaba empujando y continuaría empujando por el multilateralismo en las relaciones internacionales, será lo primero que le dirá; que unas nuevas relaciones de vecindad de Estados Unidos con Latinoamérica pasaban por una apertura hacia Cuba, “nosotros, le dirá, vamos a sacar a la Isla del aislamiento y por eso Cuba debe regresar a la OEA; y que Venezuela quería acercarse a los Estados Unidos, será el tercer mensaje. Por estos días el BID señaló que en este 2009 el mundo ha entrado en su primera recesión planetaria desde 1945, final de la segunda guerra mundial. “Me ha impresionado por su realismo, escribió Francisco G Basterra en El País de Madrid, la afirmación del Ministro holandés de Finanzas de que, por primera vez desde 1945, tenemos una generación que duda seriamente si la próxima va a vivir mejor que ellos”. (76b)
Entre los asistentes a Trinidad y Tobago, estará el presidente de Colombia que durante la Administración Bush, con su equipo de gobierno y un grupo de lobbistas bien remunerados, se movió en Washington como Pedro por su casa, pero que ahora sabe que con Obama las reglas de juego han cambiado. Unas líneas atrás ya dijimos que el gobierno de Uribe está buscando modificar la estrategia de relaciones con la nueva administración estadounidense, pero sin ajustarse en lo interno para esa transición. Pero si con Bush, con quien tenía una clara identidad ideológico política tuvo que pagar un elevado costo político externo, en América Latina, sobre todo, con Obama, por lo que hizo- oposición a su elección- y por lo que son- dos mundos ideológico-sicológicos muy distintos- las dificultades de relación serán evidentes.
Para el actual gobierno de Colombia, sus problemas siguen siendo los mismos quizá mitigados por el éxito central, por cierto, único, en materia de contención de las guerrillas : Una guerrilla contenida pero no domada y con nexos comerciales con el narcotráfico; dificultades para financiar el final de la guerra con más guerra; una Seguridad democrática con visos de haber dado ya todo lo que de sí podía dar; aparición de una nueva generación de paramilitares; la droga en si como factor desinstitucionalizador; evidente desgaste de las reservas sociales de democracia; enorme deterioro de la vigencia de los derechos humanos; y un bajón significativo en la posibilidad de uso social intensivo y ampliado de las trampas de imagen. Pero, numerosas indicaciones señalan que para Estados Unidos esos ya no son problemas centrales y que, aunque seguirá abordándolos bajo otros criterios de enfoque, de análisis y de tratamiento, sin embargo, no volcará hacia ellos millonadas de dólares.
Al referirse al TLC Estados Unidos-Colombia, ha dicho el presidente del Bid, “sería grandioso llegar “a Trinidad y Tobago “con ese tema resuelto, o, al menos, con un camino hacia la solución”. (77) Sin embargo, por lo que acabamos de decir, si en Trinidad y Tobago se produce una reunión Obama- Uribe, con seguridad no será muy larga, pues por pasado de Uribe y presente de Obama no será mucho lo que tendrán para hablar.
De todas maneras, para el nuevo gobierno estadounidense no va ser fácil revertir, desde donde Bush y sus asesores de “Santa Fe IV” la dejaron, la situación colombiana en materia de droga y de conflicto armado. Ambos fenómenos y sus interacciones son un asunto objetivo que, independientemente del enfoque con el que se lo trate y de la prioridad que se le otorgue, interesa a Estados Unidos en sí mismo y por su impacto sobre la región. Lo primero que tendría que hacer Obama sería replantear con claridad, y obrar en consecuencia, la neodoctrina de Seguridad y Defensa de Estados Unidos línea Reagan-Bush que, en sus distintas versiones literarias, fijó como constante discursiva el proclamar y practicar que “somos una fuerza militar sin paralelo, tenemos el derecho de actuar en todo el mundo para imponer la economía de mercado y garantizar la seguridad energética y podemos atacar a quien consideremos una amenaza”.
Obama tendrá que evidenciar que “ha cambiado” y Uribe aceptar que un discurso así, tan cercano al suyo, ha perdido actualidad. Pero, sobre todo, tendrá que aceptar que, en lo externo, ha perdido el poder que poseía para inyectarle efectos y visos de verdad absoluta e inmodificable e incuestionable e irrefutable a su Estrategia de seguridad democrática.